Nuevo libro
| José Manuel Bernal
Acaba de aparecer. Nuevo libro publicado en PPC
HASTA QUE ÉL VENGA. Ensayo sobre Memoria y Esperanza desde un mundo roto.
Antes de nada tengo que delimitar el sentido y la finalidad de este libro. No es una obra de investigación en el sentido estricto de la palabra. Se trata, más bien, de un ensayo, de una aproximación al tema. Por eso en sus páginas el lector no va a encontrar abundancia de notas, ni aparato documental adjunto, ni disquisiciones técnicas prolijas, ni derivaciones analíticas rigurosas. Tampoco es un manual académico para uso de seminaristas o de escolares universitarios. Vamos a considerarlo un ensayo, algo así como una aproximación seria y ajustada a un tema que estimo de gran importancia. Porque tanto lo referente a la memoria como a la esperanza –los dos extremos del título- gozan hoy de gran prestigio y suscitan un interés excepcional. Además la esperanza, tal como la proyectamos desde aquí, es un camino de peregrinación, con unos estímulos y unas metas; un camino con obstáculos, y con riesgos, con metas alcanzadas y objetivos conseguidos en el marco de lo contingente y provisional; es un camino abierto al futuro de las promesas mesiánicas, hacia el futuro del Reino. La memoria repetida de las promesas liberadoras de Dios afianza nuestra esperanza y la llena de entusiasmo. En estos momentos, en que el Camino a Compostela reaviva el espíritu de muchos caminantes, estas páginas pueden representar para ellos un soplo alentador en su caminar peregrino.
El tema de la esperanza lo actualizó entre nosotros el teólogo alemán Jürgen Moltmann con su prestigioso libro Teología de la Esper, inspirándose para ello en los escritos del filósofo judío Ernst Bloch, especialmente en Das Prinzip Hoffnung (“El principio esperanza”). El teólogo Moltmann verterá al lenguaje teológico cristiano las intuiciones marxistas originales del filósofo judío. Junto a él es justo mencionar al recordado Juan Luis Ruiz de la Peña que, en sus cortos años de vida, logró profundizar el tema y difundirlo ampliamente en España. En su momento daremos cuenta del interesante proceso de desarrollo que han seguido estas ideas.
También me ocupo en este libro del estimulante tema de la memoria. Es la otra pata del binomio. Mi interés se centra en analizar la relación que se establece entre la memoria y la esperanza. Cuando hablo de la “memoria” me refiero principalmente a la gran “anamnesis” que da cuerpo a la eucaristía cristiana y que se encuentra en uno de los lugares centrales de la celebración. Con todo, no dejaré de hacer un guiño a las preocupaciones de teólogos y filósofos actuales que están haciendo de la “Memoria de los Vencidos” y humillados uno de los ejes de su pensamiento, evocando la Memoria Passionis y la Leidensgschichte (= “Historia del sufrimiento”), intentando salvar de la injusticia y del odio a las víctimas del holocausto y de la guerra. Incluyo en esta referencia a Teólogos como Johann Baptist Metz, Walter Benjamin y al español Manuel Reyes Mate.
Voy a intentar no limitarme a repetir lo que ya se ha dicho y escrito durante estos últimos años. La literatura es abundante. Mi intención es poner en evidencia la sorprendente relación que existe entre la memoria y la esperanza. En este sentido reconocemos que la existencia cristiana se mueve y desarrolla viviendo la mística de la esperanza. Pero la esperanza se apoya y justifica por la fe en un Dios que nos ha prometido un futuro de luz, de justicia, de paz, de bienestar y de vida. Es el futuro de la promesa. La fe en la promesa confiere fuerza y vigor a la esperanza. La comunidad cristiana, peregrina de la esperanza, aviva su fe en las promesas, gracias a la escucha y al memorial de las intervenciones providentes de Dios. Porque, en definitiva, Dios se nos revela como el Dios de la promesa. Su palabra de salvación es siempre promesa de futuro. Los profetas narran y relatan las acciones de Dios, cargadas de promesas. Nuestro presente tiene consistencia en la medida que hace memoria del Dios Providente, recuerda la palabra/promesa y aviva la esperanza. Para los discípulos de Jesús la eucaristía condensa el memorial de la regeneración pascual que brota de la pascua de Jesús, de su muerte y resurrección. La Pascua no es un acontecimiento pasado, es un proceso en permanente desarrollo y se consuma con la venida del Señor. La regeneración pascual es un proceso, un camino, una peregrinación. Lo que ocurrió en Jesús fue la primicia, el primer fruto de la cosecha, la primera piedra. A nosotros toca reavivar el camino, seguir el proceso. El memorial de la Pascua total reanima constantemente la esperanza.Sin fe no hay esperanza; el memorial es la expresión de la fe.
Para organizar estas ideas y presentarlas de manera ordenada voy a dividir el libro en cuatro partes. En primer lugar voy a presentar la situación caótica y de desastre que caracteriza al mundo presente en que vivimos; un mundo de injusticia, de violencia y de caos; es un mundo sin logros satisfactorios definitivos, un mundo “inconcluso”, como lo llama Moltmann. Esta situación de insatisfacción radical hace que los hombres levanten los ojos y busquen otros horizontes nuevos, que eliminen los odios y ofrezcan resquicios de felicidad. El diagnóstico sobre esta situación ocupa la primera parte del libro.
La manifestación de Dios, que habla y actúa, que interviene, hace proezas y salva, se nos hace patente como la revelación del Dios de la Promesa. Sus acciones hacen promesas y abren horizontes nuevos. Estas intervenciones liberadoras de Dios tejen la historia de la salvación que culmina en Cristo; él es la gran revelación de Dios, la gran apuesta de Dios por el hombre. En el Cristo resucitado, como acabo de insinuar, se inicia un poderoso proceso de regeneración universal en el que están implicados todos los hombres; es la regeneración pascual que culminará el último día, en la parusía. Este descubrimiento del Dios de la Promesa se expone en la segunda parte.
Los hombres necesitamos hacer memoria de los grandes acontecimientos. Porque esos acontecimientos contienen en su entraña promesa de salvación; en ellos Dios se ha comprometido a favor del hombre. Necesitamos que esos hechos poderosos nos sean relatados para hacer memoria, para actualizarlos y hacerlos presentes; más aún, la memoria hace presentes, no solo los acontecimientos pasados, sino también los eventos futuros. En la memoria eucarística se hace presente la plenitud de la pascua que tendrá lugar al final de los tiempos. Será la gran novedad; novedad que se nos presenta como algo futuro, como algo que anhelamos y esperamos. Ese memorial, emitido desde la fe, en el que hacemos justicia a todos los dispersos para reunirlos y salvarlos del olvido, lo tratamos en la tercera parte.
La última parte está dedicada al tema de la esperanza; porque la memoria actualiza el pasado y aviva la esperanza del futuro. La comunidad de los discípulos de Jesús está llamada a peregrinar, a caminar en la esperanza. Caminamos hastiados por la perfidia del presente, confiados por la fe en la promesa de salvación que Dios nos hace y animados por el recuerdo de esas acciones poderosas de Dios que nos estimulan a caminar hacia el futuro.
a través de la historia; memoria, por otra parte, que sólo es activa si viene apoyada por la fe; la fe inconmovible en el Dios de la Promesa, en el Dios que apuesta por el futuro del universo, sobre todo de la humanidad, en la plenitud total y definitiva.