"No debía haber escrito lo que he escrito, pues contribuye a re-victimizar a las víctimas" Querido José Luis Segovia: Mea culpa (a cuenta del 'caso Garrido')

La cruz de las víctimas
La cruz de las víctimas

Gracias por la carta abierta que me has mandado por RD, con dos hojas encarnadas brotando de una rama seca, como signo de la Vida que  triunfa de la muerte   

Lo que dices en tu carta es cierto y te lo agradezco mucho. Además me pides que borre la “postal” laudatoria , y la he borrado, aunque no sé si la “máquina” me ha respondido

No debía haber escrito lo que he escrito, pues contribuye a re-victimizar a las víctimas. Lo mejor sería guardar silencio, como mandó Dios a Ezequiel. A pesar de ello quiero compartir contigo unas palabras, no para  justificarme, sino para darte gracias por tu carta, aunque al fin no sé si lo que hago es un ejercicio de auto-justificación, perdona.

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No es mucho lo que nos conocemos, pero he agradecido siempre tu aportación a un documento que habíamos preparado el año 2000 sobre la presencia de la iglesia en las cárceles,que después no fue aprobado, pero que me ha servido de mucho. Desde entonces leo todo lo bueno y mucho que haces y publicas sobre el “apostolado” (servicio) a  las víctimas en un contexto penitenciario y de riesgo de pederastia clerical.

Garrido
Garrido

 Me he preocupado la defensa de la víctimas de una parte  y  de otra. Desde hace muchos años he querido estar con “todas”, pero ciertamente no lo he conseguido, sabiendo que  las de un lado y del otro del muro  no son iguales, ni simétricas, pero creyendo que Jesús nos pide entender y ayudar a todas, entre ellas a Javier Garrido, que, siendo en un sentido agresor, ha sido en otro una víctima

No me siento capaz de  defender a unas  víctimas condenando  a otras (como en ciertas interpretaciones del infierno cristiano). Quisiera superar el talión del ojo por ojo con el castigo punitivo, situándome en la línea del Sermón de la Montaña, pero es claro que en la postal a la que aludes no lo he conseguido, pareciendo que apoyo a Garrido (cantando su laude post mortem) para mayor sufrimiento de sus víctimas.

No sé la forma, no sé la manera de hacerlo bien, pues soy un poco patoso en asuntos como éste,  pero Cristo la sabe, pues ha muerto por “todos” no sólo por “muchos”, en sentido restrictivo; para salvar a unos no ha tenido que mandar a los otros a la cárcel (o al infierno), como parece decir una lectura superficial y autoritaria de Mt 25, 31-46, en contra de todo su mensaje. 

Vuelvo al tema de los “muchos” que ha distorsionado nuestra comprensión de la liturgia eucarística. He creído, quizá ingenuamente, fundado en argumentos de fondo semántico y teológico, que en sentido bíblico “muchos” son todos.   Todos somos víctimas (y culpables), por todos ha muerto Cristo y, todos estamos  salvados, pero de modos distintos) como proclama Pablo en 1 Cor 22.28.

Cristo ha muerto por “todos”, aunque no de igual manera, pues necesitamos cambiar (con-versión, meta-noia, Mc 1, 14-15),  pero de formas diferentes. (a) Uno necesitan conversión y cambio, como ayuda  para la vida, la alegría y el abrazo, según la terapia de las curaciones y comidas de Jesús, yendo si hace falta al monte o a la ribera del río o del lago (para escuchar, hablar, vivir,  con-vivir, comer…). (b) Otros necesitamos conversión para superar el mal deseo, las palabra y obra mala (no “desear”, no matar, no oprimir/robar a los demás: Rom 14), cortándonos la mano, si hace falta, sacándonos el mal ojo, si no logramos mejorarlo,  y en último caso atándonos una piedra de molino al cuello y echándonos al mar, como dice Jesús, en forma estremecedora (Mc 9, 42, paralelos).

Ésta es mi idea de fondo en la postal a la que aludes, con los diez puntos del testamento de Garrido, que dice y desea cosas hermosas, pero que, en ciertos momentos de su vida, con ciertas personas por falso misticismo erótico (y quizá por poco gozo de la vida), no cumplió lo que decía,  sino que parece que quería imponerse sobre otros.

Repito como un mantra mi argumento: Cristo ha muerto por todos, para cambio/conversión en amor universal, pero de  formas distintas, para unos y otros, para garridos y religiosas de Pamplona, pues son distintas las posibilidades y funciones  de unos y otros en esta pobre iglesia que formamos, como dicen los de Pamplona al terminar los sanfermines: ¡Pobre de mí!

