El ex rector explica que firmó el manifiesto, pero sigue acusando al Papa de "haberse equivocado" Pablo Ormazabal 'mata al mensajero', pero reconoce que firmó el manifiesto contra el Papa Francisco
La presentación de su renuncia y la aceptación de la misma por parte de monseñor Munilla no supone, a su juicio, “una aceptación ni explícita ni implícita de las acusaciones e infamias vertidas contra mi persona en el artículo del Sr. Vidal, que ahora no me detengo a responder”
Con su proceder ha comprometido a su diócesis, ha puesto a los pies de los caballos a su obispo y ha defraudado al pueblo santo de Dios
Desde el pasado mes de enero, ha iniciado los trámites para incardinarse en la diócesis donostiarra, un trámite “que se está llevando a trámite final en estos días”
Desde el pasado mes de enero, ha iniciado los trámites para incardinarse en la diócesis donostiarra, un trámite “que se está llevando a trámite final en estos días”
Quiere morir matando. Sobre todo, a RD, al mensajero. En la típica treta de la tinta del calamar, el todavía (hasta septiembre) rector del seminario de San Sebastián, Pablo Ormazabal Albistur, que tuvo que presentar su renuncia al cargo, al descubrirse que había firmado un manifiesto en el que se tacha de 'hereje' y 'sacrílego' al Papa Francisco, ha mandado una carta de despedida a todos los sacerdotes de la diócesis donostiarra. En ella, trata de justificar su conducta inapropiada, arremete contra los 'malos', que somos los que hemos hecho pública la noticia y, en un claro juicio de intenciones, nos acusa de querer hacer daño a la diócesis, al obispo y al seminario.
Acusando públicamente al que esto suscribe, con nombres y apellidos, el ex rector comienza su carta, asegurando que, nada más tener conocimiento de la noticia puso su cargo “a disposición” del obispo. Cuenta que, al día siguiente, se reunió, precisamente con monseñor Munilla y “en un diálogo sereno y de gran confianza, se decidió la conveniencia de que el curso que viene no siguiera como rector del seminario mayor”.
Eso sí, la presentación de su renuncia y la aceptación de la misma por parte de monseñor Munilla no supone, a su juicio, “una aceptación ni explícita ni implícita de las acusaciones e infamias vertidas contra mi persona en el artículo del Sr. Vidal, que ahora no me detengo a responder”.
En el punto tercero, señala (¿para justificarse?) la carta que “5 presbíteros de la diócesis” hicieron llegar al Promotor de Justicia. Según él, en la misiva “se me acusaba de cometer un delito tipificado en el Código de Derecho Canónico, canon 1373, con el agravante del incumplimiento de lo recogido en el canon 245/2”.
En realidad la carta enviada por un grupo de curas a las instancias judiciales de la diócesis sólo pretendía advertir de la presencia de la firma del padre Ormazabal en el manifiesto en contra del Papa, y solicitar que se procediese a ver si incurría en delito.
Un delito evidente de ruptura de la comunión con el Papa Francisco, al que, por mucho que Ormazabal lo niegue, en ese manifiesto que reconoce haber firmado se le llama “sacrílego” y se le invita “a arrepentirse públicamente de sus pecados contra el primer mandamiento”.
El ex rector reconoce que suscribió el citado manifiesto, pero, sigue acusando al Papa de “haberse equivocado en sus actuaciones”. Y, además, se justifica en su reprobación papal, amparándose en su “derecho como fiel”. Lo que no dice es que un fiel tan especial como él que, además de ser sacerdote, es rector del seminario y, por lo tanto, cuidador de los futuros sacerdotes, puede expresar opiniones contrarias al magisterio papal pero en privado, nunca en público, como él mismo reconoce que hizo.
De ahí que su confesión de que, en el seminario ha enseñado a los seminaristas “la comunión filial con el Santo Padre”, en el caso de que lo hubiese hecho de palabra, la rompía abiertamente con sus actos.
Es decir, los 'malos' no somos, como pretende el sacerdote, los periodistas que pusimos en conocimiento de la opinión pública los hechos reprensibles del ex rector ni los curas que los denunciaron a las instancias judiciales oportunas, sino su propia conducta reconocida. Con su proceder ha comprometido a su diócesis, ha puesto a los pies de los caballos a su obispo y ha defraudado al pueblo santo de Dios que peregrina en San Sebastián, que tiene derecho a saber que los formadores de sus futuros sacerdotes no los educan en contra del magisterio papal.
Y, sin embargo, en el colmo de la desfachatez, el padre Ormazabal, que es todavía cura de la diócesis de Alcalá, asegura que, desde el pasado mes de enero, ha iniciado los trámites para incardinarse en la diócesis donostiarra, un trámite “que se está llevando a trámite final en estos días”. Si le aprueban el trámite, en septiembre saldrá del seminario, pero quedará para siempre como cura de la diócesis.