Las tres marías de la Sagrada Familia

El domingo pasado, S.S. Benedicto XVI consagró el templo y altar de la Sagrada Familia, uno de los monumentos más sublimes de la arquitectura moderna. La retrasmisión televisiva fue impactante: ¡Pocas veces he podido entrar con la pantalla en espacios más hondos! Estaba además la belleza de la gente, casi todos de “buenas” familias, con los cien obispos y celebrantes del presbiterio, presididos por el Santo Padre de la Gran Familia.
Ya me había pasado en la Almudena de Madrid , cuando el 15 de Junio de 1993, S. S Juan Pablo II consagró el templo y altar de la catedral madrileña. El templo era mucho menos hermoso, pero la ceremonia era bella… hasta que de pronto, tras haber quemado el incienso en el altar para purificarlo, salieron unas mujeres de negro, sigilosamente, entrando como con vergüenza en el espacio de los varones blancos, Papa y Obispos, para fregar y fregar el altar. Muchos dijimos. ¡No puede ser eso, no puede darse nunca más un espectáculo semejante ante millones de personas!.
Pero el espectáculo se ha vuelto a dar en Barcelona, despues de Madrid, ante todas las televisiones. Por eso lo quiero comentar con dolor, por la mala imagen que produce en muchos, cristianos y no cristianos, como si, en una gran ceremonia, las mujeres no tuvieran más parte que la de fregar el altar que "manchan" los varones. Y, además, no lo manda el ritual, donde se dice que han de ser unos "ministros" los que limpien el altar. ¡Para dar protagonismo a las mujeres parece que las quieren presentar como criadas, cosa que no sería mala, pero sólo en un contexto donde todos somos servidores, unos de los otros
1. Introducción.
El espectáculo era bellísimo y quizá, en el fondo, todo ha estado bien. Pero algunos pensamos que no tenían que haber aparecido, en ese contexto, ellas, tres marías criadas (¡vestidas de monjas!), para fregar y limpiar el altar, que antes los "hombres amos" (perdonad la imagen) habían “manchado” de aceite (oleo santo) y de incienso. Para miles y miles de cristianos el gesto que han debido hacer esas “marías”, en aquel contexto, no en otro, nos parece menos conforme con el evangelio de la libertad y de la igualdad cristiana.

Con esa ocasión, quiero ofrecer unas reflexipnes sobre las tres marías del principio de la Iglesia y sobre las del altar de Barcelona (que no son las mismas), una reflexión muy triste, inmensamente apenada, siguiendo en la línea de lo que ha dicho con gran hondura F. Costa http://www.periodistadigital.com/religion/espana/2010/11/09/santo-padre-viaje-iglesia-religion-barcelona-obispos-catalanes-barcelona-florenci.shtml.
Las tres marías de Mc 16, 1-8 (que Jn 19 presenta de modo convergente), no fueron criadas de unos hombres sino las primeras cristianas, las primeras “celebrantes” de pascua (es decir, de la misa). Fueron ellas (a las que la liturgia de la Sagrada Familia ha convertido en criadas en el mal sentido de la palabra), las que tuvieron que decir a Simón Roca (de quien los Papas se llaman sucesores) que Jesús había resucitado.
Sobre el testimonio de aquellas tres marías se funda la celebración de la Sagrada Familia de Jesús, con María y José, con estas mujeres y con todos los hermanos y hermanas, las madres y los hijos de los que habla Marcos (3, 31-35; 10, 28-31).
Lo triste de esta historia es que el ritual indica que el altar lo han de limpiar unos “ministros”, que se suponen varones, como yo mismo lo he visto en otros tiempos. Pero algunos liturgistas han querido dar “participación a las mujeres, integrándolas así en la celebración. No pueden concelebrar, pero pueden (y deben) limpiar el altar, así participan ¡Penoso! No es que los liturgistas actúen con mala voluntad al dar ese papel de fregonas de alta a mujeres. Es peor: ¡Lo hacen por incompetencia, es decir, por idiotez! (Ver idiotes, en el sentido griego original de la palabra) (A no ser que lo hagan con mala idea, lo que sería terrible).
