J. J. Hernández vuelve, tras 40 años, a la iglesia de los comienzos
Nunca se había ido, le habían despedido los que tenían miedo de la libertad en la enseñanza y en la iglesia. De manera educada, con un sencillo “decíamos ayer”, vuelve tras 40 con este libro, retomando ge raíz los temas fundamentales de su Teología de la iglesia del Señor. La Nueva Creación, Sígueme, Salamanca 1986. Ésta es una historia que merece contarse, una buena gran noticia, entre las muchas tristes noticias de iglesia.
| Xabier Pikaza
Un recuerdo personal, una triste historia
Estudié teología (licenciatura, doctorado y tesis) en la Pontificia de Salamanca (1964-1967) y tuve profesores “dignos”, cercanos, honrados… tradicionales, lo que había, lo mejor del pasado.
Pero la revolución de cierto post-vaticano II los barrió a “casi todos”, entre el 1970/1972. Vino de Visitador Pontificio A. M, Javierre (luego cardenal). Vio, miró y expulsó a casi todos, de un modo poco elegante…, por impulso de estudiantes y colegas que ocuparon su puesto y fueron poco después profesores, obispos y cardenales…
Cuando volví a Salamanca ya de profesor (año 1973) ya no había ninguno de la vieja escuela. Se habían ido con honradez, como habían vivido y enseñado.
Entre el año 1973-1977 fui colega de J. J. Hernández, sin enterarme mucho de lo que pasaba en el fondo, cómo se iban (¿nos íbamos?) colocando los recién llegados. No digo nombres. A los que no conocen aquello no les importa, los que lo conocieron ya saben… Sólo sé que J. J. Hernández publicó su tratado de Iglesia (La nueva creación 1976), que lo leí inmediatamente y que me sentí confortado…
Pero inmediatamente se produjeron “movimientos” que son los normales en caso de “revolución, sea política, sea universitaria. Se abrieron grietas entre los “nuevos ocupantes”, algunos se hicieron con la “verdad oficial” y el poder… Y otros fueron apartados… Cayeron, fueron expulsados o no “mantenidos” algunos de los mejores. Aquí pongo nombres: Juan J. Hernández, S. Chamorro, J. M Mújica, M. M. Garijo, Senén Vidal (no cito a los ascendidos a obispos, cardenales etc.).
Pequeña nota bio-bibliográfica (tomada de mi recensión de Jesús de Nazaret, RD (23.05.17)
Juan José H. Alonso nació en Aldehuela de Yeltes, Salamanca (1934), ordenándose como presbítero de la diócesis de Ciudad Rodrigo. Cursó estudios de teología en la Universidad Gregoriana de Roma (1955-1959), y se especializó en la Universidad de Münster, Alemania, realizando un trabajo de investigación sobre La Pertenencia al Cuerpo Místico, bajo la dirección del Prof. H. Volk, que fue la base de su tesis doctoral en Teología, defendida en la Universidad Pontificia de Salamanca (1970).
A partir de aquel momento fue durante un fecundo sexenio (1970-1976) profesor de Eclesiología en la misma Universidad P. de Salamanca, donde coincidimos durante cuatro años, siendo colegas y amigos (1972-1976). Como culminación de esa etapa que debía ser “preparatoria”, publicó a modo de “habilitación” su tratado de Eclesiología, uno de los más importantes que se escribieron en castellano a partir del Concilio Vaticano II, con el título La nueva creación. Teología de la Iglesia del Señor (Sígueme, Salamanca 1976), un libro de 522 páginas, que marcó una etapa en los estudios de esa materia.
Muchos de los que enseñábamos en Salamanca pudimos reconocernos en esta obra, que implicaba el primer intento serio de recepción y recreación de la Eclesiología del Vaticano II, vinculando los principios de la eclesiología patrística con la gran la renovación del siglo XIX, partiendo de autores como Möhler y Newman. Recuerdo bien esa obra (que aún conservo y consulto con mimo). Nos impactó sobre todo por su interpretación mistérica (no jurídica) de la iglesia, entendida básicamente como “servidora del Reino”, recuperando de esa forma los elementos básicos de la teología de los evangelios.
