Un deseo: "Que el alma nunca tenga fronteras" Los Reyes Magos están de vuelta

Los Reyes Magos están de vuelta
Los Reyes Magos están de vuelta

"También los Reyes Magos pasaron por aquí… se han cruzado con pobres y emigrantes al visitar esta Europa de sueños incumplidos. Los camellos reales avanzaron con paso lento, cargando no solo el eco de los villancicos, sino también la amarga visión de las vallas o de los muros"

"Giorgia Meloni ha trazado los primeros surcos de este camino que en el horizonte dibuja figuras de exilio y confinamiento. Otros líderes europeos, inspirados por este enfoque, están considerando seguir el mismo camino, priorizando la seguridad y el control, sobre la compasión y la integración en este año que comienza"

"En este escenario, la Europa del siglo XXI se enfrenta a un dilema moral: ¿debería la protección de las fronteras prevalecer sobre el respeto a la humanidad de quienes buscan una vida mejor?"

"Los Reyes saben que no basta con traer regalos; su viaje es un símbolo, pero la transformación que sueñan debe nacer en todos nosotros. 'No se trata sólo de migrantes. Se trata de nosotros' que nos dijo el papa Francisco"

Tambiénlos Reyes Magos pasaron por aquí: Ponga Ud. el lugar que quiera, que para eso son magos. También ellos (quiero creer) se han cruzado con pobres y emigrantes al visitar esta Europa de sueños incumplidos. Porque en el vasto teatro del viejo continente, Europa, y sus poderosos, mueven sus piezas en un ajedrez de intereses. La mayoría asiente con la cabeza al hablar de "soluciones innovadoras" para las migraciones. Un término que suena noble, pero cuya esencia es áspera y fría como la piedra de un muro. Este eufemismo cubre con un velo, por ejemplo, las realidades de los centros de detención fuera de las fronteras de la Unión, reminiscencias de tiempos oscuros.

Los muros de Europa

Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, ha trazado los primeros surcos de este camino. Una senda que muchos líderes europeos observan con aprobación, pero que en el horizonte dibuja figuras de exilio y confinamiento. Otros líderes europeos, inspirados por este enfoque, están considerando seguir el mismo camino, priorizando la seguridad y el control, sobre la compasión y la integración en este año que comienza.

En este escenario, la Europa del siglo XXI se enfrenta a un dilema moral: ¿debería la protección de las fronteras prevalecer sobre el respeto a la humanidad de quienes buscan una vida mejor?

Mientras aquí seguimos con algunas vergüenzas del Estado autonómico al descubierto como esas heridas abiertas cuando este se enfrenta a desafíos humanitarios y sociales de gran calado, como los fenómenos migratorios que golpean con crudeza por ejemplo las costas de Canarias y que arrojan a sus jóvenes lejos de las islas y muy cerca de mi domicilio alcalaíno 

Pero sin embargo no solo para esas “innovadoras propuestas” sino para otros lugares desterrados dentro del propio país puede haber una melodía alternativa y distinta, un susurro de esperanza: actuar en el origen, allí donde las raíces de la pobreza o de la migración se hunden en suelos desolados.

Un deseo; "Que el alma nunca tenga fronteras", que parece resonar como un eco del zamorano León Felipe, quien nos recordó que los caminos del hombre no son senderos delimitados, sino búsquedas interminables para aquellos que el poeta imaginó “sin casa, sin árbol, sin sombra, sin pozo, y sin canción”. Ellos, los que caminan sobre la línea del horizonte, buscando nada más que una tierra que no les expulse, una patria que no les despoje. Vienen desde  orígenes o tierras olvidadas para muchos, y quizás los reyes magos nos deberían haber traído más imaginación, y decisiones políticas para que quienes habitan en ellas no sientan la necesidad de huir.

"Cada migrante que lucha (o cualquier  empobrecido) lleva en su mochila no solo sueños, sino historias que podrían ser nuestras"

Mondadori Portfolio/Mondadori Portfolio via Getty Images

La mayoría de los líderes europeos apuran el paso, exigiendo soluciones inmediatas. Quieren respuestas hoy, frutos que puedan cosechar antes del próximo ciclo electoral. La urgencia corta las alas a los sueños y prefiere levantar muros antes que puentes. La Unión Europea, que nació como un ideal de hermandad y cooperación, se enfrenta ahora a su espejo más cruel. Es nuestro mundo, del que Europa y España no son más que una muy pequeña porción. Un mundo donde, en este juego político de fronteras y confines, el migrante, por desgracia, se ve reducido a cifras y términos técnicos. Así, mientras unos debaten sobre derechos humanos, otros convierten la esperanza en moneda de cambio, olvidando que cada migrante que lucha  (o cualquier empobrecido) lleva en su mochila no solo sueños, sino historias que podrían ser nuestras.

