El escritor, profesor, activista, ex-director de 'Iglesia Viva' y directo de 'Atrio' habla con Religión Digital Antonio Duato: "Si tras Francisco la Iglesia da marcha atrás, quedará reducida a una cosa sin relevancia"
"Una de las características mayores del Papa en su reforma de la Iglesia, que quiere llevar adelante sin que sea a través del ordeno y mando, es que la consigna está puesta en los sínodos"
"Lo tiene muy duro, todavía, el papa Francisco respecto a grandes poderes eclesiásticos que, aliados con poderes económicos, le están haciendo una contra muy fuerte"
"Estamos en una lucha de clases, más que nunca, aunque se intenta hacer desaparecer. En el sínodo de la Amazonía ha salido mucho de eso. Y aunque ha llamado menos la atención, para mí no es lo principal"
"Hoy los obispos españoles no están mirando a Roma, están mirando, más bien, a mantener aquí lo que se pueda de una Iglesia institucional dominada por los de siempre; conservadora"
"Si el cristianismo tiene que vivir, será con mucha menos confesionalidad, con mucho más pluralismo pero con mucha más entrega sincera sobre todo a los desposeídos y mostrarles la caridad. Y todo lo otro no sirve"
"Iglesia Viva es una revista que se ha mantenido casi como un milagro porque no ha habido ninguna institución, ni de enseñanza ni de la Iglesia, ninguna orden religiosa ni nada que la haya mantenido"
"La gente hoy, normal y buena, no tiene ya capacidad de oír y encontrar los valores que nosotros encontramos al cristianismo y al mensaje del evangelio. Ese va a ser el gran problema en la próxima década"
"Estamos en una lucha de clases, más que nunca, aunque se intenta hacer desaparecer. En el sínodo de la Amazonía ha salido mucho de eso. Y aunque ha llamado menos la atención, para mí no es lo principal"
"Hoy los obispos españoles no están mirando a Roma, están mirando, más bien, a mantener aquí lo que se pueda de una Iglesia institucional dominada por los de siempre; conservadora"
"Si el cristianismo tiene que vivir, será con mucha menos confesionalidad, con mucho más pluralismo pero con mucha más entrega sincera sobre todo a los desposeídos y mostrarles la caridad. Y todo lo otro no sirve"
"Iglesia Viva es una revista que se ha mantenido casi como un milagro porque no ha habido ninguna institución, ni de enseñanza ni de la Iglesia, ninguna orden religiosa ni nada que la haya mantenido"
"La gente hoy, normal y buena, no tiene ya capacidad de oír y encontrar los valores que nosotros encontramos al cristianismo y al mensaje del evangelio. Ese va a ser el gran problema en la próxima década"
"Si el cristianismo tiene que vivir, será con mucha menos confesionalidad, con mucho más pluralismo pero con mucha más entrega sincera sobre todo a los desposeídos y mostrarles la caridad. Y todo lo otro no sirve"
"Iglesia Viva es una revista que se ha mantenido casi como un milagro porque no ha habido ninguna institución, ni de enseñanza ni de la Iglesia, ninguna orden religiosa ni nada que la haya mantenido"
"La gente hoy, normal y buena, no tiene ya capacidad de oír y encontrar los valores que nosotros encontramos al cristianismo y al mensaje del evangelio. Ese va a ser el gran problema en la próxima década"
"La gente hoy, normal y buena, no tiene ya capacidad de oír y encontrar los valores que nosotros encontramos al cristianismo y al mensaje del evangelio. Ese va a ser el gran problema en la próxima década"
Antonio Duato (Valencia, 1932) lo ha sido todo: escritor, profesor, activista y fundador, entre otras cosas, de una revista que ha marcado a la Iglesia española desde el post-concilio hasta ahora, que se llama 'Iglesia viva' y que, seguramente, todos ustedes conocen. Además, dirige un portal de reflexión religiosa muy conocido en España y en el extranjero que se llama 'Atrio'. Treinta años de cura y treinte de laico, casado y con dos hijos, es de los luchadores eclesiales que no se ha cansado, que ha sufrido durante el invierno de la involución y que, ahora, con Francisco respira de nuevo. Y es oque es consciente de que los "grandes poderes eclesiásticos, aliados con los económcios, le están haciendo una contra muy fuerte". Si gana la contra, "la Iglesia quedará reducida a una cosa sin relevancia". Es palabra de sabio.
Antonio, bienvenido.
Antes que nada, decir que yo no fui el fundador de la revista. Fueron seis personas dirigidas por el cardenal Fernando Sebastián, el primer director. Y entre esas personas estaban José Ángel Ubieta, vicario de Bilbao, Rafael Belda, José María Setién, Gregorio del Olmo, que después ha sido profesor de Ciencias Orientales en Barcelona y otro que fue catedrático en el Instituto Ramiro de Maeztu, que también se secularizó.
