Dios hoy
TEOLOGÍA DE LA SOCIEDAD
Equipos teológicos
No hay, en un orden muy importante de cosas, fronteras
raciales, ni tribales, ni sexuales, ni generacionales, ni profesionales, ni ideológicas, ni otras como las fronteras que separa DAS KAPITAL, a los patricios y plebeyos de Roma (en tiempos de Cristo y de Juan Pablo II, de los Ángeles de Madrid, o incluso, los de una tribu "salvaje" (Ya advirtió Malinowski que la poligamia solamente era un lujo de los grandes jefes o brujos de renombre, es decir, los que, sea a través del juego político o mágico habían llegado al país de los patricios o señores feudales).
En realidad, si nos fijamos bien, distinguimos a dos clases de sociedades humanas: las primitivas o salvajes y las civilizadas. La frontera real es la colosal diferencia de bienes materiales que separa a unas de las otras.
Hasta tal punto clasificamos y calificamos a las sociedades humanas por el rasero de los bienes materiales que terminamos condenando a las que pierden el juego de los bienes materiales como perdedores también en el juego de la teología (son paganos, fetichistas y supersticiones, y en esto, incluso, fray Bartalomé de las Casas y Fray Junípero Serra están de acuerdo con los españoles a los que denuncian como "explotadores de indios"), de la filosofía (tienen una mentalidad inferior, una mente primitiva, pre-lógica o mística, sin hacer ascos a estas exégesis ni Freud, no de Darwin, ni Marx) y de la "civilización".
Incluso los antropólogos europeos que hemos denunciado y condenado esta exégesis como incorrecta en los campos
científico y ético, podemos dejarnos guiar o manipular por nuestro complejo de superioridad instalado en nuestro ordenador cereblar: este es un capítulo por explorar.
Dividamos a la aldea global en Tercer Mundo, en superpoderes,en el gigante japonés, en países medianos y, aunque no hemos dicho de qué juego estamos hablando, se sobreentiende que el económico es el árbitro último o definitivo de la clasificación: Tercer Mundo, decimos a secas, para significar.
Tercer Mundo Económico. No hay más que ver qué lagrimas de júbilo brotan de los que ganan un premio de varios millones para medir las ganas feroces, el hambre canina y la sed salvaje del animal, cuya utopía, cuyo sueño es que le toque el "gordo".
Las ganas de ganar dinero es una cuerda genética o biosocial instalada en el ordenador cerebral que mueve al ser humanos a escribir, predicar, a jugar a la lotería, a jugar también al juego teológico. Ni Marx ni Lutero han resumido mejor quizá que el Arcipestre de Hita la importancia que tiene el dinero en la vida del hombre con aquella frase lapidaria: "el que non ha dineros, non es de sí señor", es decir, no es que no mande nada ni pinte nada en la sociedad o en la vida de los demás, "non es de sí señor", no manda nada en sí mismo. Sus acciones, ademanes, ideas(tal vez su misma mujer) no son suyas, no le pertenecen, están en manos de los patricios.
// Pone Marx el dedo en la llaga al subrayar la importancia de los bienes materiales que tanto influyen en los bienes espirituales(ideas metafísicas o teológicas). "Eres más listo que el hambre", sentencia el pueblo del Arcipestre de Hita y del autor de Poderoso Caballero es Don Dinero. Cuenta San Francisco Javier, en sus correrías de Marco Polo por Japón, que algunos bonzos que se convirtieron confesaron "que ellos no podían sacar las almas de los que iban al infierno; pero que, si aquello no predicasen, que no tendrían ni qué comer ni qué vestir". Estos bonzos eran grandes mercaderes de una variación del comercio de las indulgencias denunciado por Lutero y más tarde por Marx(opio del pueblo)...
Ver: José Antonio Jáuregui, Dios hoy
Ediciones NOBEL