Discusión sobre Jesús y el divorcio (con M. Bruzzone)

Mario Bruzzone, caro amigo de esta página, dirige en Periodista Digital un precioso blog titulado “La Locura de Vivir Compartiendo”, donde expone y defiende, de manera incesante y sabia, un programa intenso de comunión de bienes y experiencias, es decir, un cristianismo vital y compartido. Vayan, quienes quieran conocer su respuesta ante la crisis, a sus últimas entradas, en torno al origen y sentido de las “deudas”, en clave familiar y social. A todos mis amigos recomiendo el blog de Mario(http://blogs.periodistadigital.com/la-locura.php).

Su propuesta de fondo, que es básicamente social, se encuentra muy vinculada al “matrimonio”, pues no puede existir comunión familiar, social y económica (política) sin comunicación personal y, en esa línea, sin fidelidad una fidelidad básica entre los esposos. Donde esa fidelidad y unión se rompe, se rompen todos los diques del agua remansada de la vida y se produce, a la larga, la lucha de todos contra todos. Pues bien, en ese contexto, M. Bruzzone sostiene que la “ley del divorcio”, tal como ha sido formulada por Dt 14, 1-3, va no sólo en contra de Gen 1, 27, sino de la misma ley de Dios (tal como ha destacado Jesús). Eso supone, según M. Bruzzone, que en el AT hay leyes y normas que van en contra de la voluntad de Dios (que no se pueden admitir como palabra revelada).

M. Bruzzone me ha mandado una página defendiendo su postura, y se lo agradezco mucho, porque nos permite avanzar en el tema que propuse la semana pasada en este blog, con un trabajo mío y con otro de A. Álvarez.



Admitiendo el gran valor de la propuesta de Bruzzone, quiero después matizarla (no rechazarla), pues, a mi juicio, la visión de la Biblia sobre el tema ha de incluirse en un contexto más amplio, que puede resumirse así:

a. Entre los diez mandamientos, no hay ninguno sobre el matrimonio, ni sobre el deber de cuidar a los hijos, sino sobre el cuidado de los padres.
b. El matrimonio empieza siendo una institución civil, como muestra la imagen de unas bodas romanas (Gran parte de la legislación posterior sobre el matrimonio viene en occidente del Derecho Romano).
c. En principio, al menos para los cristianos, "el divorcio no es bueno", porque Dios quiere la unión, no la separación(Gen 1-2) y porque Jesús quiere que las parejan puedan ser fieles hasta la muerte... y porque, en general, los divorcios suelen ser dolorosos.
d. Pero hay casos complejos y es preciso regularlos, para bien de la mujer (o de los dos, o de los hijos), como quiso Dt 24 (aunque de un modo "machista") y como hacen Pablo y Mateo (cf textos analizados por un servidor y por A. Álvarez Valdés). En esa línea avanzan mis consideraciones.



1. LA PROPUESTA DE M. BRUZZONE:
ANTIGUO TESTAMENTO EN CONTRA DE LA LEY DE DIOS (Y DE LA VERDAD DE JESÚS).


TEXTOS

"...«Que el hombre no separe lo que Dios ha unido». Le replicaron: «Entonces, ¿por qué‚ Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?» El les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio»..."
Mt.19, 5-9 (Biblia El Libro del Pueblo de Dios)


"...«¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?» Él les respondió: «¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?» Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella». Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación Dios los hizo varón y mujer... y los dos no serán sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido»..."
Mc.10,2-9 (Biblia El Libro del Pueblo de Dios)


COMENTARIO:

Ambos textos refieren, que lo expresado por Jesús fue la respuesta a una pregunta de los fariseos, la cual fue hecha "para ponerlo a prueba".

Por otra parte también indican, que con posterioridad a lo que podríamos llamar "la respuesta oficial" que les dio a ellos, más tarde, en forma "privada", Jesús y los apóstoles continuaron conversando sobre ese tema.

Es decir, que sin duda alguna debemos asumir que esos textos relatan un tema importante, algo que fue expuesto por Jesús, no sólo al responder públicamente a los fariseos, sino que también fue “meditado”, reflexionado en profundidad más tarde con los apóstoles, por lo cual debemos suponer que en la redacción de ambos Evangelios se procuró transmitir con fidelidad lo expuesto por Jesús con relación a ese tema.