O sea, que tú te sumaste.
Yo me sumé cuando estaban empezando, en el segundo o el tercer año. La revista se inició en el 66 y yo me sumé en el 69, el año que fui a Salamanca para ser rector del Seminario de El Salvador.
El colegio salmantino de vocaciones tardías, que se decía entonces
Sí, el Colegio El Salvador. Ese año me uní al equipo. Mi estancia en Salamanca fue corta, duró únicamente un año porque me hicieron responsable de una huelga de estudiantes de Teología que se hizo precisamente en ese curso, a partir de diciembre. Yo acababa de llegar en octubre y me hicieron responsable..., pero no vamos a contar todo esto. Y me echaron.
Pero sí hacer mención a un libro que me has enseñado, que es una joya y que se titula 'Universidad, Teología y sociedad española' y está firmado por don Adolfo González Montes, don Carlos Osoro Sierra y don Javier Fajardo Sánchez. ¿Qué hay en este libro?
Este libro resume los coloquios que tuvieron los huelguistas, que no se dieron a la vida buena, sino que decidieron, con mucha responsabilidad, no asistir a las clases pero aprovechar el tiempo. Y montaron una serie de coloquios con personalidades distintas de España para tratar el tema de la Universidad española.
Entre las personalidades que desfilaron por allí están José Delicado Baeza, Carlos Díaz...
Miguel Benzo..., y varios obispos, entre ellos Echarren.
En fin, todo un elenco de personalidades que pasaron por allí en un momento en que los cabecillas de la insurrección estudiantil eran González Montes...
Que es obispo.
Y Carlos Osoro.
Que es arzobispo y cardenal. Y después está, por ejemplo, Javier Fajardo, con quien hablé el otro día. Era de Cádiz y estaba en el seminario que Cádiz tenía en Salamanca. Inmediatamente después, se hizo sacerdote obrero. Estuvo trabajando en la Naval de Cádiz y se hizo de Comisiones Obreras, del Partido Comunista y sigue hoy, como cristiano militante, asistiendo a comunidades cristianas en Cádiz.
¿De qué año estamos hablando?
Del año 69-70.
En pleno franquismo.
Sí. El libro y estas conferencias se realizaron casi todas en los primeros meses del año 70. Está fechado en marzo del 70, cuando decidieron hacer una publicación que está toda ella hecha a máquina, de las antiguas, agradeciendo los servicios a Amayi González, que seguramente sería hermana de Adolfo González. Aquí hay todo un recuerdo.
Si quieres, solo decir que en la introducción, que firmaban estos tres y que son los autores del libro, ellos se justifican explicando que la huelga “no ha sido un motivo de algarada juvenil, que han sido muy responsables y que han respondido a su biología y a su fe”. Respecto de su biología, o su edad juvenil, citan a Marañón y dicen que como él afirmaba, “el joven tiene que ser indócil, duro, fuerte, tenaz en suma. Rebelde, porque el deber de la juventud es la rebeldía”. Y añaden que no es pura biología, pues detrás hay una 'actitud' de los estudiantes de Teología de Salamanca: “El dolor de una sociedad injusta y de un Iglesia en maridaje con los poderosos, que ha desfigurado tanto su rostro, que apenas si pueden reconocer en ella a Cristo los hombres de hoy”.
En ese momento tú eres el rector del colegio y, por lo tanto, les das permiso.
Les di permiso para esta acción. Para reunirse en el colegio los del comité y los que quisieran, porque la promoción y organización de una huelga tan bien hecha necesitaba un espacio, y yo proporcioné cobijo. Pero no me impliqué en nada. Ni fui defensor de nada.
En el primer año que estuve allí, en las reuniones que teníamos todos los rectores de Salamanca, oí decir que todos estaban de acuerdo por cómo estaba la Universidad de Salamanca entonces, con aquellos catedráticos de la Teología más tradicional, rigurosa y oscura, mientras que nuevos profesores como podía ser Olegario, Fernando Sebastián y el mismo Freijo en la Facultad de Derecho y Deontología, eran marginados. Venían del extranjero y traían la nueva teología del Vaticano II que ya hacía unos años que se había celebrado. Quedaban marginados mientras que los canónigos profesores, que tenían sus cátedras de por vida, eran los que tenían que transmitir la teología a los monitores de los seminarios. Todos ellos -yo acababa de llegar- decían: esto es un escándalo, nos están quitando la fe.
Y al final, ganaron.
Claro que lo consiguieron, pero dicen que eso se desarrolló porque hubo una carta de todos los rectores al obispo Fernández Conde, que era el director presidente de la Comisión de Seminarios entonces, y esa carta la conocieron los alumnos. Y el saber que los superiores pensaban así, les indujo a dar el paso.
