La Decadencia de Occidente y los Refugiados Sirios
¿Como es posible que Europa los expulse?
El Papa en la isla griega Lesbos
La Decadencia de Occidente es el título de un importante libro escrito por Oswald Spengler a principios del siglo pasado, que en parte da explicación a lo que está sucediendo en el mundo occidental y en particular lo que está haciendo Europa con la devolución, más bien venta, de los refugiados sirios a Turquía por 6000 millones de €. Es increíble que la UE haga semejante cosa.
Splengler hace una análisis filosófico, o filosofía de la historia, de las culturas más importantes que ha conocido la humanidad, sobre todo la occidental. Las considera como un organismo viviente que nace, crece, se desarrolla y muere. Cuando una cultura degenera en pura civilización es que está llegando a su ocaso, a su muerte, donde la fuerza del dinero se convierte en una vulgar magnitud política, que acaba fagocitando los valores más importantes que dieron contenido a esa cultura, que al degenerar en mera civilización los pierde y está a punto de morir.
Esto le está pasando a la que otrora fue la floreciente cultura occidental. Por ejemplo, los grandes valores reivindicados y enarbolados por la Revolución Francesa de 1789, de igualdad, libertad y fraternidad, que le dieron contenido y sentido, y significaron el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, sobre los privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista, Europa los ha olvidado casi por completo.
Lo que la civilización occidental esta haciendo con los miles y miles de inmigrantes sirios, africanos y de Suramérica, a unos malvendiéndolos y a otros cortándoles el paso con kilómetros de vallas, cuchillas cortantes y muros de hormigón: en EE.UU. y México (3200 km. de muro), España en Ceuta (8 km.,de vallas y 12 en Melilla), Israel con Cisjordanía, etc., demuestra que los gobernantes y el pueblo que los hemos elegido, hemos perdido los valores más elementales de igualdad, fraternidad y libertad.
Las naciones europeas y todas las que están dentro de la órbita de las civilización occidental estamos demostrando que nos hemos olvidado por completo de que un día firmamos la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Tenemos además la corrupción capitaneada por el omnipotente y cada día más universal dios dinero del neoliberalismo capitalista, que se extiende como una plaga apestosa que recorre todo el planeta desde Japón, Pequín, pasa por Rusia, cruza toda Europa, con escala en Suiza, atraviesa el Atlántico y se incrusta en toda América, hasta hacerse tan vivamente presente en un país tan pequeño como Panamá; un virus tan agresivo que llega a implantarse tan dentro del cerebro de algunas personas que fingen haber muerto, como Francisco Paesa, para defraudar aun más, y tiene el poder de movilizar a su favor las más importantes instituciones económicas del mundo, desde los grandes bancos al BM, FMI, OMC, etc.
Es necesario que nazca una nueva generación, con una disposición irrevocable que sea capaz de regenerar el mundo, que esté a la altura de la situación actual y dé otro rumbo al devenir de la historia, tanto para el ser humano como para el planeta Tierra, porque es todo el sistema Tierra el que está en peligro de extinción.
Esta cultura occidental, hoy mera civilización, cada día es más ajena, aunque más o menos siempre lo fue, a las manifestaciones que la influencia cristiana ético-moral tuvo en la misma, pues la Iglesia Católica Occidental, no solo está en decadencia, sino que casi diríamos que en desguace, en parte por su asimilación y afinidad a las estructuras políticas y económicas occidentales, cada vez más alejadas de los grandes principios y valores del Evangelio, sino también por la corrupción económica y moral al interior de si misma. Léase: las finanzas del Vaticano, sus riquezas, su asimetría jerárquica, la falta de democracia interna, la no firma de la Declaración de los Derechos Humanos y la escabrosa presencia de la pederastia en un número importante de sus miembros, alguno de los cuales, como un Obispo de la periferia de París, Stanislas Lalanne, que llega a dudar de si la pederastia es pecado ¡¡¡!!!
El Papa Francisco está haciendo un esfuerzo titánico por retornar la Iglesia a la fidelidad al Mensaje del Evangelio de Jesús, pero no encuentra eco suficiente en las demás estructuras de la Iglesia universal, sino incluso a veces fuerte oposición a su línea regeneradora dentro del propio Vaticano. La multitud de personas, creyentes o no, o incluso de otras religiones, que vemos en él una luz de esperanza tenemos que darle todo nuestro apoyo, en línea con su encíclica Laudato Si, dedicada al cuidado de la Casa Común, que abarca todo el sistema Tierra.
El Papa Francisco quiere dar un aldabonazo a la conciencia de Europa acudiendo a Lesbos a reunirse con los desesperados emigrantes sirios, eritreos, etc. ¿Le harán algo de caso los gobernantes europeos? Le haremos algo de caso los demás que los elegimos?
