Mensaje de Pascua del presidente de la Conferencia Episcopal española Luis Argüello: "Vivamos la Resurrección juntos en la Iglesia, en un camino sinodal para trabajar y vivir juntos"
"Pareciera, cuando contemplamos las guerras, los conflictos, las tristezas, las dificultades que nos llegan a través de los medios de comunicación o que tenemos nosotros mismos noticia, conciencia, de tantos amigos nuestros, de tantos vecinos, de tantos ciudadanos que llevan una vida marcada por la tristeza y por la desesperanza"
"Pensemos cada uno de nosotros, amigos, a lo largo de estos cincuenta días de Pascua cómo podemos contar y cantar, con los labios y con las manos, esta buena noticia. A qué personas concretas de cerca o de más lejos podemos hacerles llegar la novedad de una existencia de bautizados, de redimidos de salvados"
| Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal
¡Jesucristo ha resucitado! Verdaderamente ha resucitado.
Queridos amigos, hermanos, conciudadanos que podáis escuchar y recibir este mensaje. Desde hace siglos, la Iglesia se saluda así en estos días: Jesucristo, verdaderamente, ha resucitado. Os convoco, me convoco a mí mismo, a que a lo largo de este tiempo de Pascua nos saludemos unos a otros insistiendo en esta espléndida noticia que incorpora una novedad radical a nuestra existencia.
Es verdad que hemos de cantar y contar este grito que constituye el fundamento de nuestra fe y de nuestra vida como cristianos cuando parece extenderse otro clamor que un loco, hace ya más de un siglo, empezó a gritar por los caminos de la vida: “Dios ha muerto”. Y pareciera, cuando contemplamos las guerras, los conflictos, las tristezas, las dificultades que nos llegan a través de los medios de comunicación o que tenemos nosotros mismos noticia, conciencia, de tantos amigos nuestros, de tantos vecinos, de tantos ciudadanos que llevan una vida marcada por la tristeza y por la desesperanza. Por eso, qué importante es que nos digamos unos a otros: Verdaderamente ha resucitado.
Pero que este “verdaderamente”, “vere” decían en latín, sea acompañado por nuestra existencia: nuestra existencia como redimidos, como salvados, como resucitados. Una existencia que incorpora la novedad de Jesucristo resucitado a nuestra vida cotidiana, que nos invita a intentar volver a perdonar, que nos invita a proponer de nuevo una propuesta de caminar juntos, como discípulos misioneros. Una propuesta que sale al paso de la desesperanza y de la tristeza porque las disuelve en lo profundo de nuestro corazón.
Pensemos cada uno de nosotros, amigos, a lo largo de estos cincuenta días de Pascua cómo podemos contar y cantar, con los labios y con las manos, esta buena noticia. A qué personas concretas de cerca o de más lejos podemos hacerles llegar la novedad de una existencia de bautizados, de redimidos de salvados.
Quiera Dios que la resurrección de Jesucristo, que en el cirio pascual se concreta este año poniendo 2024, nos ayude a seguir nuestro camino de anuncio del Evangelio, de ser fieles a la propuesta misionera que el Señor nos ha hecho. Que lo vivamos juntos en la Iglesia en un camino sinodal para trabajar y vivir juntos. Y que, sobre todo, hagamos llegar la buena noticia del corazón de Jesús que, con su costado abierto, se presenta así, resucitado de entre los muertos, para hacer llegar su misericordia a cuanto más necesitan de ella.
De nuevo os lo digo amigos, ¡feliz Pascua de resurrección del Señor! Sí, digamos y cantemos Aleluya, porque Jesucristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado, para nuestro bien.