Los viejos y la política
Desde la abdicación del rey en su hijo, se desató en España una conciencia de relevo de una generación por otra mucho más joven, de forma que los nuevos candidatos que iban apareciendo en la arena política, no llegaban a los 50 años y se vestían con lo propio de su edad. No me parece mal que así sea pero reconozco que me ha hecho ilusión ver que la representante en el municipio de Madrid por la coalición Ahora Madrid, Manuela Carmena, ha cumplido 71 años y con esa edad ha sido capaz de llevar una campaña electoral, que presumo sería agotadora, y se presta a ser la alcaldesa de Madrid si reúne los votos necesarios.
Y lo celebro porque en la política como en cualquier empresa la experiencia es un valor que no se debe rechazar. Es cierto que la vida va muy rápido y que nos cuesta a los que hemos cumplidos años aclimatarnos a los nuevos tiempos, pero no es menos verdadero que los seres humanos adolecemos de los mismos defectos y virtudes desde los tiempos del neolítico, lo que nos hace reaccionar de formas muy similares. No es malo saber de antemano lo que podemos esperar de nuestros compañeros de aventuras y eso se aprende con la edad. Churchill no era un niño cuando se puso al frente de Gran Bretaña y consiguió ganar una guerra que tenía perdida.
Y lo celebro porque la población envejece y no hay relevo suficiente entre la juventud para cubrir los gastos de las pensiones. El ejemplo de una persona de 71 años que se ha prestado a saltar a la política demuestra que los ancianos tenemos cabida activa en nuestra sociedad moderna. De esta forma podemos colaborar al enriquecimiento de nuestra sociedad y no somos manos muertas. En los países anglosajones hay una costumbre de voluntariado para los jubilados que empieza a ser una realidad en nuestro país y que también contribuye.
Y lo celebro porque un salto a la política en esta edad nos hace concebir que no la persona no se perpetuará en el cargo y que cuando le llegue la hora del relevo podrá volver a su casa para vivir con el dinero que tenía antes de acceder al ayuntamiento. Veo angustiosa la situación de aquellos que siempre han vivido de la política y cuando pierden el cargo, se quedan”en la calle”, sin profesión ni oficio previo. De aquí surgen parte de los dardos y navajazos que saltan en las campañas electorales.
Manuela Carmona me ha servido de ejemplo por ser una de las más conocidas en estas elecciones pero en su persona quiero valorar a todas las que como ella han dado el salto a la política… con muchos años sobre sus espaldas.
Y lo celebro porque en la política como en cualquier empresa la experiencia es un valor que no se debe rechazar. Es cierto que la vida va muy rápido y que nos cuesta a los que hemos cumplidos años aclimatarnos a los nuevos tiempos, pero no es menos verdadero que los seres humanos adolecemos de los mismos defectos y virtudes desde los tiempos del neolítico, lo que nos hace reaccionar de formas muy similares. No es malo saber de antemano lo que podemos esperar de nuestros compañeros de aventuras y eso se aprende con la edad. Churchill no era un niño cuando se puso al frente de Gran Bretaña y consiguió ganar una guerra que tenía perdida.
Y lo celebro porque la población envejece y no hay relevo suficiente entre la juventud para cubrir los gastos de las pensiones. El ejemplo de una persona de 71 años que se ha prestado a saltar a la política demuestra que los ancianos tenemos cabida activa en nuestra sociedad moderna. De esta forma podemos colaborar al enriquecimiento de nuestra sociedad y no somos manos muertas. En los países anglosajones hay una costumbre de voluntariado para los jubilados que empieza a ser una realidad en nuestro país y que también contribuye.
Y lo celebro porque un salto a la política en esta edad nos hace concebir que no la persona no se perpetuará en el cargo y que cuando le llegue la hora del relevo podrá volver a su casa para vivir con el dinero que tenía antes de acceder al ayuntamiento. Veo angustiosa la situación de aquellos que siempre han vivido de la política y cuando pierden el cargo, se quedan”en la calle”, sin profesión ni oficio previo. De aquí surgen parte de los dardos y navajazos que saltan en las campañas electorales.
Manuela Carmona me ha servido de ejemplo por ser una de las más conocidas en estas elecciones pero en su persona quiero valorar a todas las que como ella han dado el salto a la política… con muchos años sobre sus espaldas.