Con una alusión al lema de la jornada, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, recuerda en una carta que «somos lo que tú nos ayudas a ser» y, poniendo el foco en los recién iniciados trabajos del Sínodo, subraya que hay que «caminar unidos, laicos, vida consagrada y pastores, junto al sucesor de Pedro», «participar todos juntos en un mismo proyecto, en una misma misión».
El Día de la Iglesia Diocesana, según detalla, es «la fiesta de la comunión de todos los fieles de la diócesis, en torno a su obispo, en una misión común». «Somos responsables de que el proyecto de Dios en la diócesis de Madrid se conozca, se anuncie y se cuide. Nuestra participación realizada en la medida de nuestras posibilidades es indispensable», asevera, antes de animar a los fieles a hacerse preguntas como «¿qué hago yo por mi Iglesia?, ¿tengo un compromiso con mi parroquia, con mi comunidad, con la Iglesia?, ¿solamente acudo a la parroquia de visita, de paso?».
En este sentido, el purpurado incide en que «cualquier aportación, personal o económica, por pequeña que sea, enriquece a la Iglesia, genera un dinamismo que, con la fuerza del Espíritu Santo, la hace multiplicarse», como recoge la parábola del grano de mostaza (Mt 13, 31-33). «Pidamos al Señor la gracia de sentirnos miembros de la Iglesia, de sentirnos de los suyos, seguidores de las huellas de Cristo y acogedores de su gracia y su amor –remarca–. Pidamos que la Iglesia sea una institución viva, apasionada por Jesús, comprometida con los que más necesitan, generosa, que sea un hogar para todos los hombres»
Casi 47,3 millones de euros en donativos, colectas y suscripciones
La archidiócesis de Madrid ingresó en 2020 más de 106 millones de euros (frente a los 95 de 2019), de los que la mayoría, el 44,56 %, fueron aportaciones voluntarias de los fieles. Por la pandemia y el confinamiento se notó un aumento de las suscripciones (casi 15,2 millones) y un descenso de las colectas parroquiales (10,2 millones). El resto fueron donativos y limosnas (9,7 millones), Cáritas parroquiales (casi 7 millones), colectas para instituciones de la Iglesia (algo menos de 2,8 millones) y herencias y legados (casi 2,4 millones).
En cuanto a los demás ingresos, el 27,47 % fueron ingresos por ventas y servicios, subvenciones y dotaciones públicas e ingresos de instituciones diocesanas (más de 20 millones); el 18,14 % se derivaron del Fondo Común Interdiocesano, al que se destina la asignación tributaria (19,2 millones); y a ellos siguieron los ingresos de patrimonio y otras actividades (5,8 millones) e ingresos extraordinarios (4,6 millones).
Las acciones pastorales y asistenciales supusieron el grueso de los gastos en 2020, en concreto el 44,02 %, con un montante de casi 46,8 millones de euros. El 34,56 % fue destinado a retribuciones de sacerdotes, religiosas y seglares y Seguridad Social, lo que supuso más de 36,7 millones, y un 10,94 % (más de 11,6 millones) fue destinado a obras y gastos extraordinarios. El resto se dedicó a reparaciones y conservación de parroquias y otros edificios (7,36 % - 7,8 millones) y al pago de intereses de préstamos y pérdidas de valoración de activos (3,12 % - 3,3 millones).
Actividad pastoral y asistencial
Con 476 parroquias y 33 monasterios, en la diócesis de Madrid hay, según datos de 2020, 1.661 sacerdotes, 7.134 catequistas, 5.604 religiosos y religiosas, 383 monjas y monjes de clausura, 33 diáconos permanentes y 138 seminaristas, a los que se suman 578 misioneros. Todos ellos hicieron posible que el año pasado, marcado por las dificultades de la pandemia, se celebraran 9.186 Bautizos, 12.311 Primeras Comuniones, 5.688 Confirmaciones y 1.523 Matrimonios.
La Iglesia en Madrid atendió en 2020 a 530.078 personas en los 829 centros que gestiona, tanto para mitigar la pobreza (donde fueron atendidas la inmensa mayoría de las personas, 451.610) como para promover el trabajo, centros de menores y jóvenes y otros para la tutela de la infancia, consultorios familiares y centros para la defensa de la familia y de la vida, casas para ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad, rehabilitación de drogodependientes, hospitales, centros para la promoción de la mujer y víctimas de la violencia, centros de asistencia a migrantes, refugiados y prófugos y asesoría jurídica.
Capellanes al pie del cañón
En el folleto de Madrid se incide en que, en un año marcado de nuevo por la pandemia, con momentos difíciles en los centros sanitarios, los capellanes han seguido al pie del cañón. Han estado y están a disposición de los enfermos –tanto con coronavirus como con otras patologías–, de sus familias que «viven en la incertidumbre» y del personal sanitario. «La Iglesia hace lo que siempre ha hecho: acompañar a las personas que sufren una enfermedad, como en los tiempos de la peste», detalla Gerardo Dueñas, subdelegado episcopal de Pastoral de la Salud.
Según explica el diácono, los pacientes «tienen derecho a ser atendidos de forma integral, también en sus necesidades espirituales», mientras que los profesionales «necesitan apoyo» y agradecen ver que «el capellán, que trabaja en el hospital como ellos, sufre, se alegra y se preocupa igual que el resto». «La parte física es primordial, pero la psicológica, la dimensión emocional y espiritual, también tiene que cuidarse, siempre respetando la libertad de conciencia», asevera.
Javier Martín Langa, que empezó a prestar atención espiritual y religiosa en el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal al poco de inaugurarse, valora «ver a la gente, con más o menos miedo, con más o menos fe, más o menos enferma, la alegría que muestran al darles al Señor, su esperanza y ánimo, ver cómo se curan…». Algunos de los recuperados, incluso, han acudido después a verle a su parroquia –Santa María de las Cárcavas– «muy agradecidos».
En estos momentos en la diócesis de Madrid hay 110 personas dedicadas a la atención espiritual y religiosa en los 50 hospitales –públicos, de titularidad privada y de la Iglesia– que componen la red. En los grandes complejos, detalla Dueñas, hay presencia pastoral las 24 horas, y en todos hay atención 24 horas con capellanes de guardia localizada.
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