Gabriel Letelier, Una Teología Emergentista

Desde hace algún tiempo viene entrando en mi blog Galetel, siempre con figura, profundidad y respeto. Más de una vez he querido escribirle, para preguntarle de dónde viene y por dónde va, pero siento un gran respeto por los comentaristas y no lo he hecho. Últimamente, un Rabino Mayor (¿infiltrado?) de este reino de taifas del blog ha dictado sentencia y le ha condenado por hereje, decidiendo (por su cuenta y riesgo, sin autoridad ni ciencia especial) que no cree en la resurrección. Otros comentaristas le han defendido. Él se ha limitado a decir que quien quiera saber lo piensa puede ir a su portal, dando sus señas. Es lo que he hecho, viendo que tiene una largo producción filosófico-teológica de gran hondura, firmada con su nombre Gabriel Letelier Guzmán, acompañada de su foto y ficha (incluso con teléfono y domicilio). Quien tenga interés puede buscarla pronto.


Quiero añadir tan sólo que me honro de la presencia de D. Grabiel Letelier en mi blog. He recordado cosas buenas de su extensa familia chilena, he leído bastantes de sus páginas y me siento en sintonía con muchos de sus planteamientos, en una línea de honrada y profunda teología cristiana. Gracias, Gabriel, no quiero suplantar tu “portal”.

Quien desee dialogar con él sobre la fe y la resurrección (y sobre una visión cristiana de la naturaleza y de la historia, en línea emergentista, siempre aceptada en la Iglesia Cristiana, desde Ireneo y Orígenes...) sabe cómo y dónde puede hacerlo, directamente con él, en línea rabínica o dialogal (¡y recuerdo que el buen rabinismo ha sido siempre dialogal!). Pero, al mismo tiempo, le digo: Gabriel, aquí en mi blog tienes un sitio por el que pasar, serás siempre bienvenido. Aprovechándome de su amabilidad, hoy cito dos de sus páginas, sobre la resurrección. Quien quiera saber más vaya a su portal. Buen día a todos.

Galetel 1: la resurrección de JESUCRISTO
http://galetel.webcindario.com/id28__52___resurreccion.htm

52._ RESURRECCIÓN

Recibieron este mensaje, tuvieron esa convicción. Contaron que habían tenido visiones, cada uno por separado y en conjunto. ¿Alucinaciones? ¿Autosugestión provocada por la necesidad de consuelo? ¿Delirio colectivo? Desde luego, tuvieron que ser unas alucinaciones extremadamente vívidas para crear esa recuperación, esa confianza extraordinaria. Si locura había sido seguir antes a ese Maestro, ¿qué sería ahora, en presencia de su cadáver? Y no se reconfortaron por unos días, sino por el resto de sus vidas, hasta entregarlas al martirio por su fe. Esta inmensa convicción, no de un solo hombre sino de todo un grupo, no pudo haber sido alcanzada basándose en dudosas visiones propias ni ajenas. ¿Qué ocurrió entonces?
Nosotros creemos en lo que ellos mismos afirmaron: que su convicción fue obra del espíritu de Dios, actuante en sus mentes, como antes actuó en las mentes de los profetas de Israel. La capacidad creativa de los apóstoles, que transformaría al mundo, no era sino la capacidad creativa de Dios, inspirada de una manera directa y especial en ellos, para seguir realizando la obra de la Redención. Y el mensaje del Espíritu era éste: "Jesús, el que fue crucificado, ha resucitado; es verdaderamente el Mesías, el Cristo; os precede en la resurrección universal de todos los hombres a la vida eterna con Dios; creed en Él, convertíos para entrar en su Reino".