De forma alguna es mi interés ingresar en este momento, en el análisis de lo que podríamos considerar el “tema central” (el divorcio) no sólo por cuanto sobre eso se ha escrito ya infinidad de cosas (y probablemente se lo siga haciendo) sino también porque mi objetivo al redactar estar líneas es completamente distinto.

Es decir, que ahora me interesa referirme a un aspecto que resulta “aparentemente” periférico, o anecdótico, y que consiste en que la respuesta dada por Jesús, presenta dos cuestiones que estimo deben ser analizadas con mucho cuidado, sobre todo con relación a mi postura de que no es posible tomar “tan” al pie de la letra los textos bíblicos.

1. EN PRIMER LUGAR ME PARECE ABSOLUTAMENTE OBVIO QUE
JESÚS VIENE AQUÍ, Y EN FORMA MUY CLARA, A MODIFICAR LA LEY DE MOISÉS.


Y lo hace pese a que, según se nos relata en otro pasaje bíblico había afirmado: "...No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecer ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos..." (Mt. 5,17-19 Biblia El Libro del Pueblo de Dios.

Por supuesto alguien me podrá decir, que en rigor de verdad lo que hizo Jesús fue "reestablecer" lo que era "ley original", según se lo señala en esos mismos textos al afirmar, "...pero al principio no era así...", "Pero desde el principio de la creación...".
Y puede ser que sea así.

Pero, sea como fuese, es decir, sea por la circunstancia que fuera, en realidad vino a abolir o, si se prefiere a modificar, muy claramente la Ley que había establecido Moisés al respecto.
Y lo que a mí me interesa ahora es señalar, que ESO LO HACE pese a que en otro momento había dicho —y también con suma claridad— que no venía a abolirla.

Es decir que para mí, pocas dudas caben en afirmar que existen, entre esas palabras de Jesús, una muy clara contradicción.

2. AL PRINCIPIO NO FUE ASÍ

El segundo aspecto a tener en cuenta tiene que ver, con la aclaración que efectúa el Señor Jesús referida a que "… al principio no era así..."

En efecto, si al inicio de los tiempos no fue así, debemos entonces asumir que en esa “época remota” de las vivencias de la humanidad (o al menos del pueblo hebreo) no existía el divorcio y, lo que es más importante aún (por lo menos teniendo en cuenta la posición negativa hacia el divorcio que el Cristo expresa) no existía el divorcio porque NO DEBIA existir.

La cuestión a analizar, entonces, es la siguiente.

Si eso era así, porque era "lo correcto", ya que debemos pensar, conforme las palabras de Jesús, que tal situación era lo que Dios consideraba “bueno”, lo mejor para los seres humanos, ¿por qué entonces permitió que Moisés disponga como válida, esa forma de romper las parejas humanas?

3. MOISÉS CAMBIÓ LA LEY DE DIOS

Según lo que dice Jesús, Moisés lo estableció a causa de la "dureza del corazón de los hombres".

Pero lo que yo me planteo es algo absolutamente independientemente de los motivos que, en forma “personal” hubiese tenido ese "Gran Patriarca y Legislador del Pueblo Hebreo", ya que, lo que estoy procurando descubrir, es lo que llamaría "la motivación DE DIOS al hacerlo".

En efecto, según el texto del Evangelio parece que la ley fue cambiada “válidamente” por el simple accionar de Moisés (de un simple hombre) y no por Dios.

Sin embargo, lo hecho por Moisés al respecto, es tomado SIEMPRE por el pueblo israelí (y también por mis buenos hermanos de las Iglesias Reformadas) como “verdadera” Ley de Dios.
Y, al referirme a Moisés, puse expresamente eso de "gran Patriarca" por lo siguiente.

Si eso constituyó un simple cambio humano, lo que hizo Moisés fue no sólo incumplir, sino que también “enseñó” a incumplir la ley del "no divorcio" al establecer ese sistema de separación de las parejas, por lo cual, conforme las palabras de Jesús, sin duda alguna tendría que ser considerado como el "menor" en el Reino de los Cielos, ¿NO?