Cuarenta años de Exilio
Juanjo Hernández fue despedido, sin razón, por intereses particulares de algunos… Había sido durante un sexenio profesor de la Pontificia, querido y admirado por los alumnos, y cuando escribió su obra y debía quedarse como profesor titular y catedrático fue cesado, para que entraran otros”,
Se fue como un caballero, siguió estudiando y, para vivir como profesor, se presentó en unas oposiciones de la Universidad Civil de Salamanca (Usal), donde ha sido durante 40 años de exilio profesor de lengua y cultura anglosajona (especialmente de USA). Ha terminado su periglo y de un modo cortés pero fuerte ha llamado a la puerta de la Cultura y Teología de la Iglesia católica, en el lugar más significativo, en una editorial de prestigio (de las de más prestigio, no sólo en lengua española, sino en todas las lenguas de la cristiandad): Ediciones Sal Terrae.
Ha empezado publicando dos libros de “envergadura”, por su tamaño, por su argumento, sobre los temas que todo teólogo y cristiano de fondo quisiera empezar:
- - Uno sobre Jesús de Nazaret. Sus Palabras y las nuestras (Sal Terrae 2017)
- - Otro sobre El Reino, la buena noticia de Dios (Sal Terrae, 2021).
- De ambos libros he presentado una reseña en RD y FB, no como pura recensión, ni como juicio crítico, sino como expresión de un “camino compartido”. Venimos de un pasado semejante, nos sentimos libres y agradecidos en la iglesia, con una tarea que cumplir, mientras podamos.
- Por eso, mi primera palabra ante este libro, que estoy terminando de leer para aprender, es “gracias Juanjo”, es lo que yo esperaba, y más aún de lo que esperaba. Yo no diría estas cosas exactamente como tú las dice… Quizá tengo algo más de prurito bíblico y hubiera introducido más “Biblia dura”, pero tú tienes mucho más de visión de fondo cultural, de conocimiento de las iglesias y de la teología anglosajona, y planteas los temas centrales con erudición histórica, finura teológica y apertura pastoral, sin discusiones inútiles, sin críticas fuera de lugar, sin acritud de ningún tipo, con un tipo de bonhomía social, eclesial y teológica que a otros quizá nos falta.
- En un tiempo de “libros fácil”, prêt à porter, pequeños trabajos unidos para obtener un doctorado. Éste, en cambio, libro de fondo sobre la iglesia católica y apostólica) desde el mensaje y pascua de Jesús hasta los padres apostólico (Didajé, Clemente, Ignacio de A., Hermas y Policarpo). Algunos, con un pretexto de erudición, habíamos esperado una nota posterior sobre Justino e Ireneo (quizá sobre la disputa gnóstica), pero lo dicho es suficiente, para volver a los comienzos sinodales y apostólicos de la Katholiké).
Una petición.
J J. Hernández se acerca a los 90. Puedo dar fe de su bondad como persona, de su agilidad como investigador, de su seriedad como escritor, de su salud… No le puedo pedir nada, sino darle las gracias por lo que nos sigue ofreciendo y concediendo en su camino de investigador y teólogo.
Pero, quizá, si tuviera tiempo, y él no tiene una idea mejor, le pediría una Antropología Teológica. Eso es quizá lo que más falta nos hace en este momento eclesial y teológico. No creo que haya, en lengua española, otro que pueda ofrecernos unos principios de antropología, como los que actualmente necesitamos o, mejor dicho, los que se deducen de la vida y mensaje de Jesús, de su visión de la iglesia.
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- Conclusión, un pesar, una “disculpa”.
-- Mañana, presentación de su libro en Ciudad Rodrigo me hubiera gustado estar en su “fiesta”, que es fiesta de la teología y de la iglesia, en un lugar tan entrañable como la casa de la Iglesia de su diócesis. Pero arriero soy y mañana, a la misma hora, me llaman para un curso de Nueve Lecciones “on line”, que trata precisamente de “antropología bíblica” de la Escuela de Teología para hispano-parlantes en la Loyola Marymount University (LMU) de Los Ángeles CA. Mabel y yo estaremos en espíritu contigo en Ciudad Rodrigo.