Sea como fuere, dejando las bromas, la transformación de unos y otros en Cristo me parece un elemento esencial del evangelio. Si se puede, esa transformación ha de empezar en este mundo y si no puede lograrse del todo en en este mundo (donde vivimos, nos movemos y somos en Dios), habrá que seguir explorando  por caminos de la resurrección de Cristo, como dice Pablo a loa ateniense, en Hechos 17.

En ese sentido he querido recordar algunas obras buenas que ha hecho JG, y algunos escritos aprovechables que ha dejado, para no mandarlo todo al “infierno”. Conforme al simbolismo de Mt 25, 31- 46 todos tenemos algo de oveja y algo de cabra…, pues la división a la que alude esa parábola no pasa simplemente entre pueblos y pueblos,  entre personas y personas (unos buenos otros malos, unos víctimas y otros opresores), sino por el centro del corazón y de la vida de cada uno, pues somos a la vez ovejas y cabras, como decía el Cardenal Vanhoye, mi director de tesis  sobre Mt 25 en el bíblico de Roma

En esa línea he querido decir que J. Garrido ha sido opresor y víctima. Por eso no puedo condenarle del todo, porque  no estoy fuera de él, porque formo parte de su mismo “cuerpo” en Cristo, conforme al ABC de la Eucaristía, conforme a los comentarios que me mandó hacia el año 1980 sobre la esencia del franciscanismo (ei era la minoridad, la fraternidad o la autoridad)

Por eso digo a todos y todas que se alegren de vivir, de andar, de ser ellos mismos (sigue el discurso de Pablo en Hechos 17), de no someterse a nadie, ni a Garrido ni al Sursum Corda; que se alegren de comer y de beber, de ser libres, sabiendo que estamos todos “salvados” en Cristo, de antemano, en principio... Y si estamos salvados no tenemos que someternos a ningún, padre, maestro o rabino del mundo y de la iglesia, como dice Jesús en Mt 23. Es bueno que haya personas distintas como Garrido y otros muchos,  que han estudiado y pensado y saben cosas, pero no para someternos a ellos.

Pienso además, en medio de todo que Garrido ha hecho algunas obras  de provecho  que ha escrito libros buenos, y me gustaría salvar lo bueno de su vida y de su obra…, no sólo por él sino por sus víctimas,  a las que ahora no ayuda sin más mandando a Garrido al infierno,  sino acompañándoles a ellas en amor, en alegría, el solidaridad, en inmenso respeto, liberándose/liberándolas  de toda “dirección” y opresión de personas que de alguna manera se impongan sobre ellas desde arriba.

En mi postal sobre Garrido, en el día de su muerte, una vez que había  sido liberado de sus “funciones” (era un difunto, de-functus, sin función), quise ponerle ante su programa de iglesia (sus diez mandamientos) que él ha cumplido en parte (ha ayudado a muchos) y en parte no ha cumplido (pues sus  terapias han dejado un reguero de víctimas en el camino, entre otras las citadas y defendidas en el juicio de la Rota, que en un sentido me parece muy-muy bueno, y en otro también limitado).

 Como he escrito en alguno de mis libros, la “justicia” de la iglesia no puede trazarse en un tribunal especial como Rota-España, sino en cada parroquia y especialmente en cada iglesia, en cada diócesis, pues la tarea esencial del obispo, según la tradición del siglo II-IV d.C.,  conforme a los estudios de Von Campenhausen no consiste en presidir una eucaristía ritual, sino en animar y garantizar la comunión entre los hermanos y hermanas en la comunidad.

La verdadera eucaristía de la iglesia es la comunión de los hermanos, en forma de cuerpo social, en amor carnal concreto, como dice Jesús "quien no coma mi carne..." (Jn 6, sermón de Cafarnaúm). Esa unión carnal con Cristo-Carne, con los demás creyentes "en la carne" forma la esencia de la mística cristiana, como sabía Garrido en teoría, aunque en la práctica parece tergiversado a veces la comunión de carne.

 Sea como fuere lo de Garrido, el que tiene la tarea de la reconciliación intra-eclesial, la superación de las opresiones y utilizaciones  de tipo erótico o clerical y de sus falsos misticismo, es el obispo, en el tú a tú de la comunidad, conforme a Mt 18: reconcíliate tú, llama a dos o tres, cnovoca a la iglesia… Y si no te hace caso, si no vive en reconciliación, déjale fuera (como publicano/pagano), que fuera de una iglesia-institución también se vive.

