Tan sencillo como emocionante

A primera hora teníamos preparada la tarta y las velas para recibirlo cantándole. Nadie lo había visto llorar ni siquiera emocionarse, siempre se ha mostrado casi insensible. Pero hoy, al repartir la tarta le resbalaron lagrimas como pedradas por las mejillas quemadas por el viento y el sol y ribeteadas por la soledad. Me duelen los ojos, comentó cuando alguien le dijo: No llores. Es portugués, lleva trabajando aquí hace muchos años, vive sólo. Alguien dijo: A lo mejor es la primera vez que celebra su cumpleaños acompañado de un grupo de amigos. Ya saliendo alguien dijo: Creí que era incapaz de llorar.  Alfredo comentó: Todo el mundo llora cuando se le toca lo que hay que tocarle.  Fueron los de la idea y además compraron la tarta, Artemia y Alfredo.

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