La Biblia de la Familia, la Familia en la Biblia

‒ Una es la mirada de la Biblia, cómo ha se ha ido desarrollando en ella el tema de la familia, desde el Génesis al Apocalipsis, desde Adán y Eva hasta las Bodas del Cordero, recreando todo desde la perspectiva de Jesús.
‒ Otra es la mirada de nuestro tiempo, desde nuestro contexto de Iglesia : Aprender a entender la humanidad actual, en su dolor y su esperanza, escuchar lo que nos dice, caminando con ella; no tener las respuestas ya dadas, abrirnos a la Palabra.
Desde mi perspectiva yo sólo puedo ofrecer una pequeña aportación partiendo de la Biblia, tema al que he dedicado mi libro sobre La Familia en la Biblia, que ofrezco a mis lectores a manera de complemente de una buena edición de la Biblia que insiste en el tema de la familia, como es la Biblia Católica de la Familia.
Ésta es una Biblia “católica” en el sentido más amplio del término, una Biblia que quiere ser universal, abierta a todos los que quieran realizar su propia lectura de los textos, no sólo de un modo individual, sino en la comunidad familiar, desde los padres para los hijos, desde los hijos para los padres, complementándose unos con los otros, en diálogo con la comunidad cristiana más amplia (la parroquia, la comunidad de vida cristiana, la comunidad de base…).

Éste tipo de biblias de familia proviene de la tradición protestante, donde ha sido más común que las familiar lean unidas las Biblia. Pero está introduciéndose también entre los católicos, como el Sínodo sobre la Familia lo está poniendo de relieve. Así he querido escribir mi libro, a modo de complemente de una Biblia de la Familia.
Aprovecho esta ocasión para desear que el "Sínodo sobre la Familia" se continúe realizando en las mismas familias, con una lectura más honda, personal y familiar, eclesial y social, de la Palabra de Dios.
1. Leer la Biblia en familia. Un posible plan
‒ Escoger algunos textos básicos… o libros (empezar por evangelios, luego Génesis, luego parte de Éxodo…).
‒ Hacer un plan de lectura continua, es decir, organizada, según temas y etapas… Que las familias o grupos de familias se comprometieran a leer en un tiempo (en dos o tres meses) unos textos básicos….
‒ Leer y meditar los textos… Leerlos en común, en cada familia, y dejar un tiempo de reflexión, para comentar luego lo leído
‒ Orar los textos… en familia…
‒ Cada dos o tres meses reunirse las familias en un tipo de “experiencia de lectura común”, para sacar las deducciones y conclusiones, para poner en común los logros, quizá para orar…
Se trataría en el fondo de crear espacios compartidos de lectura bíblica, en parroquias, comunidades etc. Creo que esa es una de las finalidades de la Congregación del Verbo Divino…. Y de otros grupos especializados en esa línea
Éste es un plan “serio”, que exige tiempo y métodos concretos… en lugares donde la lectura de la Biblia se puede tomar en serio…
2. Algunos temas específicos sobre la familia en la Biblia
- Apuesta por crear una familia.
- Las dificultades de relación entre la pareja.
- La relaciones con los hijos
- Textos en cuanto a la transmisión de la fe. (Familia y educación)
- La solidaridad, el compartir con otros.
- La oración en familia.
- La familia, las dificultades económicas
- La familia en cuanto a la ecología, la sostenibilidad del planeta
- La libertad de los hijos. (El saber estar y tensar la cuerda)
3. Profundización, rasgos de familia en la Biblia
La Biblia presente una religión judía centrada en la familia . Los representantes principales de la religión judía son, sin duda, los padres: ellos dirigen el rito de la circuncisión, presiden la fiesta de pascua, trasmiten su identidad nacional a los hijos. Por el contrario, los representantes de la religión cristiana no son los padres sino los obispos y presbíteros, que presiden y dirigen los ritos (bautismo, eucaristía, penitencia). La institución más importante de Israel es la familia, de manera que el judaísmo es una reunión de "buenas familias" que mantienen y cultivan la tradición de los antepasados. Por el contrario, la primera institución cristiana es la iglesia o parroquia, de manera que las pequeñas familias como tales constituyen una realidad subordinada, de esa manera, dentro de la comunidad cristiana es posible el celibato. Empecemos presentado los rasgos familiares del judaísmo.