Efectivamente, en esa carta yo tuve que ver. Pero yo no era sino uno más y el último en llegar. Y lo firmaron todos. Yo iba ya con la mentalidad de ver, juzgar y actuar, que me venía desde siempre, de los movimientos y de la JOC. En una reunión de rectores que decían “eso está muy mal”, dije —entonces, habrá que hacer algo. —Ah, sí, sí, habría que hacer algo —dijeron. Entonces yo, que estaba un poco educado, dije —pues si hay que hacer algo, se hace. Vamos a ver: ¿quién redacta la carta y quién la firma? Se recogieron firmas los días de noviembre, ya con nieve y con mucho frío.
Y te echaron.
Bueno, todo curso lleva una historia. Al final, vino un visitador apostólico, que fue Antonio Javierre, el hermano de José María Javierre.
Que después fue cardenal.
Sí. Hizo la visita y se vio con todos. Decretó que se cambiaran los estatutos de la Universidad y, sobre todo, de la facultad de Teología. Que todo el claustro se renovara con nuevas entradas. Él les cedió el campo y les dio la razón. Quedó claro.
También supuso que esto era un mal ejemplo el haber ido así contra la jerarquía: que quién había incitado esto, -preguntó- que por qué no se había realizado por los cauces normales. Entonces descubrieron, o algunos me acusaron a mí de que había sido el que había dado alas.
¿Y qué te hicieron? ¿Dónde te mandaron?
Yo volví a mi diócesis.
Volviste a Valencia.
Sí. Pedí un año sabático; yo había sido vicario episcopal en Valencia durante los tres años que estuvo González Moralejo de vicario. Fui vicario episcopal votado por la gente. Las renovaciones que hizo entonces Valencia entonces fue muy grande inmediatamente después de los años del Concilio, entre el 66 y el 69. Lo que pasa es que aquí también se deshizo porque no continuó Moralejo allí. Lo enviaron a Huelva. Era una persona que, con sus deficiencias, tenía una gran cabeza y había seguido el Vaticano II como nadie.
Y, además, es el único obispo español que firmó el Pacto de las Catacumbas, famoso de nuevo hoy.
Es una figura para mí, que le conocí por la familia, a la que tengo mucho cariño. Conocía sus dificultades para confiar en la gente y para hacer equipo. Sin embargo, su enorme voluntad, que la puso al servicio de la Iglesia...
Era González Moralejo
De todo esto se ha publicado ahora un libro sobre la Asamblea Conjunta, que fue promocionado, antes de morir, por Feliciano Montero. Aunque no lo ha podido ver, ha salido con su autoría como coeditor junto con otros dos. En ese libro tengo un capítulo donde cuento todo lo de Valencia; que estuvo apoyando la Asamblea Conjunta, colaborando con ella y todo lo que publicó cuando hubo el proceso contra ella.
Estamos mirando hacia atrás. Recientemente, también lo hemos hecho con el tema de la exhumación y la reinhumación de Franco. ¿Qué te ha parecido?
Lo que normalmente se ha dicho: que se podía haber hecho antes, que se ha hecho tarde pero que está bien hecho, que había que decidirlo y que había que hacerlo ya.
Me parece que se ha hecho con firmeza de Estado, con respeto a la familia, hasta excesivo le a parecido a algunos, pero a mí me parece normal. Y creo que también se ha hecho con respeto a la Iglesia, que ha podido opinar aunque algún monje haya podido estar en contra. Pero no se ha profanado ningún lugar sagrado; se ha hecho con una exquisita meticulosidad para no saltarse nada de la ley.
Pero ¿no te parece que el esfuerzo que ha hecho a jerarquía, en este caso, se viene abajo por a labor del prior, Santiago Cantera y por la labor del cura que ofició la reinhumación, el hijo de Tejero, que poco menos que canoniza a Franco en esa homilía?
Creo que vosotros habéis publicado la homilía. Yo no sé si lo hubiera hecho... Aún así, es un documento interesante para ver la lectura que hace de las Bienaventuranzas que... buf! Y os doy la enhorabuena porque la habéis publicado, pero a mí no me parece mal que le hayan dejado, digamos, ese desahogo. Al fin y al cabo fue un acto privado.
Sí, era privado. Se filtró.
Y el padre de ese hijo de Tejero estuvo allí también. A ese sí que se le vio porque era a las afueras del cementerio. ¿Sabes lo que te digo? Que eso -que también publicasteis vosotros- de que han hecho pintadas contra Osoro a mí me ha dado satisfacción interior porque me ha recordado a aquella otra de “Tarancón al paredón”, porque significaba mucho prestigio para la Iglesia.
¿Por qué le cuesta tanto a la jerarquía de la Iglesia española sumarse al proceso de la Memoria histórica?