Sin embargo, creo que siempre fue (y es) considerado por el pueblo hebreo como el MAYOR DE LOS PROFETAS.

Evidentemente, todo esto no queda claro. Yo diría mejor que no queda PARA NADA CLARO y, tal cual como trato de explicarlo siempre, sobre todo a mis buenos amigos de las Iglesias Reformadas que alegan “seguir siempre al pie de la letra” lo indicado en los textos bíblicos, evidentemente es imposible adjudicarle ese embrollo al buen Dios.


B. MATIZACIONES DE X. PIKAZA.
EN PRINCIPIO, NO AL DIVORCIO... PERO LO HAY, Y ES BUENO REGULARLO


Valoro mucho la propuesta de M. Bruzzone, y por eso he querido publicarla. Pero, a mi juicio, ella debe “matizarse”, como haré en tres tiempos:

1. En el AT no hay ninguna ley sobre el divorcio

a. El divorcio es un hecho, no una ley. El AT no contiene ninguna ley positiva sobre el divorcio: Nunca dice que el marido puede divorciarse, ni en qué condiciones… Simplemente supone que hay divorcio, lo supone como un hecho social, contra el que nadie puede oponerse, de hecho (lo mismo que sucede en los pueblos del entorno).

b. Dt 24, 1-3, la gran “ley contra sobre el divorcio” (como a veces se dice) no es una ley positiva (no manda divorciarse), sino una ley de “regulación” de los divorcios que existen de hecho, poniendo dos reservas básicas (dos limitaciones) a favor de la mujer (¡precisamente a favor de la mujer):

1. El marido no puede expulsar a su mujer sin darle una garantía jurídica (un acta o librito/libelo de repudio). Ella no se va con las manos vacías, sino con un documento que sella su libertad legal y personal.

2. El marido que ha expulsado una vez a su mujer… (humillándola así) no puede casarse con ella otra vez (para quizá expulsarla de nuevo). No se puede someter a una mujer a una humillación de este tipo.

3. Hay en el AT otras leyes en defensa de la mujer que aquí no cito. Entre ellas el caso famoso de un hombre que ha “violado” a una virgen… Tiene que casarse con ella, y nunca puede expulsarla.

2. Según eso, estrictamente hablando, Jesús no se opone a una Ley del AT.

1. No se opone, porque no existe tal “ley”, sino una regulación para “matizar” (limitar) el poder ordinario del varón.

2. La matización de Jesús va en la línea de la que ofrece ya el DT 24 (obliga al varón a dar un “libelo”.

3. Se sitúa en la línea de la escuela de Sammai, aunque llega a un límite al que no ha llegado Sammai, oponiéndose al “derecho” supuesto de varón de expulsar a la mujer.

4. Deja abierta la puerta a las concreciones “legales”, en la línea de Mt (porneia) y de Pablo (en caso de ruptura de la parte no creyente)


3. Concreción de Jesús según Marcos: Lo que Dios ha unido (10, 1-9)

Jesús, a quien Marcos presenta como intérprete autorizado de la Palabra de Dios (cf. 2,23-28; 7,1-23; 9,9-13), aparece en la cuestión del matrimonio como un super-escriba que entiende, compara, supera y aplica la palabra de la Biblia. No busca una ley nueva, sino que descubre en la Escritura una Palabra originaria, que supera el nivel en que se sitúa la ley matrimonial de los fariseos, que concede a los varones el poder de expulsar a sus mujeres (de divorciarse de ellas).

1. Relativiza el texto al que apelan los fariseos (Dt 24,1), haciendo ver que se trata de una concesión temporal y no de una ley definitiva («por la dureza de vuestro corazón... »: 10,5). Esa forma de interpretar una “ley” del Antiguo Testamento a partir de otra más precisa (o más importante) la aplicaron otros rabinos y maestros de aquel tiempo, pero nadie con la fuerza de Jesús, como indica Mc 7 (ley de comidas) y este pasaje sobre el matrimonio

2. Busca un texto más originario e importante, y de esa forma sitúa al ser humano en el principio de la creación: «Varón y mujer los creó...; serán ambos una sola carne» (10,6-8), con cita de Gn 1,27; 2,24). De esa forma emplea un método exegético que hallamos en Pablo (Gál y Rom), cuando expone la libertad del hombre mesiánico, apelando a Abrahán, que está antes de Moisés.