1. Genealogía. Ancianos (patriarcas, presbíteros).
Elegidos por Dios: patriarcas. Israel se ha sentido pueblo preferido del Señor, heredero de antiguos patriarcas, que oyeron a Dios y se pusieron en camino hacia la tierra y vida prometida (Gen 12, 1-3). Ciertamente, son hijos de Adán o del primer ser humano, como los restantes pueblos de la tierra; pero tienen otros padres que definen su genealogía, en línea patriarcal. Así empieza la historia de Israel, aquí se fundamenta. Atrás queda el amplio tiempo y espacio de la humanidad universal (Gen 1-11). Ahora (Gen 12) comienza un camino peculiar y los israelitas se saben y dicen hijos de Dios siendo descendientes de Abraham, Isaac y Jacob y de sus Doce Hijos, fundadores de las Tribus de Israel. Ciertamente, viven cerca de otros pueblos que también son hijos de Abraham e Isaac y sus parientes: moabitas y amonitas son hijos de Lot, sobrino de Abrahán; ismaelitas y otras tribus de la estepa se saben hijos de Abrahán; los amalecitas son hijos de Isaac. Pero sólo los Doce hijos de Jacob han sido elegidos y así, de un modo especial, deben mantener su identidad y diferencia entre los pueblos de la tierra. La primera institución de Israel, es por tanto, la genealogía: elección por nacimiento. Tomada como puro privilegio, ella sería orgullo y haría a los judíos una simple "raza" de este mundo, en línea de exclusivismo nacional. Pero puede entenderse y extenderse como institución de gratuidad, don y tarea creadora: Dios mismo distingue y separa a los judíos de las otras naciones, para hacerles pueblo santo, portadores de su Ley sobre la tierra (cf. Gen 12, 1-3).
2. Patriarcas, padres.
Padres de familia (y jefes de clanes más extensos) tendían a ser primera autoridad, representantes del Padre-Dios celeste. Gen 2-4 recuerda un poder matriarcal, de mujeres, dadoras de vida. Pero luego se ha borrado esa memoria, de manera que el judaísmo oficial ha expulsado a las mujeres de la institución central del pueblo, de manera que ellas no aparecen en las genealogías legales de tribus, clanes y familias. De manera consecuente, la primera historia bíblica sanciona el recuerdo de los padres-patriarcas, que no son divinos (como en otros pueblos), pero sí muy importantes, pues garantizan la elección y las promesas: ellos (Abraham, Isaac, Jacob y los Doce) definen el Génesis del pueblo; sólo después viene el Éxodo o nuevo nacimiento marcado por Moisés (garante de la Ley) y los caudillos militares (Jueces). Esta división (ancianos, legisladores, jueces) ha de entenderse en sentido teológico, pero refleja la experiencia básica de los patriarcas masculinos, jefes de familia ampliada, con siervos y parientes.
3. Madres y mujeres.
Conforme a la visión de Gen 2-4, Eva-Mujer (= la Viviente, madre de todos los que viven: Gen 3, 20) es el primer signo de Dios, autoridad suprema. Pero después, en el conjunto de la historia israelita, el varón se ha vuelto dominante de otra forma: no pudiendo engendrar en donación (maternidad) y envidiando por ello a la mujer, ha pretendido apoderarse con violencia de la vida, sometiendo a la mujer (a la que pone al servicio de su genealogía: cf. Gen 4, 1-16) y enfrentándose a los otros varones por la guerra. Así utiliza la sangre (violencia) para extender su dominio. Así lo ratifica la tradición bíblica posterior: el varón es fuerte como guerrero, la mujer como madre. En cuanto simple esposa, ella se encuentra a merced del marido que puede expulsarla de casa por ley (cf. Dt 24, 1-4); sólo al volverse madre y siendo defendida por sus hijos, ella se vuelve importante en la familia. El rey vale por sí mismo; su esposa en cuanto tal no es reina (la Biblia hebrea sólo da ese nombre a Ester, reina de Persia), pero se hace grande o fuerte (=Gebirâ) si es madre del nuevo monarca.
La mujer que es sólo mujer (no es madre) tiende a ser considerada objeto de posesión. No es sin más descanso del guerrero (como decía Nietzsche), pero es botín y capital de varones que combaten para dominarla con violencia. La igualdad varón-mujer de Gen 2, 23-25 (cf. Mc 10, 1-12 par) pierde importancia en la historia israelita y la violencia masculina (sangre guerrera) domina sobre la fecundidad materna femenina, de manera que la autoridad queda centrada en el varón y padre. Esta oposición de guerrero y madre no es absoluta, pues la misma Biblia recuerda mujeres poderosas por lo que han dicho o realizado, desde Jael a Judit.