Porque le cuesta mucho hacer autocrítica. Y esa misma autocrítica no se ha hecho suficientemente.
Pero en la Asamblea Conjunta, que tú mencionabas, sí se hizo autocrítica y muy seria.
Se hizo una autocrítica. Lo primero es que la asamblea era de curas y obispos, y no solo de obispos. Además, fue precedida por una gran encuesta, que era una encuesta-anzuelo, capitaneada y decidida antes de ser presidente de la Conferencia Episcopal, por el cardenal Tarancón, y antes de ser cardenal también.
Primero, el artículo que se refería a este tema se votó pero con menos votos de los necesarios para ser una propuesta oficial. Por lo tanto, ya hubo muchas reservas ahí. Segundo, inmediatamente después vino una gran oposición del Vaticano, que después se desmontó gracias a que Tarancón también supo arreglarlo. De eso tenemos un número en 'Iglesia Viva', el 38. Cualquiera puede entrar y descargarlo en la página de 'Iglesia Viva', donde hay un número estupendo sobre el proceso a la Asamblea Conjunta. Ahí se detalla con pelos y señales.
Y el episcopado solo dijo, en una ocasión, “hay que tener en cuenta que la Asamblea es un hecho positivo de la Iglesia”, pero no tomó en serio ninguna de las propuestas, ni aplicó nada.
Unos años después, en la misma década, en el 78 (aquello fue en el 72) vino el papa Juan Pablo II. Con este papa muchos de los obispos, que habían estado en el Concilio, fueron pasando al concilio-según-Wojtyla, que era enormemente rebajado y que ha exigido esta revolución.
Para resignificar de nuevo el Valle de los Caídos, que es de lo que se trata ahora, ¿deberían salir los benedictinos?
Todos sabemos que las abadías benedictinas son algo muy especial. Ahí no es el Vaticano por ordeno y mando quien decide. Esta abadía me parce que depende de Solesmes. Y hay que ver. Pero eso es, primero, patrimonio oficial; no es propiedad de ninguna abadía o, por lo tanto , de la orden benedictina. Ese contrato, probablemente, podrá ser rescindible y hay motivos para rescindirlo. A mí me parece que sí que habría que hacer las gestiones. Y la Iglesia, me parece que, incluso, apoya la salida de esos monjes que ocupaban la abadía, que no siempre fueron así. Porque hasta el mismo Pérez de Urbel, que fue primer abad y confesor y de Franco, era mucho más educado y mucho más moderado que lo han podido ser hoy. Pienso que los que están deberían salir de la abadía. Es muy difícil reconducir una comunidad de benedictinos así después de todo lo que han hecho.
Otra de las situaciones que estamos viviendo en estos momentos en la Iglesia es ese proceso que ahora llamamos proceso sinodal y que antes, como decías, se llamaba asamblea conjunta. ¿Es una estrategia puesta en marcha por el Papa para intentar reformar la Iglesia?
A mí me parece que sí. Una de las características mayores del Papa en su reforma de la Iglesia, que quiere llevar adelante sin que sea a través del ordeno y mando, es que la consigna está puesta en los sínodos. Aparte de todas sus manifestaciones acogiendo los movimientos del trabajo, de las tres “t” y todo su mensaje social y de los movimientos que quieren llevar a la práctica esas reformas sociales.
Él ha elegido este elemento de los sínodos generales de obispos (que no lo ha inventado él porque viene del concilio) con el sistema que utiliza de ver, juzgar y actuar. Este sistema significa hacerlos preceder de un estudio del problema y de una recogida de voces de toda la Iglesia universal o de Iglesias concretas, como la de la Amazonía.
A mí me parece que esta forma de actuar está orientando hacia los sínodos a las iglesias diocesanas o las regionales. Y aunque no es una novedad de Francisco, sí es una ocasión y una indicación de que se haga, pero que se haga bien.
Valencia ha comenzado un sínodo. Yo estuve en una reunión de curas el sábado pasado. Algunos de esos curas eran párrocos, otros están en movimientos y otros no somos curas; somos excuras seglares. Allí me contaron cómo se estaba haciendo el sínodo de Valencia. Parece ser que van a llevar las conclusiones ya hechas. Que a va ser un sínodo magisterial en el que no se va a poder decidir nada, sino que van a ser reafirmados los principios de la Teología tal como están hoy y que se fundamentan, además, en los poderes sacramentados del obispo.
¿Del sínodo de la Amazonía esperas gestos concretos? El listón se ha puesto muy alto y la decepción puede ser grande. Es decir ¿vamos a ver los viri probati, mujeres diaconisas?
Es posible que eso no salga. Lo tiene muy duro, todavía, el papa Francisco respecto a grandes poderes eclesiásticos que, aliados con poderes económicos, le están haciendo una contra mucho mayor de la que nosotros teníamos cuando salió las cuatro dubia. Hay una contra muy fuerte y es posible que eso no salga.
