La reforma de la Curia, la vuelta de los viajes y un 'cambio de estilo', ejes del futuro inmediato de Francisco 2021: ¿el año de la Resurrección?
Las relaciones Iglesia-Gobierno en España, en un cruce de caminos: o romper la baraja o admitir los puntos irreconciliables y llegar a acuerdos en lo esencial
Tras un año, el tándem Omella-Osoro deben imprimir la directa y acometer, junto a Auza, la necesaria renovación episcopal
Las elecciones catalanas, la 'no Semana Santa', el curso escolar en el que arrancará la reforma educativa, la ley de la eutanasia...
Las elecciones catalanas, la 'no Semana Santa', el curso escolar en el que arrancará la reforma educativa, la ley de la eutanasia...
2020 ha sido el año que jamás quisimos soñar, ni en nuestras peores pesadillas. ¿Será 2021 el año de la resurrección? Veremos. Lo que sí parece claro es que los próximos 12 meses serán claves para entender el futuro de la Iglesia, a nivel mundial y en nuestro país.
Para Francisco, 2021 será el año en el que, pandemia y vacunas mediante, volverá a viajar. Irak, Indonesia, quién sabe si España.... están en su calendario. Especialmente, en este primer cuatrimestre (hacer previsiones sobre el futuro, como hemos visto en este fatídico 2020, se nos antoja imposible). Sin duda, la aprobación de 'Praedicate Evangelium', la esperada reforma de la Curia, que traerá consigo muchos cambios de nombres, y estilos. Algunos ya se están tentando la ropa, mientras otros -más o menos indisimuladamente, también desde nuestro país- se están postulando para cargos clave.
En pleno Año Santo Compostelano, no estaría de más recordar lo que Jesús le dijo a Salomé, la madre de Juan y Santiago, cuando le pidió que sus hijos fueran los primeros en su futuro Gobierno. "El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo (...). No vine a ser servido, sino a servir". Y es que el Papa tiene muy claro lo que quiere hacer, aunque a veces no termine de entendérsele. No importa demasiado, mientras lo haga el santo pueblo de Dios. Y lo hace.
Acordes y desacuerdos
En España, nuestra Iglesia juega en dos frentes: el interno, con la impostergable renovación episcopal (con casos flagrantes, como el de monseñor Asenjo; o la imposible situación en varias diócesis, que llevan meses sin obispo); el externo, con las relaciones Iglesia-Gobierno en el alero. Inmatriculaciones, fiscalidad, libertad religiosa o asuntos sociales son aspectos en los que se pueden, y deben, alcanzar acuerdos, con la desconfianza de la aprobación -a toda prisa, y tal vez no con todo el diálogo esperado- de dos leyes que afectan, y mucho, al 'ser católico' en España (si es que eso aún existe): la eutanasia y la ley Celaá.
Los obispos no se fían del Gobierno, pero es que el Gobierno tampoco tiene mucho interés en profundizar en una cuestión, la religiosa, que hasta hace pocas fechas era trascendental en la política española
Los obispos no se fían del Gobierno, pero es que el Gobierno tampoco tiene mucho interés en profundizar en una cuestión, la religiosa, que hasta hace pocas fechas era trascendental en la política española. Alguien tendrá que mirar hacérselo mirar, y exigir responsabilidades. Nos tememos que no lo harán. Lo que sí habrá de hacer el tándem Omella-Osoro (porque se les acaba el tiempo, y las posibilidades) será acompañar el proceso de renovación que se dará en Roma, y colocar a la Iglesia española donde nunca debió dejar de estar, y menos en tiempos de Francisco: junto al Papa.
El año comienza cargadito. En enero, nos toparemos con el tradicional discurso del Papa al cuerpo diplomático, que se ha retrasado por causa del coronavirus. Por cierto, que en estos días Francisco se vacunará, así como parte de la Curia vaticana. En España, el año arranca fuerte con la declaración como testigo del cardenal Osoro en el caso de las fundaciones de la diócesis de Madrid. Nos consta que el arzobispo de Madrid está tranquilo, y decidido a que todo se aclare. Es urgente y necesario, por el bien de la Iglesia. Santiago abre su Año Santo, que tal vez dure dos, y espera una posible visita papal. Veremos.
Reforma de la Curia y el 'seny' catalán
Febrero, salvo sorpresa, nos traerá la esperada reforma de la Curia vaticana, y los cambios que llevará consigo. Parolin, Sarah, Stella... son muchos los curiales que están en el alero. Incluso algunos cargos relevantes para entender la reforma. El Papa ya ha dado muestras, cerrando el grifo económico de la Secretaría de Estado, de que no le temblará el pulso. En España, avanzará la ley de eutanasia y tendremos las elecciones en Cataluña, donde tres católicos (Oriol Junqueras, Salvador Illa y el cardenal Omella) podrán darnos un buen ejemplo de diálogo y trabajo en común para construir la reconciliación.
El 13 de marzo se cumplen ocho años de la elección de Bergoglio. El 19, fecha de su primera misa papa, Francisco lanza un Año Amoris Laetitia (¿aterrizarán por fin las reformas aprobadas hace cinco años, en especial la atención a 'otros tipos de familia' o a los divorciados vueltos a casar?). Y, si no ocurre nada extraño, volverá a viajar. A Irak, nada menos. Un viaje histórico en el que hay puestas mucha confianza. En nuestras fronteras, se cumple un año de la elección de Omella y Osoro como líderes de la Iglesia española. Ha sido un año difícil, pues la pandemia apenas ha permitido un trabajo ordenado. Ya ha llegado la hora de meter la directa y acometer los cambios, que son muchos, y necesarios.
Iglesia-Gobierno: luces largas
En abril, por segunda vez, con una Semana Santa sin procesiones. A Sevilla y Granada se sumarán, previsiblemente, la práctica totalidad de las diócesis. En abril estará, previsiblemente, aprobada la ley de Eutanasia, y la comisión mixta Iglesia-Gobierno habrá alcanzado un previsible acuerdo sobre inmatriculaciones y nueva fiscalidad.
Por cierto, que los obispos tendrán que decidir, y hacerlo ya, qué hacer en este cruce de caminos en el que se encuentran en España: romper definitivamente la baraja, y sumarse a los grupos que, después de una década agazapados, han vuelto por sus fueros (y con el apoyo de la ultraderecha política y eclesial); o, por el contrario, apostar por las luces largas, y tratar de llegar a acuerdos, y a canales de comunicación estables, con un Ejecutivo al que la cuestión eclesial, como ocurriera en otros tiempos, felizmente pasados, le sirve para jugar al palo y a la zanahoria.
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