La CEE se vio forzada a crear una comisión para investigar los abusos en las diócesis 2022: Acaba el 'annus horribilis' para los obispos españoles
Y este 2022 que ya mengua definitivamente, da prueba del desconcierto que están viviendo, una especie de ‘lost in traslation’ pastoral, como si, al modo del protagonista de la película de Sofia Coppola, la Conferencia Episcopal hubiese amanecido en las antípodas de un mundo que apenas reconocen y con un permanente jet lag
2022 tenía que haber sido un año para el relanzamiento en la Iglesia en España de la pastoral misionera a la que llama el papa Francisco
A principios de abril se fueron los cardenales Omella, Osoro y el secretario Argüello a una audiencia con el Papa a contar lo realizado y recibir instrucciones, y de la que volvieron con una máxima: “acompañar a las víctimas, porque son el centro de todo”, inequívoco recado que Omella repetiría a sus hermanos ya en la Plenaria de finales de ese mismo mes de abril, por si había alguno con dudas…
Sigue en RD los mejores balances de 2022 y las perspectivas para 2023
A principios de abril se fueron los cardenales Omella, Osoro y el secretario Argüello a una audiencia con el Papa a contar lo realizado y recibir instrucciones, y de la que volvieron con una máxima: “acompañar a las víctimas, porque son el centro de todo”, inequívoco recado que Omella repetiría a sus hermanos ya en la Plenaria de finales de ese mismo mes de abril, por si había alguno con dudas…
Sigue en RD los mejores balances de 2022 y las perspectivas para 2023
“Como joven obispo, puedo decir que ejerzo este ministerio con gran alegría y entusiasmo, pero es pesado. Cuando fui ordenado sacerdote hace 30 años, nunca imaginé que me enfrentaría a una realidad así”.
La "realidad" a la que se refería en una entrevista hace unos meses François Touvet, obispo de Châlons-en-Champagne, no es otra que la que le marca el profundo impacto que ha tenido en la Iglesia francesa (y no digamos en el conjunto de la sociedad) la lacra de los abusos sexuales cometidos por clérigos.
Desconcierto, amargura y tristeza que atenaza no solo a los fieles del país vecinos, sino, como vemos, a sus obispos, como se pudo apreciar bien a las claras durante la plenaria del pasado otoño, cuando el presidente de los obispos leyó cariacontecido la confesión de culpabilidad por abusos a una menor del otrora emblemático cardenal Ricard…
Tribulación en Añastro
Situación similar de tribulación vive una parte de los obispos españoles (aunque sean reacios muchos todavía a reconocerlo en público, lejos de ellos la tentación de la debilidad) a cuenta de los mismos males.
Y este 2022 que ya mengua definitivamente, da prueba del desconcierto que están viviendo, una especie de ‘lost in traslation’ pastoral, como si, al modo del protagonista de la película de Sofia Coppola, la Conferencia Episcopal hubiese amanecido en las antípodas de un mundo que apenas reconocen y con un permanente jet lag.
El relanzamiento que no pudo ser
2022 tenía que haber sido un año para el relanzamiento en la Iglesia en España de la pastoral misionera a la que llama el papa Francisco. Es verdad que el parón de la pandemia no ayudaba, pero justo antes, un congreso nacional de laicos, en febrero de 2020, invitaba a un moderado optimismo para aprovechar su impulso y salir de las sacristías.
Había también unas orientaciones pastorales recién aprobadas en Plenaria y que abundaban en esa Iglesia en salida. Tituladas ‘Fieles al envío misionero’, ofrecían líneas de acción para el quinquenio 2021-2025. Eran valientes, porque reconocían el ‘sorpasso’ de una sociedad indiferente, y aunque se daban muchos palos de ciego, se pretendía “la búsqueda de la respuesta” que se situase “en la gran corriente eclesial impulsada por el papa Francisco para descubrir juntos, como pueblo peregrino y en misión, el paso y la voluntad de Dios en este tiempo”.