Lo que sí que saldrá son nuevos ministerios y nuevas responsabilidades. Ahora hay cosas que arreglar a gente probada; seguramente una difusión mayor del diaconado, que no está suficientemente difundido en América Latina, por lo visto. Y se dará unas capacidades para los diáconos mucho mayores de las que ahora tienen.
Pero si ni siquiera sale lo de los viri probati, ¿no te parece que es demasiado poco? Es algo de lo que se viene hablando durante mucho tiempo. Es el momento.
En las cosas intraiglesia, porque le coge en un núcleo que es muy sustancial, es como si tú dijeras: tenemos que revisar los concilios trinitarios del siglo IV. Seguramente entonces había muchos teólogos que estaban ya concibiendo la trinidad, a Dios, el pluralismo religioso y haciendo una teología que iba mucho más allá de las formulaciones e incluso del dogma. Y de dogma, incluso trinitario, que no se ha atrevido a quitar nadie. ¿Me comprendes?
El exigir que, ahora, desde arriba, y no desde un pensamiento teológico que debe ser respetado y acogido, que no puede ser como había sido en otros pontificados, continuamente segado de las universidades, impidiendo la clase, provocando secularizaciones de gente muy valiosa... Si se deja libertad para que este pensamiento teológico suba, llegará un momento en que eso sea necesario. Y se hará un sínodo o un nuevo concilio.
Pero, hoy, el Papa con las fuerzas que tiene, con las mayorías de que dispone, sobre todo dentro de la Iglesia..., yo sería respetuoso con él. Me tomaría muy en serio las posibles acciones sociales que salgan en favor de la naturaleza, de los pueblos indígenas y en contra de las desigualdades.
Todas esas cosas y el apoyo de los movimientos que llevan tras de sí, se puede decir que es Doctrina Social de la Iglesia. Y la Iglesia ahí solo tiene un magisterio y es claro.
Este papa va más allá porque todas esas instancias, que son sociales, las recoge y les dice a los seglares y a sus movimientos, sean de la Iglesia o de la ideología que sean: sois vosotros, vuestras comunidades, vuestros movimientos sindicales, profesionales, antidesahucios…, los que debéis operar. No esperéis que la Iglesia va a entrar ahí. Y esto es diferente a decir: esto es la Doctrina Social de la Iglesia, y la Iglesia solo puede disponerla y recomendar a los gobiernos que la sigan.
Estamos en una lucha de clases, más que nunca, aunque se intenta hacer desaparecer.
En el sínodo de la Amazonía ha salido mucho de eso. Tal vez esto ha llamado menos la atención que las decisiones de ámbito puramente intraeclesial, que puede que no se cumplan, pero que para mí no es lo principal.
Ellos también dicen que no es lo principal. Pero, a nivel mediático sí va a ser lo que marque la agenda. Y contra la agenda mediática tampoco se pude luchar.
Hay que luchar en ese estado también.
Si hace unos años nos dicen que íbamos a tener un papa como este, ¿tú te lo hubieras creído?
Hace diez años me dicen que va a salir un papa como este y que va a a hacer todo lo que ha hecho; los signos, las decisiones, las búsquedas, la autoinculpación. Y la inculpación real, como decir a la Iglesia de Chile: “me equivoqué, estaba mal informado; doy la razón a las víctimas y gracias a ellas puedo hoy tomar la decisión de ordenar a los obispos que dimitan y pongan su cargo a disposición. Porque vamos a hacer una verdadera limpieza...” Nunca hubiese creído posible que eso pudiera salir del Vaticano; el Vaticano es mucho Vaticano.
Y también te digo una cosa: que si este papa no tuviese una fe inmensa -que yo cada vez admiro más-, una capacidad de poder y de organización, un saber estar callado cuando había que estarlo y muy obsecuente con el Vaticano cuando tenía que serlo, no hubiese salido papa.
Esa actitud no fue ni la interpreto como una hipocresía para obtener el poder, dado que él no podía ir más allá que el Papa. Pero, cuando un hombre de fe se encuentra con la responsabilidad de ser papa y tener la voz, el que ha sido más obediente, como fue Bergoglio, está capacitado para poder hablar. Y ahora él tiene la responsabilidad, no de obedecer al Papa, sino de obedecer a Dios en conciencia.
¿Después de él, el papado no será lo mismo? ¿O puede haber marcha atrás en este proceso?
Yo creo que no. Puede intentarse una marcha atrás, desde luego, y hacer que la Iglesia se desautorice mucho más; que se creen más divisiones. Que abandone masivamente la gente al papado y la Iglesia quede reducida a una cosa sin transcendencia. Sin relevancia.
