El peligro de la rectitud "antipática"

En el libro "Gregorio Marañón. Radiografía de un liberal" de Antonio López Vega, publicada en 2011 por la editorial Taurus, hay una frase de Felipe II que dice así:

"Tenía una rectitud exenta de generosidad y por ello antipática"

Como queriendo decir que era un hombre bueno que sabía lo que hay que hacer y lo que no pero le faltaba generosidad, compasión, empatía y por ello resultaba antipático. Existe un perfil de rectitud cristiana que resulta antipática en el sentido profundo y estricto de la palabra: "Anti- patheia" (repugnancia que una persona siente hacia otra; los demás no pueden acercarse a uno) . Existe ese peligro de convertirnos en cristianos cascarrabias que nos lleva a estar siempre criticando lo que hacen mal los demás y lo recuerda continuamente porque atenta contra esa rectitud de lo que está bien y lo que está mal.

Pero falta hacerse la pregunta esencial: ¿Los quieres o no? ¿Amas a tu hermano a pesar de que haga las cosas mal? Deberíamos respondernos con honestidad, ¿hay amor en nuestra rectitud o esa rectitud nos esclaviza alejándonos de nuestro hermano?

Si no amamos a nuestro hermano nos falta algo fundamental para vivir en cristiano y pasamos del "amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo" al amor por las reglas, las normas, las leyes... es una tentación y un peligro grave. del que es bueno estar siempre alerta y huir de él.

Hay un hermoso paralelo entre Mateo 5,48:

"Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto"

y Lucas 6,36:

"Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso"

La perfección cristiana se relaciona con la misericordia no con la rectitud áspera y antipática. ¿Quieres ser perfecto? Esfuérzate en que tu corazón y tu voluntad se ensanche en misericordia y compasión. Acordémonos de Fray Luis de Granada cuando afirmaba aquella hermosa sentencia:

"El hombre debiera tener un corazón de hijo para con Dios, un corazón de madre para con los demás y un corazón de juez para consigo mismo"

Hay muchos temas y asuntos que requieren de rectitud en los planteamientos que definan con exquisita claridad lo que es bueno y está bien y lo que está mal. Pero si falta la misericordia, si falta el amor a mi hermano que me lleva a ser compasivo y delicado, me falta lo esencial que es transmitir la esencia del Evangelio que recoge muy bien Juan 12,47:

"Al que escucha mis palabras y no las cumple, Yo no le juzgo, porque no vine a juzgar al mundo sino a salvarlo"

¡Cuánto hemos de trabajar nuestro corazón para armonizarlo con el corazón de Dios! Para que aprendamos a ver, sentir y actuar como hace Dios con cada uno de nosotros: desde el amor, la ternura y la compasión.
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