53._ PRIMICIA

Dios, en su nivel supremo de emergencia cósmica, prosiguió su plan de salvación. Él no es un Dios de muertos, sino de vivos. Él "es" la vida. Su poder es inimaginable. Él quiso, y pudo, resucitar a su Ungido, a su representante único y auténtico, a su Hijo tan amado en quien se complace; a la Palabra que salió de su boca para encarnarse en la historia humana, en el interior del proceso temporal; a Sí mismo.
Dios murió en Él, para hacerse como sus criaturas, ínfimo y efímero; ahora Él vivirá en Dios, para hacer a esas criaturas inmensas y eternas, como Dios.
Jesús de Nazaret, ese galileo de una época perdida en la historia humana, de un pequeño lugar de Asia, en el pequeño planeta Tierra, en el pequeño Sistema Solar, en una pequeña galaxia perdida en el Universo, es ahora la primicia de una Nueva Creación, la piedra angular de una Nueva Construcción, la Palabra que vuelve a Dios no vacía; el Hijo que, habiendo cumplido la voluntad del Padre, habiendo cumplido su misión, trae sus frutos, sin haber perdido ninguno. El que atraerá todo hacia sí; el que aglutinará una Nueva Realidad, un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva; como el cristal que --inmerso en una solución-- provoca la cristalización de todo su entorno.
Ese hombre, Jesús, ha resucitado. En el umbral de la emergencia divina. En ese momento culminante de la evolución cósmica, que --hablando en el tiempo propio del universo-- dista de nosotros probablemente miles de millones de años. Pero que coincide también con un momento concreto pasado de nuestra historia, en un "bucle" temporal causado por la acción redentora del espíritu de Dios, el Espíritu Santo, procedente del Padre y del Hijo, que anuncia esta resurrección a los hombres.
Los discípulos fueron, pues, "llenos del Espíritu Santo". De ahí vino su convicción en la resurrección de Jesús; de ahí vino su enorme capacidad creativa. Ellos experimentaron en pasado lo que es futuro, trocaron la incertidumbre de lo futuro por la certeza de lo pasado; el acontecimiento de la resurrección de Cristo vino a ser un momento de la historia, hace veinte siglos, que es anticipatorio de un momento futuro en el umbral de la emergencia última, probablemente dentro de miles de millones de años. Es una anticipación real, no simbólica ni ilusoria. Cristo resucitó/resucitará al fin de los tiempos; y nosotros resucitaremos con Él.

54._ REIMPLANTACIÓN

Nuestros cuerpos serán destruidos por la muerte. Pero la información que definía nuestra identidad: el programa genético que determinaba la estructura y funciones de nuestros organismos, la memoria y la mente que nos permitían ser conscientes y persistentes, todo nuestro "software", --nuestra "alma"--, será accesible al conocimiento de Dios. No habrá almas que subsistan como entes autónomos, incorpóreos, como fantasmas que "vivan" en un ultra-mundo esperando el fin de los tiempos. No; simplemente desapareceremos después de nuestra muerte y volveremos a aparecer en el umbral de la emergencia final. Para nuestra conciencia personal no habrá transcurrido plazo alguno entre ambos instantes: la muerte y la resurrección coinciden en el tiempo personal, aunque en el tiempo propio del universo estén separadas por miles de millones de años. Esto ocurrirá a todas las personas que existen, hayan existido, y existirán hasta ese momento final. Dios, desde las alturas, desde la cima del proceso de evolución cósmica, verá, conocerá completa y exactamente, toda la información universal de todos los tiempos, en particular toda la información que nos determinaba, a cada uno, como personas. Y querrá, y podrá, resucitarnos; reimplantar nuestro "software" en un nuevo "hardware", nuestras "almas" en nuevos "cuerpos", pero cuerpos diferentes a los antiguos para vidas diferentes de las antiguas, cuerpos espirituales para vidas eternas.

Galetel 2. La Resurrección.
http://www.scribd.com/doc/31223884/08-
La-Resurreccion-Comentarios-de-Teologia-Emergentista


Yo tengo una firme esperanza: que todas las personas humanas (y hasta las no- humanas... pero dejemos eso) resucitaremos a una vida eterna más allá de la muerte. Una esperanza y una fe que han compartido tantas culturas, en diferentes formas.
Pero parece que nuestra cultura occidental actual, por rigor empírico, por razón científica y por “fidelidad a la tierra”, la está desechando. ¿Qué puede significar esta “resurrección” para la mentalidad moderna?
Desde luego, no puede ser la separación y “pervivencia” de un alma inmortal; ya no
podemos aceptar ese dualismo platónico.
Tampoco puede ser la revivificación de un cadáver: las moléculas que circunstancialmente constituyeron el cuerpo de la persona en el momento de su muerte, no determinan en absoluto su identidad. (Pensemos que esas moléculas pudieron formar parte anteriormente de los cuerpos de otras muchas personas, y que la persona adquirió y desechó innumerables de esas moléculas en sus células, durante su vida).
Tendría que ser una casi inconcebible “reimplantación” de toda la información que estructura, programa y define a una persona –su programa genético, su memoria, lo que capacita sus funciones específicas y la hace persistente: todo su “software”— en un nuevo soporte, material o “espiritual”, un nuevo “hardware”, un nuevo cuerpo.