3. Ofrece una sentencia conclusiva: «Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre» (10,9). Desde esa base, en contra de la visión farisea y rabínica, Marcos interpreta la ley de Moisés como palabra o concesión del hombre, no como expresión de la voluntad primigenia de Dios. Hasta aquí, el texto ha querido defender a la mujer en contra del riesgo de sometimiento en que ella vive, conforme al derecho masculino del divorcio.

En el camino de entrega de Jesús cesa el patriarcalismo, es decir, la ley del padre y varón que se impone sobre el resto de la familia, y de un modo especial sobre la esposa. Varón y mujer aparecen ahora como igualmente responsables, sin que uno pueda imponer su ley-dominio sobre otro. Esta responsabilidad en el amor mutuo, en dimensión de permanencia o fidelidad matrimonial, queda luego destacada en la profundización cristiana (10,10-12), en la que Jesús, reunido en casa con los suyos, les explica el misterio de la igualdad esposo-esposa en gesto de vinculación matrimonial definitiva.

4. Para situar el “matrimonio” en el contexto evangélico, en Marcos

El Jesús de Marcos invita a los oyentes/lectores superar los vínculos anteriores de genealogía y familia patriarcal. Sólo esa ruptura permite entender el valor de la mujer y la fidelidad del matrimonio (que es de fe, no de ley). El evangelio no es un proyecto de renuncia, sino de creatividad humana, que se expresa también en claves de matrimonio, es decir, de fidelidad humana. Así podemos precisar el tema a partir de algunos textos y motivos del evangelio de Marcos.

1. El signo del novio, un ideal mesiánico (2, 18-22). La presencia mesiánica del novio (Jesús) transforma la vida de sus "hijos" (=amigos), de tal forma que su iglesia puede y debe presentarse como espacio de bodas, donde, en principio. los “invitados” (los cristianos) comen y visten de fiesta, no ayunan.

2. Milagros de mujer, signo de bodas (5, 21-42). Tanto la hemorroísa como la hija de Jairo han enfermado por imposición masculina de pureza. Curarse significa para ellas acceder a la libertad personal, en la que es posible el matrimonio entre iguales.

3. Padre y madre como objeto de cuidado de los hijos. Ambos por igual son valiosos (sagrados) por encima de la sacralidad del templo. Liberarse del padre en cuanto poder patriarcal (cf. 3, 31-35 y 10, 28-32, donde no aparece la figura del padre), significa asumir un compromiso más alto de ayuda a los padres en cuanto necesitados (7, 9-14).

4. Igualdad y permanencia matrimonial (10, 1-12). Jesús niega al varón el derecho impositivo (de divorcio) sobre la mujer, haciéndoles iguales en fidelidad fundada en la voluntad de Dios y avalada por la entrega de Jesús.

5. ¿Matrimonio dominado por la madre? La nueva familia consta de madres/hijos y hermanos/hermanas (10, 28-30; cf. 3, 31-35). No se citan los padres, quizá para evitar el patriarcalismo, pero están incluidas las madres, en una iglesia que es lugar de cuidado materno para los niños (9, 33-37; 10, 13-16).

6. Serán como ángeles... Frente al matrimonio levirático, que parece convertir al varón en dueño de la esposa (¡una misma mujer fue esposa de siete hermanos, que fueron dueños de ella), ofrece Jesús un proyecto de unión personal sin dominio de uno sobre otro (12, 18-27).

La fidelidad matrimonial es en Marcos un signo importante de reino, vinculado a la voluntad de Dios y al camino de entrega de Jesús. La iglesia posterior ha repatriarcalizado con frecuencia el matrimonio, haciéndose contraria a la intención más honda de Marcos.
Volver arriba