Organización y vida religiosa en la provincia de Burgos (1)

Como ya he hecho público en varias ocasiones, mi refugio espiritual y material frente al Cronos madrileño que amenaza con engullirnos a todos, es un pueblo de la provincia de Burgos, paradigma del despoblamiento, llamado Revilla Vallejera. A su encaje dentro de la historia he trabajado en un libro de reciente aparición, “Un pueblo dentro de la historia. Revilla Vallejera”: apenas si su censo llega al centenar de personas, añadiendo a él la pedanía de Vizmalo , y con residencia habitual en el invierno de no más de cuarenta.

Como cualquier pueblo de Castilla, y de España en general, el edificio señero de la villa es la iglesia. No hay otro que pueda rivalizar con tal fábrica. Eso sí, una iglesia a medio terminar o, según otros, medio arruinada. Lo que iba a ser un templo de grandes dimensiones, quedó cercenado en su mitad.

No creo que el vulgo indocto sea del todo consciente del importantísimo influjo que la Iglesia ha tenido en siglos pasados. Podríamos hasta afirmar que España “se ha hecho” a partir de la Iglesia. Digo lo primero por la indocta ignorancia que va siendo patrimonio espiritual de la mayor parte de la gente, ocupada más en las noticias o vulgaridades que proporcionan los móviles que en la serena lectura de un libro de historia, aunque sea mínimamente vulgarizador, como el citado arriba. No importa la cultura, importa la noticia. Y ésta dura lo que tarda en ser sustituida por otra.

La Iglesia, por supuesto, ha sido desde siempre el soporte institucional de las creencias por ella inoculadas en el pueblo, con el culto y el aprendizaje de la doctrina. Pero, sobre todo y en lo que respecta al entramado y construcción de la sociedad, la Iglesia ha configurado las estructuras mentales,  las socio-económicas y también las lúdicas de los pueblos. El control ejercido sobre conductas y conciencias era absoluto, del que difícilmente se evadía quien pretendiera ser “él mismo”. El rigor social se imponía.

Para llegar a ello o como medio burocrático para lograrlo, la Iglesia ha ido configurando a lo largo de los siglos una estructura organizativa paralela al Estado, similar y en ciertos aspectos, superior, porque la Iglesia no deja de ser una multinacional que hace y dice lo mismo en cualquier parte del mundo y cuyas normas se respetan allí donde hace acto de presencia.

Me sitúo en la archidiócesis de Burgos, y en ella me confino, cuando de organización y de historia hablamos, quizá la segunda diócesis en importancia y extensión después de la de Toledo, diócesis ésta que en tiempos pretéritos estuvo a la altura en categoría e imperio al rey de las Españas.   

Ahí está a disposición de quien quiera bucear en el organigrama burocrático de Burgos,  la muy bien construida página WEB de la Archidiócesis. Horas y horas he pasado visitando, revisando, haciendo números, entrando en esta o en otra parroquia, repasando el patrimonio y haciendo “turismo” en determinados enlaces… Hoy hasta ofrecen un interesante “Portal de Trasparencia” y, dentro de esta sección, imprescindible visitar la sección “La percepción ciudadana sobre la Iglesia en Burgos”. He llegado a disfrutar con ello. ¿Pero alcanza algo de esto al simple fiel? No, por desconocimiento o porque debe ser excesivamente desabrido.

El fiel revillano lo único que sabe es que domingo sí y domingo no, a veces en sábado, tiene misa a tal hora y la dice el cura tal que llega con prisa del pueblo vecino y no tiene tiempo de andarse con zarandajas o minucias de si este paño o estos candelabros. Eso sí, los recurrentes funerales son asistidos con rigurosa escrupulosidad. En el pueblo vecino, con censo de once individuos y presencia permanente de tres, hay misa una vez al mes.

Antes era bien distinto: el cura residía aquí, tenía su casa parroquial, en ella estaban los libros de nacimientos, bodas, bautizos, confirmaciones y defunciones; el cura confraternizaba en las bodegas; encargaba el servicio de su casa a una vecina; charlaba con cualquiera que se le cruzaba... Los libros y documentos de que hablo he tenido que consultarlos en el Archivo Provincial. Desde hace ya unos veinte años, ni hay cura ni hay libros. Es más, la casa parroquial, amenazada de ruina, ha sido convertida en solar.

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