Reacción antiabortiva en USA

El Tribunal Supremo de los Estados Unidos está discutiendo un caso que podría hacer frente a la famosa ley Roe v Wade que legalizó el aborto en 1973. En el Estado de Mississippi los juristas están elaborando leyes que hagan casi imposible el aborto y aunque algunas no vayan a ser aprobadas centra el debate en lo que significa realmente ser pro vida y sus limitaciones

            Es muy curioso que muchos católicos anti abortistas entre los que se encuentran moralistas, doctores, teólogos y mujeres se muestran incómodos y ofrecen argumentos sofisticados para evaluar leyes y políticas que respeten o atenten contra la vida y la dignidad, para que no se puedan reducir a simples eslóganes. En Tennessee, aunque hay una legislación que prohíbe el aborto, se autoriza a que una mujer violada pueda poner fin a su embarazo. El caso contrario es el de Missouri donde un embarazo ectópico, que es cuando el embrión se ha implantado fuera del útero y la mujer tiene un alto riesgo de mortandad, no se admite el fin

            El jesuita James Bretzke, profesor de teología de la universidad John Carroll de Cleveland, autor de un libro A Morally Complex World. Engaging Moral Theology, ha escrito un tweet respondiendo a la ley de Missouri diciendo que la ética médica católica siempre ha defendido terminar el embarazo para salvar la vida de la madre ya que no se puede argüir con absolutismo moral cuando están en juego la vida de las personas. Acude a Tomás de Aquino para defender su postura en cuanto que las leyes humanas son siempre imperfectas porque no tienen en cuenta todos los casos y hay que gobernar con prudencia teniendo en cuenta el bien común.

Le parece que el lenguaje de Juan Pablo II, hablando de la cultura de la vida enfrentada a la cultura de la muerte, no ayuda ya que es una fórmula simple para evaluar las situaciones complejas en las que muchas veces se enfrentan el embarazo y el aborto. Considera que la jerarquía ha hecho enormes esfuerzos para declarar el aborto ilegal y campañas contra los políticos partidarios de que sean las mujeres las que tengan la última palabra, mientras que no han puesto el mismo interés en que las mujeres embarazadas y sus hijos sean atendidas.

Asegura que está en contra del aborto, pero defiende que la mejor manera de abordarlo no es criminalizarlo. Si se termina con la ley Roe v Wade muchas personas verán el aborto en el amplio espectro de la pobreza y desigualdad en el tema médico, pues las mujeres pobres acudirán a abortos ilegales, más que un tema de guerra cultural que divida a los votantes

Algo parecido piensa M. Therese Lynsaugth, profesora de bioética y cuidados médicos en el Instituto de Estudios Pastorales la Universidad Loyola en Chicago, que está frustrada al escuchar las destempladas voces que dominan los debates sobre el aborto.” Si conviertes algo en un ídolo sacrificas todo lo demás: tu tradición, tu fe, tu bienestar y el de otras muchas personas”. En los debates en las redes muchos grupos Provida no entienden la ciencia y la moral católica tradicionales ya que la tradición ha sido minada para conseguir algunos fines. Muchas veces estas personas, que defienden la vida, se muestran violentas y deshumanizadas respecto a algunas mujeres y están enemistando a los vecinos entre sí

Y por último aludo a M.T Davila, un profesor asociado al Merrimack College que fue presidente de la Academia Católica de los Teólogos Hispanistas de los Estados Unidos que habla de que se ha perdido algo fundamental en las discusiones sobre el aborto. “La dignidad humana en la cultura social católica a veces olvida el respeto y la autonomía de las mujeres. Hemos fallado en construir en la tradición una robusta comprensión de la personalidad femenina, es un fallo de concepto y de imaginación”. A veces puedes resultar que personas Provida vayan claramente en contra de las mujeres

Estos datos los he cogido de un periodista que se llama John Gehring y aunque hace referencia a los Estados Unidos creo que se pueden extender a muchas zonas del planeta donde el aborto ha llegado para quedarse y no debe reducirse la identidad católica a este tema, ni queramos que los no católicos sigan nuestro camino. Hay que ofrecer soluciones alternativas: comprensión, no criminalizar a las mujeres que abortan sin pensar en sus motivos y ayudarlas a mantener sus embarazos. Todo lo demás va contra la esencia del cristianismo que es la misericordia y no juzgar

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