Un cordial abrazo a tod@s.-Faustino
El Papa en la isla griega Lesbos
La Decadencia de Occidente es el título de un importante libro escrito por Oswald Spengler a principios del siglo pasado, que en parte da explicación a lo que está sucediendo en el mundo occidental y en particular lo que está haciendo Europa con la devolución, más bien venta, de los refugiados sirios a Turquía por 6000 millones de €. Es increíble que la UE haga semejante cosa.
Splengler hace una análisis filosófico, o filosofía de la historia, de las culturas más importantes que ha conocido la humanidad, sobre todo la occidental. Las considera como un organismo viviente que nace, crece, se desarrolla y muere. Cuando una cultura degenera en pura civilización es que está llegando a su ocaso, a su muerte, donde la fuerza del dinero se convierte en una vulgar magnitud política, que acaba fagocitando los valores más importantes que dieron contenido a esa cultura, que al degenerar en mera civilización los pierde y está a punto de morir.
Esto le está pasando a la que otrora fue la floreciente cultura occidental. Por ejemplo, los grandes valores reivindicados y enarbolados por la Revolución Francesa de 1789, de igualdad, libertad y fraternidad, que le dieron contenido y sentido, y significaron el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, sobre los privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista, Europa los ha olvidado casi por completo.
Lo que la civilización occidental esta haciendo con los miles y miles de inmigrantes sirios, africanos y de Suramérica, a unos malvendiéndolos y a otros cortándoles el paso con kilómetros de vallas, cuchillas cortantes y muros de hormigón: en EE.UU. y México (3200 km. de muro), España en Ceuta (8 km.,de vallas y 12 en Melilla), Israel con Cisjordanía, etc., demuestra que los gobernantes y el pueblo que los hemos elegido, hemos perdido los valores más elementales de igualdad, fraternidad y libertad.
Las naciones europeas y todas las que están dentro de la órbita de las civilización occidental estamos demostrando que nos hemos olvidado por completo de que un día firmamos la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Tenemos además la corrupción capitaneada por el omnipotente y cada día más universal dios dinero del neoliberalismo capitalista, que se extiende como una plaga apestosa que recorre todo el planeta desde Japón, Pequín, pasa por Rusia, cruza toda Europa, con escala en Suiza, atraviesa el Atlántico y se incrusta en toda América, hasta hacerse tan vivamente presente en un país tan pequeño como Panamá; un virus tan agresivo que llega a implantarse tan dentro del cerebro de algunas personas que fingen haber muerto, como Francisco Paesa, para defraudar aun más, y tiene el poder de movilizar a su favor las más importantes instituciones económicas del mundo, desde los grandes bancos al BM, FMI, OMC, etc.
Es necesario que nazca una nueva generación, con una disposición irrevocable que sea capaz de regenerar el mundo, que esté a la altura de la situación actual y dé otro rumbo al devenir de la historia, tanto para el ser humano como para el planeta Tierra, porque es todo el sistema Tierra el que está en peligro de extinción.
Esta cultura occidental, hoy mera civilización, cada día es más ajena, aunque más o menos siempre lo fue, a las manifestaciones que la influencia cristiana ético-moral tuvo en la misma, pues la Iglesia Católica Occidental, no solo está en decadencia, sino que casi diríamos que en desguace, en parte por su asimilación y afinidad a las estructuras políticas y económicas occidentales, cada vez más alejadas de los grandes principios y valores del Evangelio, sino también por la corrupción económica y moral al interior de si misma. Léase: las finanzas del Vaticano, sus riquezas, su asimetría jerárquica, la falta de democracia interna, la no firma de la Declaración de los Derechos Humanos y la escabrosa presencia de la pederastia en un número importante de sus miembros, alguno de los cuales, como un Obispo de la periferia de París, Stanislas Lalanne, que llega a dudar de si la pederastia es pecado ¡¡¡!!!
El Papa Francisco está haciendo un esfuerzo titánico por retornar la Iglesia a la fidelidad al Mensaje del Evangelio de Jesús, pero no encuentra eco suficiente en las demás estructuras de la Iglesia universal, sino incluso a veces fuerte oposición a su línea regeneradora dentro del propio Vaticano. La multitud de personas, creyentes o no, o incluso de otras religiones, que vemos en él una luz de esperanza tenemos que darle todo nuestro apoyo, en línea con su encíclica Laudato Si, dedicada al cuidado de la Casa Común, que abarca todo el sistema Tierra.
El Papa Francisco quiere dar un aldabonazo a la conciencia de Europa acudiendo a Lesbos a reunirse con los desesperados emigrantes sirios, eritreos, etc. ¿Le harán algo de caso los gobernantes europeos? Le haremos algo de caso los demás que los elegimos?
Un cordial abrazo a tod@s.-Faustino