El secretario de Ratzinger, invitado por la FUE sin permiso del arzobispado Tras Müller, Gänswein: el segundo 'akelarre' de Rouco (y el Nuncio) contra el Papa en Madrid en un año
Rouco Varela, con la incomprensible cooperación del Nuncio de Su Santidad en España, Bernardito Auza, traen al secretario de Joseph Ratzinger a renombrar, el próximo 18 de octubre a las 19 horas, el auditorio de la FUE con el nombre del Papa emérito
La llegada de Gänswein es la segunda muestra del búnker anti-Bergoglio español, que ya tuvo su primera parte hace ahora un año, cuando los propagandistas organizaron un supuesto homenaje por los 95 años de Ratzinger -que había cumplido ocho meses antes- con la presencia del cardenal Rouco, Munilla, Reig... y como estrella invitada, el cardenal Müller
No es uno más. No es Munilla. No es Sanz. No es, siquiera, Argüello. Es mucho más. Y, dos cardenales después, sigue mandando, y mucho. El eterno cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, es, de facto, el octavo cardenal de las 'dubia', tras Brandmuller, Sarah, Burke, Zen, Sandoval, Duka... y Müller... solo que es mucho más inteligente que los seis primeros y su oposición al Papa Francisco, más sibilina.
Porque no se pueden entender ninguno de los dos 'akelarres' anti-Francisco que, en el espacio de un año, van a tener como sede Madrid. Sin Rouco, y sin la incomprensible cooperación del Nuncio de Su Santidad en España, Bernardito Auza, que participará en el acto de apertura de curso de la Fundación Universitaria Española, el próximo 18 de octubre, junto al purpurado y teniendo como invitado especial a Georg Gänswein, el 'fiel' secretario del Papa Benedicto XVI.
Y es que la llegada de Gänswein, de la que el Arzobispado de Madrid se ha enterado a preguntas de la prensa (cualquiera le hacía eso a Rouco durante sus dos décadas en Madrid), y que ha molestado, y mucho, al neo cardenal Cobo, es la segunda muestra del búnker anti-Bergoglio español, que ya tuvo su primera parte hace ahora un año, cuando los propagandistas organizaron un supuesto homenaje por los 95 años de Ratzinger -que había cumplido ocho meses antes- con la presencia del cardenal Rouco, Munilla, Reig... y como estrella invitada, el cardenal Müller.
No hace falta recordar todo lo que se dijo allí, en un acto del que tampoco se informó al entonces arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. José Cobo también se ha encontrado con un evento al que, al menos por deferencia, alguien debía haberle informado, y con la presencia de uno de los cardenales residentes en la diócesis, acompañado, para más inri, por el Nuncio en España. Y, casi sin temor a dudas, por el que todavía es obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino. Como ya sucediera en el acto del CEU, no es de extrañar que otros obispos, de aquí y de allá (el auxiliar de Astaná o Cipriani podrían ser, de nuevo, invitados estrellas), se den cita en un acto que, oficialmente, serviría para 'bautizar' el salón de actos de la FUE como Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.
De nuevo, la figura del Papa emérito confrontada con la del Papa actual. Y, en esta ocasión, con la presencia de Gänswein, a quien el Papa 'exilió' a Friburgo sin cargo pastoral alguno, después del espectáculo que el arzobispo alemán montó con la publicación de sus memorias aún con el cuerpo caliente del pontífice emérito, y que rumia su inquina contra Bergoglio mientras espera destino o, quién sabe, si algo peor. Porque cuando Roma mueve dossieres, algo queda. Algo que conoce perfectamente el cardenal Rouco. Tal vez por eso (y, sin duda, por su gran inteligencia, intacta a sus 87 años), su oposición es más silenciosa. Rotundamente silenciosa. También, evidente. Aunque su tiempo, esta vez, haya terminado.
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