Gocemos del papado.
| Pablo Heras Alonso.
No fue el único caso, por supuesto, pero el ejemplo de Giovanni di Lorenzo de Médicis descuella en la Historia de la Iglesia por precoz, por escandaloso y por ser paradigma de conducta incompatible. Primero porque siendo un niño consiguió subir a lo más alto en la jerarquía religiosa; luego, porque su vida fue de lo más desvergonzado; y por último, porque ésas eran las maneras como los nobles segundones ascendían a puestos relevantes en la Iglesia, en este caso a papa.
Se puede conocer con detalle el ascenso fulgurante de este segundón de la familia Médici consultando Internet o cualquier enciclopedia. Aquí obviamos su carrera política para fijarnos en esos aspectos que hacen relación con la Iglesia, para calibrar hasta qué punto la Santa Sede dejó durante siglos de ser “santa” y cómo llevó a efecto eso de “mi reino sí es de este mundo”. La simonía, la venta de cargos eclesiásticos, fue costumbre y práctica durante mucho tiempo. Y donde más se ejercía era en el lugar donde menos debiera, el Vaticano. El ejemplo más notable el de León X.
Giovanni nació en Florencia en 1475. Destinado a la carrera eclesiástica, al cumplir los siete años recibió la tonsura clerical y las órdenes menores. El papa Sixto IV le debía algunos favores políticos al padre de Juan, el famoso Lorenzo el Magnífico, que correspondió nombrando al niño ¡de siete años! protonotario apostólico.Tales nombramientos sólo interesaban a la familia por los beneficios asociados, y de rechazo, para asegurar el futuro del infante.
No cesaron ahí las prebendas que el padre procuró a su hijo. A los 8 años, tenía los beneficios de la abadía francesa de Font-Douce. A la edad de diez años ya recibía los oportunos de dos abadías de renombre en Italia, la de Monte Casino y la de Morimondo, y otras dos en Francia. A la muerte de Sixto IV, Lorenzo influyó decisivamente en el nombramiento de Inocencio VIII, su consuegro. A cambio, Juan de Médicis fue nombrado ¡con trece años! cardenal diácono.
El papa Inocencio, sin embargo, parece que sintió remordimientos por tal desvergüenza o disparate o traición a la Iglesia y puso como condición, para recibir las insignias del cardenalato, esperar tres años. ¿Alguien, aún en su tiempo, podía pensar que un joven de 16 años podía estar preparado para tan alta responsabilidad? Nada menos que príncipe de la Iglesia a esa edad, año 1492 de tan gloriosa memoria para España.
Desde 1512 Juan de Médicis, como cardenal, ostentó el cargo de gobernador de Florencia, recuperada para los Medicis después de haber sido expulsada esta familia en 1494. El cardenal Giovanni sirvió a los papas Inocencio VIII, Alejandro VI, con quien no se llevó muy bien, Pío III, que fue papa 26 días y Julio II. Tras la muerte de éste y con el apoyo de Venecia y Maximiliano de Habsburgo, Giovanni fue elegido papa con el nombre de León X. Para la celebración de su coronación, gastó una cuarta parte del tesoro papal y a los pocos meses las arcas vaticanas estaban vacías.
Entre las numerosas vicisitudes políticas y militares que sufrió o en las que se vio envuelto, una de ellas fue el complot para asesinarle (año 1517). Los involucrados eran el cardenal Alfonso Petrucci, a cuya familia había desposeído del gobierno de Siena, y otros cuatro cardenales, además de muchos otros, eclesiásticos y civiles. Varios civiles fueron ejecutados y los cardenales, no punibles, tuvieron que pagar sumas enormes, además de perder privilegios y propiedades.
En 1520, atrajo a Roma con engaños y lisonjas a Gian Paolo Baglioni, señor de Perusa y gran fustigador de la conducta de León X. Al día siguiente de llegar a Roma, la Guardia Pontificia lo arrestó, siendo torturado y decapitado en Sant Angelo. Con ello Perusa y sus territorios pasaron a formar parte de los Estados Pontificios.
León X, una persona voluptuosa y hedonista, con varias amantes, aparte de ser un mecenas de las artes, era apasionado de la caza. Le encantaba dar banquetes y entretenimientos carísimos, con fiestas a la altura de los reyes de Europa.
El humanista Pico della Mirandola atribuye a León X una carta al cardenal Pietro Bembo en la que dice: “Quantum nobis notrisque que ea de Christo fábula profuérit, satis est ómnibus seculis notum…” [Desde tiempos inmemoriales es sabido cuán provechosa nos ha resultado esta fábula de Jesucristo]. Muchos dudan de que tal cita sea verdadera, por las fechas vitales de unos y otros. "Se non è vero..."
También se le atribuye a León X otra frase que se ha hecho célebre: “Poiché Dio ci ha dato il Papato, godiamocelo”, que en español suena mejor: “Gocemos del papado, puesto que Dios nos lo ha dado”. Sean o no ciertas ambas citas, sirven como referencia de por dónde caminaba el pensamiento de la cristiandad respecto a la opinión que se tenía sobre los papas de estos tiempos. Y para nosotros, tal conducta nos hace abrir los ojos de la “otra” historia de la Iglesia, historia desconocida por la inmensa mayoría de los fieles que desdice versiones edulcoradas.
Giulio /León murió en 1521, con 45 años. Su enfermedad repentina y la edad relativamente joven de su muerte provocó rumores de que había sido envenenado. Normal.