2. Las tres marías del origen del cristianismo
Tras la crucifixión de Jesús, por lógica humana, su movimiento tenía que haber desaparecido. Pues buen, según dice la historia, el movimiento no desapareció, sino que arraigó con fuerza en la trama de las historia, por dos factores esenciales:
a) Según Marcos (Mc 15, 40-41.47; 16, 1-8) tres mujeres asistieron a la muerte de Jesús (¡a su misa o despedida!) y volvieron al sepulcro para venerarle y ungirle con aromas (no para fregar la piedra). Pero descubrieron que el sepulcro estaba abierto, que Jesús no estaba en la tumba… Y así empezó la cosa. Ellas fueros la fundadoras del cristianismo.
b)Junto a esas tres mujeres hay que poner a Simón el Roca (Pedro), que descubrió también que Jesús estaba vivo y que inició de nuevo la tarea del reino, la Iglesia. Esas tres mujers con Simón Pedro son las fundadoras del cristianismo.
c) Por eso me pareció tristísimo que el presbiterio de la Sagrada Familia estuviera sólo el representante de Simón Pedro (S.S. Benedicto XVI) con sus cien amigos, vestidos de blanco (como el joven de la tumba vacía de Mc 16, con las mujeres…). Una familia de varones blancos, todos mayores, sin mujeres… y que llamaran después a tres mujeres para limpiar lo que ellos habían manchado. Me pareció fatal.
3. La familia cristiana de la Sagrada Familia ¡una familia invertida!
Fue una celebración espléndida de la belleza del evangelio, y así lo puso de relieve el arquitecto de la fábrica del templo y S.S. Benedicto XVI. Pocas veces he visto cosas más hermosa. Pero la belleza de la liturgia está al servicio de la fe. El Papa dijo cosas hermosas sobre la familia, pero dio un ejemplo fatal para todo el mundo que miraba por televisión la escena.
a) No quiero entrar ahora en el tema de la “ordenación” de las mujeres. Dejémoslo de lado por un momento. Que el Papa fuera el celebrante principal, teniendo a su lado a Mons. M. Sistach, obispo de Bna, todo muy bien. Pero para ser signo de familia, a su lado, el gran presbiterio tenía que haber sido un “familisterio”, un lugar visible en el que estuvieran juntos varones y mujeres, mayores y niños. Estaban hablando bien de la familia, pero sólo ellos, todos varones. No es una situación real… y no responde al evangelio.
b) Para centrarme en el evangelio, en los lugares donde habla de la familia, Marcos alude de un modo especial a madres, hermanos y hermanas, con niños (Mc 3, 31-35; 10, 28-31). Pero en estel presbiterio de Barcelona no había madres, hermanos, hermanas y niños… sino sólo padres de la fe (precisamente lo que el Jesús ha querido evitar: que unos padres dominen sobre el resto de la familia).
c) Todo estuvo bellamente hermoso en la ceremonia, pero fue lo contrario de lo que dice el evangelio. Sí, había mujeres en la nave ¿como no? pero la celebración en torno al altar era sólo de hombres, sin mujeres.... Me equivoco, hubo mujeres, tres mujeres… pero sólo para fregar el altar. Quizá pensaron que les daban autoridad, al permitirles tocar el altar sagrado, visitándolo, igual que las mujeres de Mc 16 habían tocado el sepulcro... Pero nadie les dio la palabra, como el joven de pascua les dio la palabra a las mujeres, haciendo que ellas fueran las primeras "obispos" y misioneros de la iglesia... Se les permitió ir al altar/sepulcro/signo pascual de Jesús..., pero sólopara limpliarlo, mientras los cien hombres ministros varones miraban, miraban.... Peor imagen no se podía haber dado.d) No todo estaba mal… Hubo signos hermosísimos. Allá en el templo estaba mi viejo compañero-amigo, el P. Carod, de la Merced, con unos presos en libertad provisional (de la casa de acogida del Valle-Hebrón), para indicar que también ellos forman parte de la gran familia humana, de la Sagrada Familia. Pero estuvieron demasiado ocultos… La Sagrada Familia de esta celebración estaba demasiado lejos de la vieja Cárcel Modelo de Barcelona.
4. Pero algo queda: el templo de la Sagrada Familia, el ideal de la familia cristiana
Ciertamente, la celebración del pasado 7 fue muy bella, pero, en sentido cristiano, pienso que fue una celebración para “olvidar” y recrear…
a) Queda el templo, como joya cristiana y humana, como signo de espiritualidad, en la Gran Barcelona. Queda el templo y quiero que se acabe, con dinero del pueblo y para el pueblo… Para que algunos vayan a verlo como museo y paguen por ello. Y para que otros muchos vayamos para orar y admirar, de balde, como se admira de balde el mar y las estrellas.