Piedra de toque para la credibilidad
Pero no quisieron ver, o no supieron entender o seguramente había más dificultades de la esperadas para ese discernimiento conjunto, que, para situarse en esa esa “gran corriente eclesial”, no podía despacharse sin más el problema de los abusos en la Iglesia española, piedra de toque hoy para la confianza en la institución, que no en el Evangelio ni en la figura de Jesús.
Acogotados por esta cuestión, el informe de El País entregado en diciembre de 2021 al Papa con el resultado de su investigación periodística sobre los abusos, amargó el fin de año y la carta que envío aquellos días el entonces secretario general, Luis Argüello, no auguraba nada bueno, con unas sugerencias de actuación muy por debajo de las exigidas por Francisco en Lux estis lux mundi dos años antes…
Muy 'Lost in traslation!' estaban todavía los obispos a principios de 2022 cuando, el 1 de febrero, el Congreso de los Diputados propuso a la creación de una comisión parlamentaria para investigar los abusos sexuales en la Iglesia. Se produjo una sacudida fuerte en Añastro por lo que no habían querido ver venir, amodorrados por el jet lag y se celebra en esa primera semana de febrero una reunión extraordinaria de la Comisión Ejecutiva.
Todavía no lo sabían, porque no estaba en la voluntad inicial de aquella reunión extraordinaria, pero quince días después, el cardenal Omella estaría presidiendo la rueda de prensa más difícil de su vida, en donde la Conferencia Episcopal Española daba cuenta de la creación de una comisión de investigación encargada al bufete de abogados Cremades & Calvo Sotelo.
Buena parte del giro en este guion estaba en la posición de la CONFER, que iba marcando claramente el rumbo en la gestión de los casos de abusos en la vida consagrada. Pero las posiciones se endurecían entre los obispos, que se habían visto obligados a tomar esta medida ante lo que se estaba cocinando en el Parlamento. Se imponía la línea dura en el Episcopado. Nada de colaboración en esa comisión parlamentaria. Filtración de informes jurídicos que avalaban la negativa y calentaban la Plenaria de primavera. La única salida medianamente honrosa a esas alturas se cifraba en la comisión Cremades…
Y con esas turbulencias, a principios de abril se fueron los cardenales Omella, Osoro y el secretario Argüello a una audiencia con el Papa a contar lo realizado y recibir instrucciones, y de la que volvieron con una máxima: “acompañar a las víctimas, porque son el centro de todo”, inequívoco recado que Omella repetiría a sus hermanos ya en la Plenaria de finales de ese mismo mes de abril, por si había alguno con dudas…
Hacía tres meses que había terminado la última tanda de obispos españoles en visita ad limina al Vaticano. Habían vuelto reconfortados y, según destacaron algunos, sin reproches pontificios a una gestión de los abusos que, en menos de un trimestre, se evidenció más que deficiente, con unos obispos obligados por las circunstancias a crear una comisión a marchas forzadas que unas semanas antes, su secretario y portavoz había asegurado que no se crearía…
Pero de acogida en la Plenaria, nada de nada. Un gesto que no pocos ni contemplan. La sinodalidad lleva su tiempo en Añastro. Y la comunión, mejor no 'menealla'
Omella, igual que había hecho antes en Logroño, cuando era obispo, y también en Barcelona, como arzobispo, recibió en Añastro a una delegación de las asociaciones de víctimas. Una foto rápida en los pasillos con guardia pretoriana por si las moscas. Pero de acogida en la Plenaria, nada de nada. Un gesto que no pocos ni contemplan. La sinodalidad lleva su tiempo en Añastro. Y la comunión, mejor no menealla.
Ahora, habrá que esperar probablemente hasta abril, cuando la comisión Cremades ofrezca su informe, para ver el calado de esta lacra en la Iglesia en España. Y, luego, contrastarlo con el de la que, a instancias del Parlamento, creó la Oficina de Defensor del Pueblo. Y ya, con la esperanza, de que, por fin, 2023 sea el año en el que las víctimas, efectivamente, ocupen el centro.