Viri Probati o la abolición del celibato obligatorio

En una reciente entrevista a Die Zeit, el papa Francisco lanzaba el dardo: "Tenemos que considerar si los viri probati son una oportunidad". Se refería a si ciertos hombres, normalmente casados -y de vida cristiana madura y contrastada- pueden ser ordenados presbíteros. Y el Papa añadía que la falta de vocaciones de hombres que quieren vivir una vida célibe es "un problema enorme y como tal la Iglesia tiene que solucionarlo".

El cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Unión de los Cristianos, acaba de pronunciarse sobre el tema. Según él, el Papa está alarmado ante la disminución de sacerdotes célibes. Esto demuestra que hay una necesidad vital e imperiosa de acción. "La discusión es urgentísima. El Papa piensa que esta discusión merece la pena; la ve con buenos ojos. El balón está en el tejado de las conferencias nacionales. De ellas Francisco espera el próximo paso. Los episcopados pueden acercarse al Papa y hacerle la correspondiente petición. El Papa responderá positivamente. Ahora depende la las conferencias episcopales" .

Sin salirnos de Alemania, el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, cree que para Europa es inoportuna la idea de los viri probati. Como inciso, anotemos que en toda Alemania hay sólo 40 seminaristas.

La idea de la ordenación de los viri probati no es original del Papa actual. En mi reciente libro ROMA VEDUTA. Monseñor se desnuda, hay un capítulo con título "Celibato opcional. La opción de Pablo VI". En página 173 puede leerse:
"Septiembre de 1971, pocos días antes del inicio del Sínodo. Desde su ventana del Palacio Apostólico, en alocución dominical, el Papa se refirió al tema del celibato y dijo: el Sínodo que está a punto de comenzar debatirá sobre el celibato del clero. Por mi parte estoy dispuesto a que varones cristianos casados puedan acceder al sacerdocio, siempre que el Sínodo así lo acuerde".

En el mismo libro analizo los avatares del Sínodo de 1971, así como las reticencias y las contradicciones de Pablo VI al respecto de la opcionalidad del celibato eclesiástico.

Ya en 1970, el entonces simple teólogo Walter Kasper, juntamente con K.Lehmann y J. Ratzinger, se pronunciaron a favor de los viri probati.

Todos estamos de acuerdo en que el celibato obligatorio carece de base apostólica y eclesial. Se trata de una normativa que con razones más o menos espurias se introdujo paulatinamente en la Iglesia Romana, no en la Oriental. Ninguna vinculación esencial entre celibato y sacerdocio. Así lo proclama también el Vaticano II en su Presbyterorum Ordinis, nº 16.

El procedimiento para instaurar la ordenación de los viri probati debería ser similar al ya vigente para la restauración del diaconado permanente. La iniciativa partiría de las Conferencias episcopales.

Sin negar que la iniciativa de los viri probati sea positiva, se me ocurre calificarla de apaño, de remedio a una situación coyuntural. Es un pasito, importante pero inconsistente, en la solución de un problema más complejo. El celibato obligatorio se fundamenta en concepciones maniqueas que estuvieron activamente presentes en la fundación y posterior evolución de la Iglesia institución. También, en razones menos filosóficas como fueron las económicas y sociales. La práctica de los viri probati deberá conducir a la abolición definitiva de la obligatoriedad del celibato y ello no sólo para los presbíteros; también para los obispos. Queda luego un camino no menos urgente a recorrer: la equiparación de las mujeres a los varones en todos los Órdenes sagrados.
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