¿Los jerarcas, y entre ellos los jerarcas españoles, le están siguiendo o ya no tienen tortícolis de tanto mirar a Roma? como decía Tarancón.
Desde luego, creo que no miran mucho más a Roma. Miran más a otras preferencias de poder. El otro día me enteré, por ejemplo, que para una reunión que solía ser de esperanza para muchos católicos españoles, que era el congreso que hacen los Católicos y Vida Pública, iba a venir el cardenal Sarah como invitado especial. Sabemos quién es Sarah y quién lo trae aquí. Vosotros habéis hecho análisis estupendos y sois mucho más especialistas que yo.
Hoy los obispos no están mirando a Roma, están mirando, más bien, a mantener aquí lo que se pueda de una Iglesia institucional dominada por los de siempre; conservadora.
Vosotros habéis hecho las cuentas. Yo creo que lo que llamaríamos hoy el ala progresista del episcopado español es muy inferior en número a la otra ala por manera de ser y de pensar.
¿Por qué les cuesta cambiar? ¿Por qué les cuesta adecuarse? ¿No están dispuestos a un cambio de vida? Porque, al final, se trata de una cuestión de conversión personal. Es decir, hay que dejar los palacios, las comodidades.
Pues eso que tú dices. He sido sacerdote durante 34 años y aunque llevo casi 30 siendo laico casado, no ha habido discontinuidad.Te quiero decir que yo, que llevo toda mi vida con la Iglesia, tanto en la vida clerical como en la vida laical, en continuidad y viviendo las cosas de la Iglesia sin el menudeo de la vida de curas y obispos porque desconozco a la mayoría, creo que el problema es de fe personal sincera.
Es fe personal que surge de uno, no solo de adecuación al ambiente de los dogmas, que eso es algo artificial que no incluye a la persona. Tampoco una cosa sentimental de mucho Jesús, mucho Jesucristo y eucaristía, sino del sentido de tu vida a través del Dios que descubres dentro de ti mismo como el misterio profundo que te llama, y en la respuesta a este Dios profundo con una mentalidad más tradicional o más moderna, como hoy seguramente lo tendrán jóvenes, místicos auténticos y auténticos seglares místicos, que viven su vida como respuesta ese Dios que les llama desde lo profundo, en libertad y para que ejerzan la libertad. Eso falta a los obispos y sus costumbres de pasarlo bien -como tú dices-, los palacios, ese tipo de vida; el poder.
Clericalismo, que dice el Papa.
Clericalismo.
Porque, al final, la clerical es una casta
Qué bien que el Papa haya empleado tan adecuadamente esa palabra y la haya popularizado. Porque, en nuestros tiempos el horror estaba en el anticlericalismo, se decía: ¡Es un anticlerical! ¡Es un rojo! ¡Un comunista, ateo y anticlerical!. Era lo peor de lo peor. Y ahora, el Papa dice: El clericalismo es lo peor. ¡Hay que luchar contra el clericalismo! (Ríe)
Es fenomenal y, además, es que significa hacia dónde vamos: si el cristianismo tiene que vivir, será con mucha menos confesionalidad, con mucho más pluralismo pero con mucha más entrega sincera sobre todo a los desposeídos, a los pobres, a la gente que sufre, a los prófugos y a los refugiados. Y mostrarles la caridad, porque no es otra cosa. Y todo lo otro no sirve.
Llevas una labor de casi sesenta años. Después de tanto tiempo y de un proceso así, manteniendo esta revista que ha sido un icono y sigue siéndolo, ¿te sientes valorado, o el hecho de haberlo dejado, de que ya no eres clérigo, de que estás dispensado, o reducido como se decía antes, hace que no sea así?
Yo no estoy, realmente, reducido porque lo pedí cuando iba a tener hijos. Y aunque me había casado por lo civil antes, porque era un acto de fe en la vida y de libertad personal, después pedí la reducción.
Una gran satisfacción que tuve, tras padecer esa crisis y ese rechazo y salida del Colegio del Salvador de Salamanca, fue que se planteó el que yo continuara, y continué. Cuando dije a mis compañeros que me iba a casar, que dejaba el sacerdocio, Rafael Belda, que era nuestro presidente, director efectivo de la revista, me dijo —Antonio, no ha cambiado nada. Tú sigues siendo para nosotros exactamente el mismo. Seguirás siendo el director y llevando la revista.
Tuviste suerte, entonces, porque no es lo más habitual.
Sí, la tuve. Tuve el equipo de 'Iglesia Viva' que, por cierto, ha sido un equipo muy discutido porque algunos dicen que la revista fue muy bien los cinco años que fue director Fernando Sebastián, pero...
Discutido, incluso, por el mismo Fernando Sebastián.
