"El cambio de sexo es poco serio y no se resuelve con una operación quirúrgica" El cardenal Blázquez reconoce que la Amoris Laetitia fue recibida "con reservas" por parte de la Iglesia española
(José Manuel Vidal).- Un cambio de estilo, de lenguaje y de tono. Eso es lo que propone el cardenal Ricardo Blázquez a la Iglesia española, para contrarrestar la agresividad ante el discurso eclesiástico que "da sarpullido" a la sociedad. "Decir con amabilidad y verdad lo que creemos como cristianos y lo que pensamos como ciudadanos". Incluso a la hora de denunciar la ideología de género o el divorcio exprés.
El arzobispo de Valladolid pronunció una conferencia para los curas madrileños, titulada 'La belleza del amor matrimonial en la exhortación Amoris laetitia', en el aula magna del seminario (en plenas Vistillas). Acompañado del neocardenal Osoro, que lo presentó como "un obispo que ama singularmente a la Iglesia, a las que nos aproxima con un cariño especial" y como "una persona que hace lo que dice".
Blázquez centró su disertación en la aplicación pastoral de la Amoris Laetitia, con una exposición clara, sencilla y directa, dividida en dos partes. En la primera abordó los principios de la exhortación apostólica de Francisco y, en la segunda, sus aplicaciones pastorales.
Entre los principios, señaló que, para la Amoris Laetitia, "el matrimonio es una vocación cristiana", a pesar de que, en unas pocas décadas, ha cambiado en profundidad. "Hace años, iba a Alemania y veía separaciones y divorcios. Y con secreta esperanza me decía a mí mismo: 'Esto no nos llegará a nosotros'. Pero ya nos ha llegado".
Más aún, para el cardenal abulense, "no sólo se produjo una disminución del matrimonio católico, sino un auténtico desplome en muy pocos años". Tanto es así que hasta alguno de sus propios sobrinos convive sin contraer matrimonio. Además, "hoy es más fácil divorciarse que romper el contrato de arrendamiento de un piso".
Es lo que el prelado llama "la desinstitucionalización del matrimonio", que implica el que "los esposos queden muy a a intemperie". Una situación que "menudea", porque "el matrimonio está en crisis".
Eso sí, en muchos de estos matrimonio civiles o en muchas de estas convivencias de parejas, la Iglesia tiene que descubrir "los elementos constructivos" que, en el futuro y con un acompañamiento, pueden desembocar en un matrimonio auténticamente cristiano.
De ahí, la necesidad de subrayar que "la familia es vital para la sociedad y para la Iglesia". Por eso, "el individuo no es la célula de la sociedad y de la Iglesia, sino la familia". Y por eso, "la familia es insustituible en la transmisión de la fe".
Una transmisión que, antes, era completada en la escuela o en la calle, pero, ahora, ya no. Y, además, ese proceso se trunca en la adolescencia, porque "la confirmación es el sacramento de la despedida de la Iglesia, y eso nos hace sufrir".
Éste es, según Blázquez, el meollo de la Amoris Laetitia y no el tema de la comunión de los divorciados recasados, "como señalaron continuamente los periodistas, que nos tendieron una trampa con este asunto y caímos en ella".
El de los divorciados es un simple capítulo de la Amoris Laetitia, "un documento magisterial, pero no infalible", que no fue bien recibido por algunos eclesiásticos en España. "No hubo desobediencia a este documento, pero sí dificultades, lentitudes y reservas en su recepción". Blázquez asegura que estas reservas "se van superando".
Misericordia, discernimiento y acompañamiento
Tras los principios y la recepción de la Amoris Laetitia, Blázquez abordó el contexto en el que fue publicado la exhortación papal: el año de la misericordia, que "es el corazón palpitante del Evangelio".
En este marco de la misericordia, otro principio con el que hay que aplicar pastoralmente la exhortación es el "discernimiento", que conduce a respetar la conciencia personal, porque "no podemos ser invasores de la conciencia de nadie".
Más aún, para discernir las situaciones matrimoniales "sólo cabe una actitud compasiva", porque "la solución a esas situaciones difíciles vitales no es la casuística, sino ponernos ante Dios".
Y, junto al discernimiento, el acompañamiento pastoral, que es, según Blázquez, "la asignatura nueva en la que nos ha matriculado a todos el Papa". Conscientes de que "lo más cómodo es aplicar las leyes", pero la tarea que el Papa pone a los eclesiásticos es más complicada, porque se trata de "conjugar la ley y la conciencia". Es decir, "pasar de la disciplina y del control" y "tener en cuenta el camino progresivo de la conversión a Dios".
Estos principios son los que los curas tienen que aplicar a pie de obra en sus parroquias, buscando también la unidad de criterios, sin que "en una parroquia se aconseje una cosa y, en la de al lado, la contraria".
Según Blázquez, hay que tener en cuenta, además, que "la cultura actual se ha desarrollado de una forma divergente a la doctrina de la Iglesia". Ante esta situación, los eclesiásticos tienen que ser "mensajeros entusiasmados del Evangelio y maestros fieles".
A su juicio, la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia "está atacada hoy por lobbies que reivindican libertad para ellos y se cierran a la libertad de los demás" y por "centros de gestación de legislación para todos los países, que a veces lo ponen como condición para recibir subvenciones".
Ante esta situación, los curas tienen que seguir defendiendo la doctrina. "No dejar de hablar por miedo ni por halagar. Fidelidad a la doctrina, pero sabiendo siempre la tierra que pisamos, para saber decir las cosas adecuadamente".
Porque, según Blázquez, la Iglesia no va a dejar de denunciar la ideología de género. "Cuando se intenta separar el género del sexo, me parece poco serio, porque la sexualidad no es solo genitalidad, también es una forma especial de sentir. Esta cuestión no se resuelve con una operación quirúrgica, es de otro orden. Por eso, tenemos que decir no a la ideología de género".
Otra cuestión, que se aborda en esta exhortación del Papa Francisco y que "preocupa" a la Iglesia, es la que se refiere a las "tendencias homosexuales". Una cuestión que hay que saber transmitir, porque "la humanidad no se divide entre homosexuales y heterosexuales, sino entre varones y mujeres", aunque "la 'catequesis' que le llega a la gente, a través de los medios, sea la contraria".
A su juicio, "hay que diferenciar entre la tendencia homosexual y el ejercicio de la homosexualidad". Eso sí, tal y como dice el Papa Francisco en el documento, hay que "acoger con respeto" a las personas homosexuales, "evitando toda discriminación injusta". "A veces, en nuestros pueblos cuántos motes hemos puesto a estas personas, cuando ya llevan una buena encima tanto ellos como sus familias", añadió.