Laudato Si . Carta encíclica del Papa Francisco
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sobre el cuidado
de la casa común Capítulo Primero
Lo que le está pasando
A nuestra casa
CAPITULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN
71. Aunque la "maldad se extendía sobre la faz de la tierra" Gn 6,5) y a Dios "le pesó haber creado al hombre en la tierra (G6,6), sin embargo, através de Noe, que todavía se conservaba íntegro y justo, decidió abrir un camino de salvación. Así dió a la humanidad la posibilidad de un nuevo comienzo ¡Basta un hombre bueno para que haya esperanza! La tradición bíblica establece claramente que esta rehabilitación implica el redescubrimiento y el respeto de los ritmos inscritos en la naturaleza por la mano del Creador.
Esto se muestra, por ejemplo en la ley del Shabbath. El séptimo día Dios descansó de todas sus obras. Dios ordenó a Israel que cada séptimo día debía celebrarse como un día de descanso, un Shabbth (cf. Gn 2,2-3; Ex 16,23; 20,10). Por otra parte, también se instaurió un año sabático para Israel y su tierra, cada siete años Cf.Lv 25,1-4), durante el cual se daba un completo descanso a la tierra, no se sembraba y sólo se cosechaba lo indispensable para subsistir y brindar hospitalidad (cf.Lev 25,4-6)
Finalmente, pasadas siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años se celebraba el Jubileo, año de perdón universal y "de liberación para todos los habitantes" (Lv 25,10). El desarrollo de esta legislación trató de asegurar el equilibrio y la equidad en las relaciones del ser humano con los demás y con la tierra donde vivía y trabajaba. Pero al mismo tiempo era un reconocimiento de que el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el pueblo.
Aquellos que cultivaban y custodiaban el territorio tenían que compartir sus frutos, especialmente con los pobres, las viudas, los huérfanos y los extranjeros: "Cuando coseches la tierra, no llegues hasta la última orilla de tu campo, ni trates de aprovechar los restos de tu mies. No rebusques en la viña ni recojas los frutos caídos del huerto. Los dejarás para el pobre y el forastero" Lv 19, 9-109.
72.Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador: "Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor" (Sal 136, 6). Pero también invitan a las demás criaturas a alabarlo:"¡Alabazlo, sol y luna, alabazlo, estrellas lucientes, alabazlo cielos de los cielos, aguas que estáis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron creados" (Sal 148, 3-5)Existimos no sólo por el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos.
Ver: Carta encíclica
Laudato si'
del Papa Francisco
sobre el cuidado
de la casa común Capítulo Primero
Lo que le está pasando
A nuestra casa
CAPITULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN
71. Aunque la "maldad se extendía sobre la faz de la tierra" Gn 6,5) y a Dios "le pesó haber creado al hombre en la tierra (G6,6), sin embargo, através de Noe, que todavía se conservaba íntegro y justo, decidió abrir un camino de salvación. Así dió a la humanidad la posibilidad de un nuevo comienzo ¡Basta un hombre bueno para que haya esperanza! La tradición bíblica establece claramente que esta rehabilitación implica el redescubrimiento y el respeto de los ritmos inscritos en la naturaleza por la mano del Creador.
Esto se muestra, por ejemplo en la ley del Shabbath. El séptimo día Dios descansó de todas sus obras. Dios ordenó a Israel que cada séptimo día debía celebrarse como un día de descanso, un Shabbth (cf. Gn 2,2-3; Ex 16,23; 20,10). Por otra parte, también se instaurió un año sabático para Israel y su tierra, cada siete años Cf.Lv 25,1-4), durante el cual se daba un completo descanso a la tierra, no se sembraba y sólo se cosechaba lo indispensable para subsistir y brindar hospitalidad (cf.Lev 25,4-6)
Finalmente, pasadas siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años se celebraba el Jubileo, año de perdón universal y "de liberación para todos los habitantes" (Lv 25,10). El desarrollo de esta legislación trató de asegurar el equilibrio y la equidad en las relaciones del ser humano con los demás y con la tierra donde vivía y trabajaba. Pero al mismo tiempo era un reconocimiento de que el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el pueblo.
Aquellos que cultivaban y custodiaban el territorio tenían que compartir sus frutos, especialmente con los pobres, las viudas, los huérfanos y los extranjeros: "Cuando coseches la tierra, no llegues hasta la última orilla de tu campo, ni trates de aprovechar los restos de tu mies. No rebusques en la viña ni recojas los frutos caídos del huerto. Los dejarás para el pobre y el forastero" Lv 19, 9-109.
72.Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador: "Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor" (Sal 136, 6). Pero también invitan a las demás criaturas a alabarlo:"¡Alabazlo, sol y luna, alabazlo, estrellas lucientes, alabazlo cielos de los cielos, aguas que estáis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron creados" (Sal 148, 3-5)Existimos no sólo por el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos.
Ver: Carta encíclica
Laudato si'
del Papa Francisco