Cuando los Reyes Magos inician su retorno de vuelta a Oriente, con un saco lleno de la ironías y realidades que han visto, el horizonte gris de Europa seguirá sembrado de miradas que quizás duden de estrellas y de milagros. Porque  muchos también están  de vuelta de esas cosas. Entre los campos helados y las luces pálidas de suburbios, los pobres y muchos emigrantes, esos modernos nómadas de la necesidad, alzan sus manos al aire gélido, dejando deseos que no llegan a formar palabras.

Los hijos de la travesía pasan por fronteras de aquí al lado

Los camellos reales avanzaron con paso lento, cargando no solo el eco de los villancicos, sino también la amarga visión de las vallas o de los muros. En cada cruce, los Reyes vieron sombras que esperan, detenidas por líneas imaginarias que dividen el mundo entre quienes tienen un lugar y quienes lo buscan. Al regresar, también. Ningún oro puede derribar esos muros. Ninguna mirra suaviza el miedo al otro que los levantó. ¿O sí? 

En los brazos de madres agotadas, los niños emigrantes aún sueñan bajo mantas de oscuridad. Y si no que se lo pregunten a los habitantes de la cercana barriada madrileña La Cañada en sus más negras noches. Para ellos el cardenal de Madrid pidió el pequeño milagro de la luz. Que parece más difícil que la multiplicación de panes y peces. Sus pequeñas vidas están  marcadas por un éxodo del que vienen ( geográfico o producto de la pobreza) y que no entienden. Los Reyes, que tanto aman las risas infantiles, se detienen un momento en los suburbios madrileños y de muchos otros lugares, incapaces quizás de ofrecerles algo más que el efímero consuelo de juguetes prestados o de una caricia al aire. "¿Para que dar juguetes a quienes no tienen hogar?" ¿Cómo mantener nuestra estrella prendida permanentemente en esta porción del cielo azul de los madriles? Se lo preguntan en silencio, mientras el viento silba entre los refugios improvisados.

Boa Mistura ilumina (por un día) la Cañada Real

La ausencia de caminos que solo resurgen con la Esperanza

Hoy es noche clara en la Alcalá donde acogedoramente vivo. En las noches claras como estas, los Magos miraron los mares que atravesaron, los que separan continentes, donde las aguas esconden historias trágicas. También ahora de regreso entre las olas, aún escuchan los susurros de quienes no alcanzaron la otra orilla, un coro silenciado por la marea. Y ellos, viajeros eternos, saben que los caminos a menudo los más inhóspitos y los más crueles solo se pueden abrir – si es que se encuentran- desde las puertas abiertas a la esperanza para todo tipo de peregrinos. ¿Aplicaremos el jubileo de la Esperanza para ellos, gentes de mil credos y religiones? Lo pensé hace días, cuando se abrían los portones de la magistral catedral alcalaína o con la invitación del Cardenal de Rabat a los musulmanes para unirse a la posibilidad de una esperanzada alegría jubilar conjunta.

La promesa incumplida

Al alejarse, los Reyes dejan tras de sí el deseo ardiente de un mundo más justo, pero también el amargo sabor de su propia impotencia. Lo empobrecidos y los emigrantes sin recursos ni sonrisas, errantes de un destino incierto, seguirán esperando no ya la magia de Oriente, sino el simple gesto humano que les devuelva la dignidad. El tuyo y el mío. Cada uno donde y como pueda

El incienso que dejaron atrás se eleva aún en plegarias confusas, mezcladas con el humo de las hogueras precarias que calientan las manos de quienes duermen al borde del olvido. Los Reyes saben que no basta con traer regalos; su viaje es un símbolo, pero la transformación que sueñan debe nacer en todos nosotros. “No se trata sólo de migrantes. Se trata de nosotros” que nos dijo el papa Francisco venido del fin del mundo

Y así, mientras desaparecen en el horizonte, llevan consigo no solo los ecos de los deseos cumplidos, sino también el peso de los sueños que dejaron sin respuesta, esos que flotan como niebla entre las voces de los errantes. Una promesa pendiente que, quizás, algún día encuentre el camino hacia la estrella…

Aquella que volvió también el seis de enero en la ciudad de las tres culturas mientras me cruzo de nuevo con tres migrantes vecinos (¡hermanos!). Y mientras, los tres Reyes estaban ya de vuelta yo les pido no estar nunca “de vuelta” ante la urgencia de la pobreza.  

Porque, a veces, la desilusión, esa vieja compañera, me abraza con su manto gris, y en el silencio de la noche, susurra que a veces, soñar duele más que no haber soñado.

Un cementerio llamado Mediterráneo

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