El humanismo ético de Sócrates/ 2

Γνῶθι σαυτόν / Conócete a ti mismo (Quilón de Esparta)

Como Sócrates nada quiso escribir, solo podemos acceder a su pensamiento a partir de interpretaciones encontradas, surgidas en el contexto político de la polémica ateniense entre el "partido" democrático y el aristocrático.

Loscuatro principalestestimonios que nos sirven defuentes escritas son los de Aristófanes, Jenofonte, Aristóteles y sobre todo su gran discípulo Platón. Los denominados "socráticos menores" nos dan una visión más unilateral del pensamiento del maestro, pues cada escuela destaca un determinado aspecto de su doctrina, olvidando otros.

Aristófanes, en su comedia Las Nubes del año 423, presenta a Sócrates como un seguidor de las teorías físicas de Anaxágoras y como un sofista más, lo mismo que Protágoras, dos autores que con su orientación racionalista cuestionaban los prejuicios y creencias tradicionales, por lo que eran considerados ateos o impíos por los sectores más conservadores y tradicionalistas, a los que representa Aristófanes.

En realidad, éste presenta una verdadera caricatura de la figura de Sócrates, atacando y ridiculizando sus ideas, por lo que su retrato no sirve para alcanzar el pensamiento del Sócrates real.  En la Apología platónica Sócrates se defiende de las calumnias de Aristófanes por considerarlo un filósofo de la naturaleza (y por tanto impío) y como un sofista embaucador de ingenuos.

En cuanto al testimonio de Jenofonte en sus Memorables, presenta una imagen de un Sócrates moralista centrado en el lado humano de su personalidad. También escribió una Apología de Sócrates, presentando a éste como el prototipo de ciudadano virtuoso y piadoso, excelente y sabio, que pretende educar a sus discípulos en la práctica de la virtud, considerada el mayor de los bienes. Aunque Jenofonte es historiador, su imagen más bien disminuida de su maestro no nos acerca tampoco al Sócrates real, pues en sus historias noveladas, como la Ciropedia o la Anábasis, defiende su  ideal de una educación aristocrática.

Sus recuerdos de Sócrates resultan poco fiables, pues proyecta en el maestro su propio ideal aristocrático, que compartía con Platón, lo que le resta credibilidad histórica. Nos informa de la figura humana de Sócrates, pero no de la profundidad de su pensamiento filosófico, que queda desvirtuado. A ello hay que añadir que solo trató a Sócrates en su juventud y escribe muchos años después de de la muerte del filósofo.

Probablemente el retrato de Jenofonte depende de los Diálogos de Platón, sobre todo en la pregunta por el significado de los términos morales: qué es (tí estin) lo justo, qué es lo bello, qué es lo piadoso, qué es la virtud etc., y sus contrarios.

La pregunta por el significado de los términos morales convirtió a Socrates en un precedente del análisis de la filosofía del lenguaje, que tiene por objeto la clarificación de los vocablos que se usan de forma ambigua o confusa. Esa búsqueda de los conceptos universales se contrapone al relativismo y al subjetivismo de los sofistas, que da validez al pluralismo de las opiniones.

El testimonio de Aristóteles, que aparece en la Metafísica y en la Ética a Nocómaco, pudiera parecer el más objetico al carecer de intención apologética, pero no nos informa del Sócrates histórico, sino de su doctrina, interpretada a la luz de la propia filosofía aristotélica. Además Aristóteles tiende a fundamentar su filosofía en la autoridad de los anteriores filósofos.

La novedad de la filosofía socrática estaría en su dedicación a los asuntos éticos (tà ethiká), indagando sobre las definiciones universales, buscando la esencia (tí estin) o cualidades comunes de los términos morales, a través de razonamientos inductivos. La atribución a Sócrates de las formas lógicas de la inducción y la definición es más bien una interpretación que no parece corresponder con el Sócrates real.

Aristóteles enfatiza la identificación socrática de la virtud con el saber y critica su exagerado racionalismo al suponer que nadie hace el mal de forma voluntaria, sino solo por ignorancia, sin tener en cuenta la parte irracional del alma humana. Sin embargo, la visión aristotélica de Sócrates, como la de Jenofonte, parece depender de la interpretación platónica, realizada especialmente en el diálogo Protágoras,  por lo que su testimonio resulta  sospechoso y poco fidedigno.

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