Marx y la Biblia
3 Marx y la Dialéctica
Ha sido un yerro de consecuencias incalculables el interpretar en términos de ontología invisible la "nueva creación" de Gal 6, 15 y 2 Cor 5, 17. El segundo pasaje se autointerpreta en v. 21 haciendo consistir la nueva creación en "que nosotros llegaremos a ser la justicia de Dios en Cristo". Y Gal 6, 15, como han obsevado con justeza Schlier y Bulmann, es sinónimo de Gal 5, 6.
Ni la circuncisión vale algo ni la incicurcisión
sino la nueva creación (Gál 6, 15.)
Ni la circuncisión puede algo ni la incicurcisión,
sino la fe que mediante el amor es eficaz (Gal 5, 6).
De suerte que, así como 2 Cor 5, 17. 21 hace consistir la nueva creación en que seamos la justicia de Dios pretente en el mundo, así Gál 5, 6; 6-15 la hacen consistir en la fe que está operante en el mundo mediante el amor; se trata del amor y la justicia que la humanidad no había logrado realizar antes de Cristo, por eso es Pablo tan consciente de la radical transformación humana que el advenimiento que la justicia implica. Ni siquiera en Marx es dado encontrar una expresión de esa transformación total tan fuerte como la que Pablo acuña en el término "nueva creación".
La fe que mediante el amor es eficaz no puede ser interpretada en términos de ontología invisible e inconstatable, y mucho menos puede afirmarse que Pablo se refiere a otro mundo o a otra vida, se trata del mundo nuevo que la historia entera de la humanidad ha estado anhelando. "Si uno está en Cristo, es nueva creación; lo antiguo pasó, lo nuevo ha sido hecho(2 Cor 5, 17). Por lo demás, la entidad subsodicha entre Gál 6, 15 y Gal 5, 6 está explícito en Ef 2, 10 si se tiene en cuenta que "obras buenas" es término técnico:
Hechura suya somos, creados en cristo Jesús para las obras buenas que Dios preparó para que en ellas caminásemos.
Precisamente porque Pablo cuenta con esta nueva creación, precisamente por eso cree en un mundo nuevo de justicia en que ya no habrá leyes(cf. Rom 4, 15 en el contexto de 4, 13-22), y que el mayor obstáculo para su advenimiento es el seguir confiando en la ley como realizadora de justicia. Para esa "nueva creación" evidentemente ni la circuncisión ni la incircusición cuentan(Gál 6, 15), "lo antiguo pasó",lo nuevo ha empezado" (2 Cor 5, 17), lo que cuenta es "la fe que mediante el amor es eficaz"(Gál 5, 6), con ello somos nosotros la justicia de Dios(2 Cor 5, 21)presente en el mundo como realidad nueva. La ley y el gobierno sobran y estorban.
Pues no es verdadero judío el que lo es en el exterior ni
verdadera circuncisión la que lo es en el exterior en la
carne, sino que el verdadero judío lo es en el interior,
y verdadera circuncisión la del corazón, en espíritu, no
en letra (Rom 2, 28-29).
El sentido de "circuncisión del corazón es la más radical transformación que hace al hombre capaz de amar espontáneamente a los desvalidos; por eso Rom 2, 28-29 corrobora el sentido que en Gál 5, 6 y 2 Cor 5, 17. 21 tiene el recazo de la circuncisión de la carne. Recrimínise a Marx toda la utopía que se quiera, pero séase muy consciente de que con mayor razón hay que usar ese vocablo para calificar el mensaje central del cristianismo; el designar la ley como "letra"(Rom 7, 6; 2 Cor, 3, 3.6; Rom 2, 29)nos indica qué amplitud tiene la palabra "ley" cuando Pablo rechaza la ley escrita o formulada; si aun la de Dios, mucho más la de los hombres...
Esto va entendido sin restricción en serio, no hay manera de darle vueltas. Pablo cuenta con un mundo sin ley y sin gobierno porque cuenta con un hombre enteramente nuevo que constituye una auténtica "nueva creación": "Revestid el hombre nuevo, creado según Dios en justicia y en verdadera santidad" (Ef 4, 24).
No os mintáis unos a otros, devestíos del hombre
antiguo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo
que según la imagen de su creador se renueva para
conocimiento, donde no hay griego o judío,
circuncisión o incircuncisión, bárbaro o escita,
sino Cristo toto en todos; revestid, pues _como
electos santos y amados de Dios_ entrañas de
misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia
soportándoos unos a otros, y perdonándoos mutuamente
si alguno tiene queja contra otro; como el Señor os
perdonó, así tambien vosotros. Pero sobre todas estas
cosas, revestid el amor...(Col 3, 9-14).
---Ver: José P. Miranda, Marx y la Biblia, crítica a la filosofía de la opresion
Ediciones Sigueme 1975