4. Visión general, familia judía.
El judaísmo es religión de familia y por eso, los representantes principales de la tradición sagrada no son los sacerdotes y obispos (como en el cristianismo tradicional), sino los padres y especialmente el padre que dirige el rito de la circuncisión (cf. Gen 17, 24; 21, 4), preside la fiesta de pascua y trasmiten su identidad nacional a los hijos (cf. Dt 6, 20-25). Por el contrario, los representantes de la religión cristiana no son los padres sino los obispos y presbíteros, que presiden y dirigen los ritos (bautismo, eucaristía, penitencia). La primera institución judía es la familia, de manera que el judaísmo es una reunión de buenas familias que mantienen y cultivan la tradición de los antepasados. El judaísmo sanciona el recuerdo de los padres-patriarcas, que no son divinos (como en otros pueblos), pero sí muy importantes, pues garantizan la elección y las promesas: ellos (Abrahán, Isaac, Jacob y los Doce) definen el surgimiento del pueblo. Estos padres de familia formaban el consejo de ancianos (zequenim), que fueron la autoridad definitiva (y casi única) en la federación de tribus: eran los representantes de familias y clanes, que forman la asamblea permanente (legislativa, ejecutiva, judicial) del pueblo (Ex 3, 16; Num 11, 16; Dt 5, 23). Más que recuerdo del pasado, ellos son institución viviente. Cada familia repite y encarna el modelo patriarcal, con el padre varón como garante de Dios y trasmisor de las promesas, en línea genealógica. En esta línea se mantiene la tradición judía, que en tiempos de Jesús ha puesto de relieve la autoridad de los presbíteros, entendidos como los padres de las familias importantes, que representan la continuidad del pueblo y son el poder establecido en forma engendradora (masculina) de tipo genealógico.
5. El movimiento de Jesús, una familia mesiánica
Acepta el tipo de familia judía, pero amplia su espacio y quiere su casa a los marginados del entorno (publicanos, prostitutas, pobres, impuros). Había en aquel tiempo Varios tipos de familia: la familia extensa, con casa propiamente dicha, con hacienda, parientes y criados, podía vivir con más fidelidad las normas de pureza israelita; la familia pequeña y más pobre, estaba formada por esposos con dos o tres hijos, solía tener un sentido distinto de propiedad, de honor-vergüenza, y además resultaba para ella más difícil vivir según las normas exigentes de pureza que estaban introduciendo los fariseos; había, finalmente, un fuerte desarraigo: muchos no tenían casa o compañía honrosa, tanto en contexto rural como en el urbano, de manera que abundaban los pobres, leprosos, enfermos y expulsados de la sociedad, personas sin familia. Precisamente a estos últimos, que no podían formar parte de los grupos de pureza ni de las buenas familias, se dirigió el mensaje de Jesús. Jesús ha buscado su familia o grupo entre los expulsados de la casa de pureza israelita: no ha venido a buscar a los sanos, sino a los enfermos (cf. Mc 2, 17 par) y de un modo especial a los pecadores, con quienes ha compartido la mesa (cf. Mc 2, 16). La tradición le presenta como amigo de publicanos y pecadores (cf. Mt 11, 19). Con ellos y para ellos ha querido fundar una familia de reino. En ese contexto puede situarse el principio de la parábola del sembrador, que siembra semilla de Dios en todas las tierras y no sólo en aquellas que parece que están bien preparadas (cf. Mc 4, 4-8). De esa forma, desde los marginados del judaísmo nacional y de otros sistemas de sacralidad excluyente, ha querido suscitar una familia nueva, en la que son primeros los más pequeños, los niños y los pobres, los excluidos y expulsados de todos los sistemas de poder del mundo (cf. Mt 18, 1-15 par).
6. Miembros de la familia mesiánica de Jesús.
Entre los miembros primeros de la familia mesiánica de Jesús podemos citar estos:
(a) Los pobres en sentido material, hambrientos y enfermos, aquellos que no puede disponer de bienes de este mundo, conforme a la primera bienaventuranza (cf. Lc 6, 20-21).
(b) Los que lloran, tristes y afligidos; que no pueden alcanzar consuelo en este mundo, los que viven en el margen del llanto y la locura, conforme a la segunda bienaventuranza (cf. Lc 6, 21).
(c) Los oprimidos bajo el poderío de los grandes, humillados de la tierra, marginados de la cultura, expulsados del sistema social de dignidades, como supone el canto de María (Lc 1, 52) y Mt 25, 31-46.
