El sacerdote valenciano falleció el 31 de julio a los 79 años Adiós a mossèn Joan Llidó, un referente de diálogo en el seno de la Iglesia
Joan Llidó fue un sacerdote de una gran bondad, un intelectual en el seno de la Iglesia, un hombre sensible a la pobreza y a la marginación, apasionado por ayudar a los más necesitados de la sociedad
Hombre sabio y a la vez sencillo, mossèn Joan Llidó, un sacerdote con olor a oveja y un referente de diálogo en el seno de la Iglesia, nos deja su gran bondad, su compromiso y su amor por la lengua del País Valenciano y su pasión por servir el Evangelio y el Reino y por acercar la fe a la cultura
El pasado 31 de julio, a los 79 años, nos dejó mossèn Joan Llidó, un sacerdote valenciano de una gran bondad, un intelectual en el seno de la Iglesia, un hombre sensible a la pobreza y a la marginación, apasionado por ayudar a los más necesitados de la sociedad.
Nacido en la localidad de Artana, en 1943, en la comarca valenciana de la Plana Baixa, Joan Llidó entró en el Seminario de Tortosa en 1954 y fue ordenado presbítero el 4 de mayo de 1966 en la cocatedral de Santa María de Castelló. Mossèn Joan Llidó era doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma (con una tesis titulada: “Las manifestaciones del divino en las culturas prehistóricas castellonenses”) y licenciado en Filosofía por la Universidad de València. Profesor jubilado de la Universitat Jaume I de Castelló de la Plana, y sensible al mundo de la cultura, promovió durante diez años los encuentros de dialogo Fe-Cultura.
En una entrevista al diario Mediterráneo (21 de febrero de 2006), mossèn Joan Llidó, director de los Encuentros Fe-Cultura, afirmaba que “la fe desmitifica, libera, hermana y da sentido y horizonte de plenitud a la existencia humana”. Y a una pregunta sobre qué cree la gente hoy, mossèn Llidó respondía que “todo el mundo, para vivir, necesita creer en alguna cosa. Unos lo llaman naturaleza, otros, Dios, otros, Yahvé, otros, dinero o hedonismo. Lo que puede haber hoy es una crisis de formulación o de expresión religiosa que va cambiando con el tiempo, pero nadie no está dejado de la mano de Dios”.
Mossèn Llidó decía también que “en Occidente, la cultura liberal agnóstica engendra hombres portadores de valiosos valores, pero también puede dar pie a que algún sector confunda la no confesionalidad del Estado con la beligerancia anti-religiosa”.
Mossèn Joan Llidó fue vicario general de la diócesis (1979-1983), con el añorado y querido obispo, Josep Mª Cases, Vicario Episcopal de Pastoral (1987-1992) y delegado Diocesano de Passtoral Universitaria (1996-2005). También fue profesor, formador, director espiritual y rector del Seminario Mater Dei del obispado de Sogorb-Castelló. Además fue profesor de la Facultad de Teología de Cataluña y del Instituto de Ciencias Religiosas de Tarragona.
Requerido por la mayoría de las diócesis
Su último destino como sacerdote fue la parroquia del Salvador, de Castelló de la Plana, del 2005 al 2019, cuando se jubiló. Antes estuvo sirviendo las comunidades cristianas de la Pobla Tornesa, Pla de l’Arc, Cabanes y Les Alqueries, entre otras parroquias. Fue también consiliario de los Grupos de Oración y Amistad, fundados por el obispo Josep Mª Cases. Además de su misión pastoral en la diócesis de Sogorb-Castelló, mossèn Joan Llidó era solicitado en otras diócesis, como cuando, el 2018 predicó los ejercicios espirituales a los seminaristas del Seminari Major Interdiocesà de Catalunya o el retiro, el 2012, a los sacerdotes de la diócesis de Girona en la casa de espiritualidad de Santa Elena, en Solius. De hecho, la mayoría de las diócesis españolas lo requerían, bien para ejercicios o para retiros y conferencias.
Su trabajo intelectual y pastoral no lo alejaba de la realidad social y del mundo de la pobreza y de la marginación, ya que mossèn Joan Llidó era muy sensible a la situación de dolor y de precariedad de las personas con problemas económicos. Por eso creó comedores sociales para ayudar a los más necesitados.
También era muy sensible a la lengua y a la cultura del País Valenciano y por eso coincidí diversos años con él, en Barcelona, en las jornadas organizadas por el Grup Sant Jordi de Defensa i Promoció dels Drets Humans. De hecho en la jornada del año 2008 del Grup Sant Jordi, mossèn Joan Llidó hizo la ponencia: “Por una Iglesia que escuche y sea fiel al Espíritu de Jesús”.
El funeral, celebrado el martes 2 de agosto en la parroquia de San Juan Bautista de Artana, fue presidido por el obispo Casimiro López, de Sogorb-Castelló. Y teniendo en cuenta la nula sensibilidad del obispo de Sogorb-Castelló por el valenciano (que como me ha dicho un amigo de Borriana, es incapaz de decir “Bon dia”), me imagino que la Eucaristía de cuerpo presente por mossèn Joan Llidó, no se celebraría en la lengua de Sant Vicent Ferrer, una lengua (el valenciano o catalán), que mossèn Llidó tanto amó y defendió a lo largo de su vida, sino en castellano. Habrá pasado lo mismo que ocurrió hace unos años con la misa de exequias del canónigo Francesc Gil Gandia, en la catedral de València. A pesar de que se le pidió al cardenal Cañizares que celebrase la misa en valenciano, su respuesta fue: “Ya veremos”. Y la misa no fue en la lengua de San Vicent Ferrer, que mossèn Francesc Gil siempre defendió y usó, sino que fue en castellano.
Hombre sabio y a la vez sencillo, mossèn Joan Llidó, un sacerdote con olor a oveja y un referente de diálogo en el seno de la Iglesia, nos deja su gran bondad, su compromiso y su amor por la lengua del País Valenciano y su pasión por servir el Evangelio y el Reino y por acercar la fe a la cultura.
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