Sí, pero lo dice más claramente su amigo Olegario González de Cardenal en un libro que habla de la Teología en España. Viene a decir que cuando dejó él la dirección y fue director un tal Duato, la revista decayó, o algo parecido. Yo sé que nunca he sido un teólogo profesional y que aunque tenga la licenciatura, no he sido un académico. Pero eso que dice no es verdad porque el equipo de Iglesia Viva se mantuvo. José María Setién estuvo con nosotros casi hasta el final. Belda y Alberdi estuvieron en la revista hasta que murieron. El equipo ha ido evolucionando.
¿Y cuál es el equipo que tenéis en la actualidad? También hay una serie de personalidades muy importante.
En el año 69-70 éramos todos clérigos menos una mujer y un laico que era profesor de Derecho político, Puente Egido. El resto éramos todos clérigos y hoy solo hay uno que sea clérigo en activo. Es el antiguo presidente Jokin Perea, de Bilbao. Todos los demás o somos secularizados o son seglares que han empezado con el actual presidente de la revista, que es Carlos García de Andoin, filósofo, teólogo y director del Instituto de Pastoral de Bilbao. Y, sobre todo, mujeres, que ya no son una excepción, sino que de diez y seis, son seis o siete. La directora de la revista es una mujer, también, Teresa Forcades, todo un personaje, que lleva ya varios años. Yo digo que su alma teológica (está muy bien formada en Teología, no solo en Medicina) está superando a su alma activista. Aunque no sé hasta cuándo porque si es necesario se irá con un nuevo barco de protesta a Israel para defender a la gente de Gaza. Por ahora ha vuelto, tras unos años de permiso, a su monasterio.
¿Ha dejado la política definitivamente?
Por ahora sí, al menos la parte dirigente. El compromiso personal, no lo sé. Está con las avanzadillas de todos los movimientos feministas de mujeres, todos los movimientos de Teología feminista y de Teología que hay en todas partes.
En la parte de dirección y la parte ideológica yo soy uno más del Consejo. Ya no necesito tener una función. La parte organizativa y económica todavía la tengo que comportar y quisiera que pronto se pudiera independizar; encontrar buena gente que financie porque esto, si no se financia... Es una revista que se ha mantenido casi como un milagro porque no ha habido ninguna institución, ni de enseñanza ni de la Iglesia, ninguna orden religiosa ni nada que la haya mantenido, como las revistas de los jesuitas y otras que funcionan porque tienen gente dedicada.
La has mantenido tú.
Sí. He hecho un poco de todo, hasta de lo que menos me gusta que es de pedir dinero. Pero había que hacerlo. Por otro lado, esto me ha permitido a mí también completar un poco mi sueldo de antes y mi pensión de ahora para poder mantener una familia.
¿Le auguras un buen futuro a la revista, a pesar de las dificultades?
Sí. Un buen futuro, incluso viendo lo que hay por ahí. Siempre que se ha hecho alguna encuesta ha habido mucha gente que nos ha animado a seguir porque, dicen, es un hueco que no sería fácil de llenar de reflexión, de pensamiento crítico y cristianismo.
Realmente, ha sido y es una revista de pensamiento. No es una revista de actualidad, ni de mera divulgación. Si quieres, de alta divulgación. Con un pensamiento presentado con esa característica que solo quienes están muy dentro del tema pueden presentar y yo llamo alta divulgación de Teología o de pensamiento, incluso creativo.
Evidentemente, toda una referencia... El otro frente donde estás metido es internet. Entraste y lo hiciste con fuerza. Tu portal 'Atrio'.
Te decía antes que eso empezó como una especie de hobby personal. Primero, en informática, todavía de cura, pude entrar y llegar a programar porque en el seminario que llevaba de religión necesitaba profesores de informática, que no había entonces. Fui de los primeros que pude presentarme y dar clases. Incluso, hacer programas, para Comisiones Obreras o para quien fuera, de gestión de bases de datos y de todo eso.
Eres un adelantado.
En ese sentido, sí. Las cosas técnicas siempre me han atraído mucho. Cuando estaba en Salamanca ofrecimos a los seminaristas hacer unos test psicológicos, y yo también los quise hacer. Después de hacerlos, el psicólogo me dijo —oye, y tú, ¿por qué te hiciste cura cuando tienes unas cualidades mucho mayores para las ciencias que para las letras?
Y eso te ayudó a entrar en el mundo de la red.
Sí. Cuando estábamos en 'Iglesia Viva' no había internet y estaba lejos de haberlo. Me adelanté y traté de hacer un blog personal. Y le pusimos el nombre de 'Atrio' precisamente por lo simbólico que es el atrio, entre lo profano y lo sagrado. Después, en los mismos coloquios que se hacen en 'Atrio', hemos visto que no hay que hacer tanta división “entre”porque todo es la vez sagrado y profano. Pero, simbólicamente, tú sabes que en las iglesias el atrio marcaba los límites del recinto sagrado. Pues pusimos ese nombre y luego salió, que yo no lo imité, lo del 'atrio de los gentiles' en Roma.