b) Espero que se hagan allí otras celebraciones, con mujeres y con niños, con familias reales, en el presbiterio y en las naves… Me gustaría que pronto presidieran también las mujeres, inventando formas de culto nuevas, del siglo XXI… Que ellas, las tres marías fregonas (¡ilustres fregonas!) de esta des-graciada (y des-agraciada) celebración puedan ser protagonistas de la liturgia.
c) No, no quiero que las mujeres dejen de fregar, que hay que hacerlo, pero que freguemos todos, cuando toque, varones y mujeres (como pasa en gran parte de las casas, donde los hombres como menos preparados solemos fregar, porque las mujeres hacen las labores más delicadas de cocina que nosotros no alcanzamos…). Sea como fuere, hombres y mujeres han de celebrar (y limpiar). Hombres y mujeres y niños han ser los protagonistas de la casa de la Sagrada Familia, en Barcelona.
Anejo 1. Sobre la consagración del altar
(Sólo para curiosos… En el ritual de la consagración del altar entra el tema del incienso que se quema sobre el altar y la necesidad de limpiar luego las cenizas. Sí lo cito aquí, sólo para curiosos)
Los ritos de dedicación de la Dedicación/Consagraciòn
Ritos: la aspersión en recuerdo del Bautismo; la unción del altar y de los muros de la iglesia como en la Confirmación, cremación del incienso sobre el altar; revestimiento e iluminación de éste y Eucaristía
Son varios, que pueden resumirse en: la aspersión en recuerdo del Bautismo; la unción del altar y de los muros de la iglesia como en la Confirmación, cremación del incienso sobre el altar; revestimiento e iluminación de éste y Eucaristía. El rito sigue los pasos de los tres sacramentos de la Iniciación cristiana, reforzando el simbolismo de la iglesia como representación de la comunidad que se reúnen en ella.
1. La aspersión.
En clara analogía con el Bautismo en virtud del cual somos hijos de Dios, el altar y la iglesia son rociados con agua bendita. Por eso, tras la procesión de entrada el obispo bendice agua y rocía con ella al pueblo, y asperja también el altar y los muros de la iglesia. A continuación, se da paso a la Liturgia de la Palabra, la homilía y la invocación de los santos con el canto de las letanías.
2. Oración de dedicación.
Se dice también una peculiar y solemne oración de dedicación, en la que se expresa la voluntad de dedicar para siempre la iglesia al Señor y se pide su bendición. Con esta oración comienza propiamente el rito de la dedicación.
3. Unción del altar y de los muros de la iglesia.
El altar, signo de Cristo, que es llamado y es, por excelencia, el “Ungido”, y los muros, símbolo de los fieles como “piedras vivas” son ungidos con el santo Crisma, significando que toda la iglesia está dedicada para siempre al culto cristiano. Se hacen doce o cuatro unciones, según la tradición litúrgica, para-significar que la iglesia es imagen de la ciudad santa de Jerusalén, fundamentada en los Doce Apóstoles del Señor o en los cuatro Evangelios.
4. Cremación del incienso.
Después del rito de la unción, se coloca sobre el altar un brasero para que se queme incienso o aromas, o, si se prefiere, se hace sobre el altar un montón de incienso mezclado con cerillas (par que arda). El obispo echa incienso en el brasero o enciende el montón de incienso, diciendo: «Suba, Señor, nuestra oración como incienso en tu presencia
y, así como esta casa se llena de suave olor, que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo.¡¡
Terminada la incensación, algunos ministros ((¡¡aquí han metido los nuevos liturgistas a las mujeres!!)) secan con toallas la mesa del altar y la tapan, si es necesario, con un lienzo impermeable; luego, cubren el altar con el mantel y lo adornan, según sea oportuno, con flores; colocan adecuadamente los candelabros con los cirios requeridos para la celebración de la misa y también, si es del caso, la cruz.
((Evidentemente, tras la cremación del incienso entra la limpieza de las cenizas; esto es lo que suele dejarse a las mujeres… y lo que a mi juicio deberían hacer los mismos obispos….)).
5. Revestimiento e iluminación del altar.
El revestimiento del altar con manteles blancos y su iluminación con cirios indica que el altar cristiano es ara del sacrificio eucarístico y al mismo tiempo la mesa del Señor, alrededor de la cual los sacerdotes y los fieles, celebran la Eucaristía, el memorial de la muerte y resurrección de Cristo y comen la Cena del Señor. Por eso el altar, como mesa del Banquete eucarístico, se viste y se adorna festivamente.
((Esto también lo suelen hacer las mujeres…Sin comentarios)).