Los tres grandes poderes de este mundo

Tres son los grandes poderes que habitualmente gobiernan el mundo: el económico, el político y el religioso. A los tres se enfrentó Jesús con contundencia.

EL ECONOMICO: Jesús criticó con gran dureza a los ricos, porque entonces como ahora, los ricos obtenían su riqueza a costa de explotar a los pobres: “¡Ay de vosotros, los ricos que ya tenéis vuestro merecido! No podéis servir a Dios y al dinero”.

EL POLITICO: Jesús lo plasmó clarísimamente con estas palabras: “Sabéis que los que son tenidos como Jefes de las naciones, las gobiernan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande ha de ser vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, como el Hijo del Hombre (Jesús), que no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por todos”. Los políticos de nuestro tiempo, ¿a quién se parecen? ¿Conciben su misión como su vida comprometida con la sociedad para el bien de todos, especialmente por los que más lo necesitan? Están realmente al servicio de la sociedad, o más bien se sirven de la sociedad?

EL RELIGIOSO: Fue el estamento social al que más duramente criticó Jesús, porque los dirigentes religiosos de Israel utilizaban a Dios y a la religión para aprovecharse del pueblo y vivir como señores, porque imponían grandes cargas a los demás y ni un dedo ponían para ayudar a llevarlas.

Todas las religiones de todos los tiempos cayeron en este gran pecado, y la católica no se quedó atrás, y así, ya desde muy antiguo, acumuló grandes riquezas que la alejaron cada vez más del Evangelio y la arrimaron a los poderes económicos y capitalistas de este mundo, incluso en algunas épocas de la historia, como en la Edad Media y Moderna, donde los papas, como Nicolás V o Alejandro VI se consideraban poseedores absolutos  de todos los poderes de este mundo y por tanto facultando a los reyes de España y Portugal para adjudicarse todas las tierras, haciendas y personas de África y América, tanto para ellos como para sus sucesores.

Así Nicolás V (1447-1455) en la Bula “Romanus Pontifex” escribía a los reyes de Portugal: “Nos... concedemos facultad plena y libre para invadir, conquistar, combatir, vencer y someter a cualesquiera sarracenos y paganos y otros enemigos de Cristo, en cualquier parte que estuvieren, y a los reinos, ducados, principados, dominios, posesiones y bienes muebles e inmuebles tenidos  y poseídos por ellos; y reducir a esclavitud perpetua las personas de los mismos, y destinar para sí  y sus sucesores y apropiarse y aplicar para uso y utilidad suya y de sus sucesores los reinos, ducados, condados, principados, dominios, posesiones y bienes de ellos...”

            Y en otra bula, “Inter Coetera”, Alejandro VI escribe a los reyes de Castilla concediéndoles los mismos poderes  “sobre islas y tierras firmes halladas o por hallar, descubiertas o por descubrir...por la autoridad de Dios todopoderoso a Nos concedida en San Pedro, así como por la vicaría de Jesucristo, la cual ejercemos en la tierra para siempre”.

Si bien esos papas y quienes los secundaban querían difundir la fe cristiana y la cultura que la acompañaba a esos continentes, lo cierto es que hoy esos métodos nos resultan totalmente horribles, inadmisibles, como también nos resulta hoy horrorosa la pederastia, y que haya diócesis muy ricas, como en EE.UU., (Ogdensburg, san Francisco, Oakland, y otras) que se están declarando en bancarrota, por las cantidades millonarias que deben pagar para mal “reparar” la pederastia, en vez de dedicar todo ese dinero a los más empobrecidos del Tercer Mundo, sobre todo de África o América del Sur, pues los empobrecidos fueron los preferidos de Jesucristo y al final del camino van a ser los únicos por los cuales El nos va a preguntar.

Reconociendo el bien que hizo la Iglesia, y sobre todo hicieron muchos cristianos a lo largo de su historia, aun falta mucho, mucho, por hacer para que la Iglesia sea fiel y coherente con Jesús y su Mensaje. Tengamos esperanza en que el Papa Francisco y el Sínodo en marcha, marquen un antes y un después en la vida de la Iglesia, para que el Mensaje de Jesús de Nazaret, que El proclamó con los hechos y las palabras de su vida, sea realmente un camino de luz, de vida y esperanza para la Humanidad, el mejor que conoció en toda su historia.

Pero que no se quede todo en palabras sino en decisiones concretas plenamente operativas, como nos explica Jesús en el Evangelio de hoy con la comparación del padre y sus dos hijos, donde uno promete ir a trabajar a la viña pero luego no va, y el otro dice que no va, pero luego va. Para Jesús lo que se dice no cuenta, lo que cuenta es lo que se hace. Lo peor es hacer lo contrario de lo que se dice. ¿No caemos todos en este fallo? Por ejemplo, las élites religiosas hablamos y hablan contra el apego al dinero, pero luego nos parecemos a cualquier cosa menos a los pobres y a la solidaridad con ellos, o somos severos censores del sexo, para luego caer en la delincuencia de la pederastia. Por eso Jesús dice que los publicanos (los que no cumplían las leyes religiosas de Israel) y las prostitutas que no tenían otra forma de vida (como les pasa hoy a miles y miles de pobres mujeres en el Tercer Mundo), le precederán a esa élite del poder religioso en el Reino de los Cielos. Jesús no vino a fundar una religión más, sino para que “todos tengamos vida y vida en abundancia”.

Feliz domingo a tod@s.-Faustino

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