Renegar de la infancia, como la Iglesia. III

III

Historia de la Iglesia y legado para la posteridad son las trifulcas doctrinales y cómo se las tenían con los que resultaban vencidos, como es el caso de Nestorio y Arrio (no olvidemos que ambos fueron altos dignatarios eclesiásticos, patriarcas). De su legado doctrinal, que hoy posiblemente podría ser doctrina oficial, no queda nada, todas sus obras fueron quemadas y ellos considerados proscritos.

Historia de la Iglesia es también la conducta de los frailes asesinos seguidores en Alejandría del “gran” santo Cirilo. Digno de que los cristianos de hoy supieran cómo se las gastaba la Iglesia en el siglo V sería el que conocieran cómo trataron a un rival para ellos digno de muerte por dos razones contundentes e imperdonables, ser mujer y ser sabia, Hipatia de Alejandría. 

Pero de asuntos tan concretos mejor es pasar por encima y no hablar ni recordar nada: San Cirilo, prolífico escritor y padre de la Iglesia, merece recuerdo imperecedero por lo que hizo como criminal y por su santidad. ¡Menuda santidad! 

A la zaga de los desmanes iban las leyes, no al revés. La infamia quedaba justificada por decretos y códigos, como el de Teodosio del año 380. Los no cristianos eran personajes infamantes, lo cual llevaba consigo verse desprovistos de sus derechos civiles.

 Mientras los cristianos, por ley, podían confiscar los bienes de los llamados paganos y podían destruir sus edificios religiosos y saquear sus tesoros y apropiarse de ellos, a los no cristianos les estaba vetado intervenir en la vida de la ciudad; no podían tampoco dedicarse a la enseñanza ni a la magistratura. Atentar contra los cristianos o contra sus bienes estaba condenado con la muerte según la ley.

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