(d) Los pecadores, expulsados del espacio legal israelita, aquellos que no pueden ni siquiera recibir el consuelo de pensarse significativos, dueños de su vida y su futuro sobre el mundo (cf. Mc 2, 13-22).
(e) Los niños y todos aquellos que aparecen como menos importantes, porque no pueden mandar, ni dirigir, ni imponerse sobre nadie, pues se encuentran en manos de los otros (Mc 9, 33-37; 10, 13-16).
(f) Aquellos que no cuentan, al menos dentro de un contexto social de pureza patriarcalista, centrado en los valores nacionales de Israel; entre ellos se han citado a veces mujeres y soldados (cf. Mt 8, 5-13; Mt 14, 21 par). A favor de estos ha empezado Jesús a edificar su Reino. No ha buscado a los grandes, que podrían ayudarle con armas, político o dinero, sino que ha salido por plazas y calles (cf. Lc 14, 15-24), llamando a caídos y arrojados (cf. Mt 9, 35-38), enfermos e incapaces. Significativamente ha dejado fuera de esa familia de Reino a los celotas, fuertes y expertos militares, a los sacerdotes de familias levíticas puras, defensoras del orden legal establecido, a los fariseos, separados del mundo corrompido, y a los apocalípticos que congregaban un resto bueno para el juicio. Como profeta de los pobres, que se abre a todos los hombres, ha proclamado su mensaje, escogiendo como portadores y destinatarios de su Reino a los últimos y pobres.
7. Discípulos de Jesús, creadores de familia.
No ha buscado a unos discípulos para que se salven sólo ellos (pues ha ofrecido salvación a los pobres, pecadores y perdidos de la tierra), sino para que le acompañen en la tarea de anunciar y ofrecer el Reino a todos. Por eso, sus discípulos no pueden formar un sistema sacral separado, que excluye a los de fuera (como cierto judaísmo e iglesia posterior), sino que ellos han de ser portadores y signo de una llamada universal, mensajeros de una salvación que les sobrepasa (cf. Mc 3, 32-35; 6, 7-13). Los enviados de Jesús, itinerantes del Reino, han de ponerse al servicio de todos, empezando por los excluidos de los sistemas del mundo, pues precisamente ellos, marginados y pecadores, son portadores de la gracia de Dios, abierta a la boda y banquete del Reino. (a) El Reino es familia de pobres, que celebran la boda de amor, banquete al que todos están convocados. Por eso ha de extenderse en forma excén¬trica, abierta a los excluidos, y en ella encuentran lugar buenos y malos, pobres y aquellos que ayudan a los pobres, cojos-man¬cos-ciegos de todos los caminos y plazas de la tierra (cf. Lc 14, 15-24; Mt 22, 1- 10; 25, 31-46). (b) Al servicio de esa familia y banquete están los compañeros y amigos de Jesús, a quienes él mismo ha convocado (cf. Mc 1, 16-20; 2, 15; 3, 13-19; 6, 7-12; Lc 8, 2-3 etc), para que formen con gentes que vienen de todas márgenes del mundo (publicanos y prostitutas, hambrientos y enfermos), una comunidad o círculo de escucha y palabra (cf. Mc 3, 35) que ha de abrirse a todos los hombres. En ella se incluyen las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28) y aquellos que vienen de oriente y occidente para el gran banquete (cf. Mt 8, 11), en el que e incluyen los pobres y aquellos que sirven a los pobres (cf. Mt 10, 5-14 par; 25, 31-46).
8. Familia y sociedad.
Jesús quiere una familia de amor, no de poder. «El ataque de Jesús va dirigido contra el verdadero eje de poder de la familia mediterránea, que determina la superioridad del padre y la madre respecto del hijo, la hija y la nuera (cf. Mc 3, 31-35; Lc 11, 27-28; Lc 12, 51-53)… La familia es una sociedad en miniatura, el ámbi¬to donde por primera vez y con mayor profundidad aprendemos a amar y a ser amados, a odiar y a ser odiados, a ayudar y ser ayudados, a abusar y a ser víctima de los abusos de otro. La familia no es sólo un ám-bito de tranquilidad doméstica; dado que implica la existencia de un de¬terminado poder e invita al abuso de poder… Pues bien, precisamente ese rasgo es objeto de los ataques de Jesús. A diferencia de lo que es habitual en el mundo mediterráneo y prácticamente en cualquier entidad familiar humana, el ideal de asociación de Jesús es el grupo abierto por igual a todos los individuos bajo la autoridad de Dios»