¿Por qué tendría que ocurrir así? Ninguna mentalidad actual medianamente científica
podría concebirlo como un proceso natural. Pero la fe y la esperanza humana...sí.
Para muchas culturas y religiones, esto es cierto. Por ejemplo, para judíos y musulmanes. Si se preguntara a un judío o a un musulmán por la resurrección de un ser humano cualquiera, por ejemplo Jesús de Nazaret, contestaría sin duda: ¡resucitará, como todos!
¿En futuro? ¿Por qué no en presente o en pasado? Desde luego, un fenómeno tal no es un fenómeno histórico normal. No pertenece a un momento y a un lugar del espaciotiempo normal, sino a un “punto límite”. Puede pensarse con propiedad que todo fenómeno de resurrección pertenece al “último día” de la historia, al fin de los tiempos. Es un fenómeno escatológico. Para los que lo piensan desde el “exterior”, ocurre en el final, en el umbral de la Emergencia Final, de la Novedad Última. Pero para la persona que resucita, coincide con el instante experiencial de su muerte. Su muerte y su resurrección las experimenta como simultáneas.
Por eso, adaptando el punto de vista del “observador externo” al “interno” de la persona resucitada, puede decirse que la persona “resucita” –en presente- o que “resucitó” –en pasado- en el momento en que muere o que murió. Por ejemplo, yo puedo decir que mi padre –que murió hace dieciséis años— “ya resucitó”. Y así, conduciéndolo un poco, un judío o un musulmán podría llegar a afirmar ciertamente que Jesús de Nazaret “resucitó”, ¡como todos!

Pero yo NO pienso así. Creo que la resurrección de Jesucristo es absolutamente única.
En dos aspectos fundamentales: la necesidad y la certeza.

Pienso que la resurrección de Jesucristo es la única resurrección que esnecesaria, debido a que Jesucristo es la encarnación de Dios mismo, y el anonadamiento de Dios – que culminó en su muerte— “rebota” necesariamente –con necesidad absoluta— en una restauración, una reparación de su divinidad.

Además, pienso que la resurrección de Jesucristo es la única provista de certeza, porque ha sido comunicada por el Espíritu de Dios a los Discípulos, y a través de su testimonio a los que hemos compartido su fe. Es la única resurrección que puede afirmarse en pasado –“resucitó”— en un sentido histórico, porque el Espíritu Santo hizo “coincidir” su momento escatológico con un momento histórico del pasado, trocando la incertidumbre del futuro por la certeza del pasado, en esa afirmación pentecostal “proléptica”: “Cristo ha resucitado”.

Y como compartió nuestra naturaleza humana, nos hace compartir –ya, aunque todavía no— su resurrección a la vida eterna; con Él por Él y en Él, en una Nueva Creación.

“Dijo Marta a Jesús: ‘Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano’.(...)
Le dice Jesús: ‘Tu hermano resucitará’.
‘Ya sé, le respondió Marta, que resucitará el último día, en la Resurrección.’
Jesús le respondió: ‘Yo soy la Resurrección y la Vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.
¿Crees esto?’
Le dice ella: ‘Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios,

el que había de venir al mundo.’” (Juan 11, 21-27).
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En mi opinión, la rehabilitación de la víctima Jesús de Nazaret, y con él de todas las víctimas de la historia -presentes, pasadas y futuras-, es el elemento principal y central de la Buena Noticia del cristianismo.
“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis…al Señor que lleva a la Vida hicisteis morir. Pero Dios le resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. (…) Vosotros sois los hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con vuestros padres al decir a Abraham: ‘En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra’. Para vosotros, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo y le ha enviado para bendeciros”.(Hechos 3: 13, 15, 25)
“Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día.” (Juan 6, 38-39).

Es nuestra principal esperanza.

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Creo que la muerte de cada ser humano no es una extinción sino un paso a la vida eterna, pero no por necesidad de la naturaleza humana, sino por GRACIA del Amor de Dios.

El caso de la muerte/resurrección de Jesucristo, en cambio, es un caso singular.
Su resurrección a la vida eterna se debe a la NECESIDAD ABSOLUTA de su
naturaleza divina, es decir a la necesidad absoluta del Amor de Dios.
La gracia otorgada a la naturaleza humana NO se aplica a la resurrección de Jesucristo,
sino que brota de ella.
Su naturaleza divina, al resucitar necesariamente por necesidad absoluta del Amor de Dios, “arrastra” a su naturaleza humana, y con ella a todos aquellos con quienes él quiso compartirla.
-02-
Una persona no está determinada por las moléculas que constituyen su cuerpo. De hecho, esas moléculas van cambiando continuamente durante la vida; se van captando nuevas de los alimentos, y se van desechando otras en las células muertas. Las células muertas van a restituir al medio sus moléculas, que pueden llegar posteriormente a integrarse en alimentos de otras personas. De manera que cualquier persona puede poseer en su cuerpo, en un momento dado, moléculas que han formado parte de los cuerpos de otras personas todavía vivas o ya muertas.
Tengo una firme esperanza: que todas las personas resucitaremos a una vida eterna más allá de la muerte. ¿Qué puede significar esta “resurrección” ...
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