Intentó ser un atrio en donde se junta la gente que está preocupada por los problemas éticos y de valores y por los problemas de conciencia y espirituales desde un punto religioso o profano. Desde un punto laico o cristiano. Y hacer que pudiéramos encontrar el corazón de lo que se ha llamado como religioso en cualquier religión, para ver cómo nos uníamos todos y todos podíamos tener una palabra de ayuda para alguno de los problemas del mundo. Esta parte, diríamos, ecuménica e interreligiosa, aunque hicimos muchos esfuerzos desde el principio y hubo un curso de teología de pluralismo religioso y otras muchas cosas, no se ha desarrollado del todo.
En el fondo, somos muchos -a lo mejor demasiados- los que nos hemos encontrado allí después de una vida como la mía de haber sido religiosos mucho tiempo. De haber pasado por una época de tener que trabajar más en otras cosas y de dedicarle ahora más tiempo a reflexionar sobre aquellos valores de entonces, pero puestos a la luz de ahora y con capacidad de hablar de ello con los jóvenes de ahora.
¿Eso tiene futuro? ¿Cómo se conecta con las nuevas generaciones? ¿Cómo conectar la religión y la institución de la Iglesia con estas nuevas generaciones indiferentes, que pasan de todo?
Eso es lo más difícil. Incluso nosotros que, como te digo, no somos institución, es lo que tenemos más difícil ahora. Para mí sigue siendo la nueva asignatura o la nueva frontera a cumplir. Continuamente estoy buscando qué podemos proyectar para estos años 20 que vienen. Porque ese va a ser el gran problema en la próxima década, excepto algunos jovencitos que haya podido tener la Iglesia desde siempre y les haya podido imbuir, casi fanáticamente, esos valores. La gente hoy, normal y buena como pueden ser mis hijos o los de cualquier compañero, o los nietos, no tienen ya capacidad de oír y encontrar los valores que nosotros encontramos al cristianismo y al mensaje del evangelio.
Y mucho menos la Iglesia.
Mucho menos la Iglesia, claro. ¿Cómo entrar por ahí?
Pero, entonces no hay futuro.
Sí, yo creo que sí lo hay. Lo creo porque, por ejemplo, una de las cosas que más están preocupando, precisamente, es el futuro de esos adelantos y de esa técnica de la inteligencia artificial que no va a necesitar de personas. De personas que sean libres. Porque les van a dar todo hecho. Y va mucho más a fondo de lo que parece.
Los referentes, para mí, están en la obra de Harari. Sobre todo en los dos últimos libros, 'El hombre y Dios' y '21 lección para el sigloXXI', que me están impresionando más. Por ahí va la cosa.
Sin embargo, el mismo Harari dice: “el desarrollo, la sustitución de lo humano por lo técnico, solo se hará en la medida que no hay suficientes personas con consciencia, responsabilidad y libertad que se resistan a ellos y que ponga los valores por encima”. Eso a mí me reconforta. Y conversaciones que tengo muy a fondo con mis hijos, de 25 y 27 años. Los dos son informáticos, uno con estudios de inteligencia artificial, con los cuales puedo hablar siempre que no haga referencias a lo religioso y a lo cristiano. Entonces, ¿de qué me sirve?
Ellos están en una búsqueda, también: la búsqueda de su identidad, de su sentido. De su libertad y para qué utilizar la libertad. En una búsqueda de una igualdad mayor, una fraternidad y una justicia mayor. Ellos no actúan así porque lo hayan heredado del cristianismo, como nosotros, sino porque está surgiendo desde su conciencia y desde el análisis de la realidad que ven. Y se tienen que revelar. Pero, no quieras reconducirles demasiado ni quieras decir: “si tú no te haces amigo de Jesús, no llegarás nunca a ser una persona libre, responsable y justa”. Mejor, haz personas libres, responsables y justas, y ya ellos sabrán valorar, dentro del pluralismo de opciones y de tradiciones que hay a la tradición de Jesús.
Muchas gracias, ha sido un placer. Y nosotros sí rendimos un homenaje a este hombre que, durante tantos años, ha mantenido con muchísimo esfuerzo, mucho tesón y mucha dedicación esta revista, que recomiendo vivamente.
Como decían en aquel pueblo del Maestrazgo, cuando venían de la costa de Castellón y vendían —¡sardina viva! Y la gente contestaba —¡Viva!
Pues: ¡Iglesia Viva!... ¡Viva!
Pues Iglesia Viva, que está más viva que nunca, la revista de Duato que recomendamos a todos. Muchas gracias.
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