Los cristianos son necesarios en Oriente Medio

Continúan las sesiones del Sínodo de Oriente Medio, una tierra muy cercana tanto en el corazón como en el recuerdo de quien les escribe. He vivido el sufrimiento y la persecución de los cristianos iraquíes en Mosul y Kirkuk, las dificultades en Jordania y Beirut, el padecimiento en Siria. Con mis propios ojos. Ser cristiano en Oriente Medio es una tarea dura, difícil. El testimonio de los cristianos en esta zona del mundo es, como el de los primeros seguidores de Jesús, una prueba de honestidad, autenticidad y que, en muchos casos, llega hasta el martirio.

Sin embargo, y lejos de victimizarse en demasía, los cristianos de Oriente Medio -o al menos de la realidad que he podido observar en viajes de trabajo- han conseguido una frágil estabilidad apostando decididamente por el diálogo. Los cristianos en Oriente Medio son la gran esperanza de la paz y el progreso de la zona, por su vitalidad, por su capacidad de insertarse en un contexto ajeno y, en multitud de ocasiones, enemigo, y por ver a los otros como sus hermanos.

Hace un año, en un encuentro interreligioso en Doha (Qatar), tuve la suerte de compartir mesa, mantel y charla con Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia. El franciscano suizo era, en todos los encuentros que vivimos durante una semana, el encargado de poner paz, orden y encontrar puntos de encuentro y unión entre judíos, musulmanes y cristianos. "Somos una minoría, pero una minoría necesaria, imprescindible, para la estabilidad y la paz en Oriente Medio", me decía. En estos días, Hinder está interviniendo en el Sínodo. Esperemos que su espíritu cale, y fructifique. Para que del martirio y del sufrimiento podamos sacar, a imagen de Cristo, algo que construir. Por la fe que profesamos y por nuestros hermanos de otras confesiones, credos y civilizaciones.

baronrampante@hotmail.es
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