"Hay un divorcio grande entre la Iglesia y la juventud", señala el sacerdote y artista Toño Casado: "Tras una JMJ, si los jóvenes no enraízan en una comunidad, quedará todo en un fuego artificial"
"La JMJ es como un gran parque temático de jóvenes y de fe. Hay actividades de toda índole y los jóvenes pueden vivir en ella grandes experiencias, aunque no quiere decir que las vivan todos, ni mucho menos"
"No puede reducirse la pastoral juvenil a simples encuentros festivos gloriosos, sino que es en el día a día donde normalmente se vive la fe"
"He participado en varias JMJ y observo que la capacidad que tienen los jóvenes de escuchar palabras y palabras y palabras es limitada y a veces hay demasiados discursos"
"Lo de la sinodalidad no sé si lo entienden mucho los jóvenes, pero ojalá que haya espacios donde poder hablar en libertad"
"He participado en varias JMJ y observo que la capacidad que tienen los jóvenes de escuchar palabras y palabras y palabras es limitada y a veces hay demasiados discursos"
"Lo de la sinodalidad no sé si lo entienden mucho los jóvenes, pero ojalá que haya espacios donde poder hablar en libertad"
"Un gran parque temático". Así define el sacerdote, compositor, cantante y autor de grandes musicales como 33 o Via Crucis, Toño Casado, lo que es una Jornada Mundial de la Juventud, a varias de cuyas ediciones ha asistido, también a esta de Lisboa, donde ha compartido con miles de jóvenes españoles su música y canciones.
Reconoce el párroco de El Pilar, en Madrid, la importancia de estos encuentros juveniles, donde "se pueden vivir grandes experiencias" transformadoras, pero advierte también que es necesario después "un enraizamiento en una comunidad" para que perdure lo allí encontrado y estima que en ocasiones hay demasiadas palabras y discursos: "A los jóvenes les llega más lo afectivo, lo emotivo, lo musical", señala.
¿A qué van realmente los jóvenes a la JMJ? ¿Fe o fiesta?
Los jóvenes vienen a la JMJ por ambas cosas, porque es un encuentro de jóvenes de todo el mundo y eso muy atractivo, hay muchas actividades, y también vienen porque forman parte de grupos de fe y ahí, si quieren, pueden vivir grandes experiencias.
¿Qué queda después de la JMJ en la vivencia de fe de los jóvenes? ¿En qué se traduce en su compromiso de fe?
La JMJ es como un gran parque temático de jóvenes y de fe. Hay actividades de toda índole y los jóvenes pueden vivir en ella grandes experiencias, aunque no quiere decir que las vivan todos, ni mucho menos.
Después de todo esto, lo que queda es que vivir esas grandes experiencias afecta a tu persona, a tu historia y se necesitan momentos así, pero si después no hay un enraizamiento en una comunidad, a la cual se parte o a la cual se viene, quedará todo en un simple fuego artificial.
¡Ojalá haya esas comunidades -que las hay- juveniles donde los jóvenes puedan vivir su fe con su alegría y su propia idiosincrasia!
Casi cuatro décadas después, ¿cuál ha sido la aportación de las JMJ a la transmisión de la fe en las nuevas generaciones, teniendo en cuenta que los estudios sociológicos apuntan a un progresivo alejamiento de la fe en este colectivo?
Sí, se hablaba hace años de los Papa boys, chicos que gritan ‘viva el Papa, viva el Papa’, pero luego, a veces, tampoco escuchaban mucho, porque yo he participado en varias JMJ y observo que la capacidad que tienen los jóvenes de escuchar palabras y palabras y palabras es limitada y a veces hay demasiados discursos.
A los jóvenes les llega más lo afectivo, lo emotivo, lo musical, más que muchas palabras, y después de tantos años, lo que queda, hay gente que ha vivido cosas grandes que les ha hecho cambiar o encontrase con Jesús; otros, simplemente, fueron a la fiesta o al encuentro con otras personas, que tampoco está mal, si es una fiesta sana y alegre.
Aun así, no puede reducirse la pastoral juvenil a simples encuentros festivos gloriosos, sino que es en el día a día donde normalmente se vive la fe. Hacen falta fiestas de cumpleaños, pero hace falta vivir la fe normal de cada día, y en eso andamos un poco más perdidos, hay un divorcio grande entre la Iglesia y la juventud y el mundo de hoy, sobre todo por nuestras maneras de hablar, a veces muy alejadas, y por otros factores. Habría que buscar puentes para encontrarnos.
De cara al futuro, ¿cree que habría que cambiar o añadir algo en la estructura y organización de las JMJ? ¿Tiene cabida también en ella la sinodalidad o ya está incorporada?
Cada JMJ es variada, muy distintas unas de otras, cada una con sus acentos propios y donde se potencian distintas dimensiones. Y dentro del gran abanico de posibilidades que hay, se fomenta lo cultural, lo lúdico, lo religioso, los encuentros celebrativos, a distintos niveles…
Que sea una cosa variada es algo maravilloso, donde los jóvenes puedan elegir según su propia religiosidad. Lo de la sinodalidad no sé si lo entienden mucho, pero ojalá que haya espacios donde poder hablar en libertad.
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