Ciertamente, no son iguales unas víctima de otras, los de  un lado y los del otro lado, los muertos y los que matan  pero Cristo ha muerto por unos y otros, y la iglesia en su nombre debe “apostar” por todos, de modos distintos, pero por todos.  

He querido salir a favor de las víctimas de JG, pero también, en otro sentido, a favor de JG no sólo como brillante escritor y profesor, sino como víctima de su función, de su “rol”, en el plano más sensible de la iglesia  que es sacramento del cuerpo de Cristo (sinópticos: Éste es mi cuerpo), pero también de la carne de Cristo (Jn 6), tema que Garrido parece no haber aplicado bien en algunos casos

 La reparación de las víctimas de Garrido no consiste en condenarle a él, sino en que sus víctimas se liberen de él, y de todos los garridos, para que sean y vivan ellas  de manera que no dependan de ningún maestro externo (como dice y repite 1 Juan), y que los garridos de turno  (si quieren elevarse por ahí) se encuentren “aislados” de su poder clerical, de forma que no puedan “dirigir” ni dominar a nadie, sino ser hermanos y compañeros de todos

 La reparación de las víctimas de Garrido no consiste en condenarle a él, sino en que sus víctimas se liberen de él, y de todos los garridos, para que sean y vivan ellas  de manera que no dependan de ningún maestro externo (como dice y repite 1 Juan), y que los garridos de turno  (si quieren elevarse por ahí) se encuentren “aislados” de su poder clerical, de forma que no puedan “dirigir” ni dominar a nadie, sino ser hermanos y compañeros de todos.

He ido preguntando por él a diversos “conocidos”, en estos últimos años, y me decían que ha estado como “emparedado en vida”, encerrado en un tipo de cárcel que él mismo se ha impuesto. Ésa ha sido su “condena”, no el juicio de la Rota-España. En ese sentido, la liberación de las víctimas de su “caso” no consiste en que a Garrido se le condene con duro talión,  sino que la comunidad humana, la iglesia les acompañe en la vida, con ayuda profesional si hace falta, pero sobre todo con presencia y acompañamiento maduro de hermanos, compañeros, amigos…

Dejo el tema así, no tengo más autoridad ni más conocimientos para dilucidar otros temas pendientes.  Pero pidiendo paz y esperanza  para las víctimas de JG (que es lo primero en este caso), he pedido también paz y esperanza para él,  con los frutos del Espíritu Santo para todos (amor, gozo, paz…), como dice san Pablo en Gálatas, un amor que es amor, no sucedáneo, un gozo porque la vida es para gozarla (no para servir a nadie, ni a Dios el primero, que no necesita siervos, sino que quiere amor (Jn 15). 

No estoy aquí para contar cuentos de mi vida, pero mi mayor tarea en el mundo, hasta que Mabel me liberó del gran hoyo en que andaba por caer como zombi, ha sido acompañar a víctimas de misticismo erótico/clerical,  varones y mujeres

En su carta abierta, J. L. Segovia parece ponerme como bueno (en contra de J. Garrido que sería el malo) y me llama profesor… En eso se equivoca, no soy profesor de nadie, sino simple compañero de camino, ni puedo considerarme bueno frente al Garrido malo… Formo parte de su misma pasta, soy astilla de su mismo tronco y me gustaría caminar acompañando a las víctimas de Pamplona a las que ha defendido Rota-España.

No estoy aquí para contar cuentos de mi vida, pero mi mayor tarea en el mundo, hasta que Mabel me liberó del gran hoyo en que andaba por caer como zombi, ha sido acompañar a víctimas de misticismo erótico/clerical,  varones y mujeres. Lo mejor que he conocido en el mundo ha sido la Iglesia Cristiana, pero en su estructural clerical (por otro lado ejemplar) he encontrado los mayores riesgos y ejemplos de manipulación erótica.

Doy gracias a Rota-España por haber tipificado el “delito” de falso misticismo sexual, refiriéndose a Garrido… Pero he visto que ese “delito” suele estar acompañado de un “falso misticismo del poder” clerical, como viene diciendo el Papa Francisco, al parecer sin remedio, a corto plazo (¡los plazos de Dios son distintos!).

 Hay opiniones y estudios sobre el tema, pero, a mi juicio, el falso misticismo del poder me parece más peligroso que el falso misticismo erótico, aunque en el fondo los dos tienden a ir unidos (poder y dominio sexual, no amor verdadero).  Como decía mi querido Provincial de la Merced, Dionisio Belmonte, suele empezarse por “en nombre del padre” (misticismo de poder)  y se acaba en la “resurrección de la carne” (misticismo erótico).

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