"Huelo sabor de Navidad cuando veo a algunos jóvenes desesperados por la falta de futuro" Juan José Aguirre: "Huelo a Navidad en esta tierra de África negra en donde vivo, donde la esclavitud está al orden del día"
"Aquí en Centroáfrica vivimos ya sabor de Navidad cuando hace dos meses inauguramos el santuario de nuestra Señora de la Compasión, a 20 kilómetros de Bangassou, construido durante el tiempo de guerra contra viento y marea con mil angustias y mortificaciones"
"La Iglesia en Bangassou ha crecido a pesar de la inseguridad. Unas 700 confirmaciones este año"
"Me da la impresión de que en España pecamos de pardillos cuando ponemos alfombra roja a ciertos jefes de Estado cuando llegan susurrando cantos de sirenas con olor a dinero abundante"
"Huelo sabor de Navidad cuando veo a algunos jóvenes desesperados por la falta de futuro, dispuestos a cruzar el agujero negro del Sahara para llegar al azul cementerio del Mare Nostrum"
"Huelo a Navidad en esta tierra de África negra en donde vivo, donde la esclavitud está al orden del día"
"Me da la impresión de que en España pecamos de pardillos cuando ponemos alfombra roja a ciertos jefes de Estado cuando llegan susurrando cantos de sirenas con olor a dinero abundante"
"Huelo sabor de Navidad cuando veo a algunos jóvenes desesperados por la falta de futuro, dispuestos a cruzar el agujero negro del Sahara para llegar al azul cementerio del Mare Nostrum"
"Huelo a Navidad en esta tierra de África negra en donde vivo, donde la esclavitud está al orden del día"
"Huelo a Navidad en esta tierra de África negra en donde vivo, donde la esclavitud está al orden del día"
| Juan José Aguirre Obispo de Bangassou
Queridos amigos de Religión Digital, feliz Navidad!!! Yo estoy bien, aunque después de 23 años como Obispo y 41 de presencia en Centroáfrica, ya tengo algunas “goteras”. Quiero compartir cómo la Iglesia Centroafricana vive su Navidad. ¿Compensa esto los grandes sinsabores que vive la Iglesia universal? Tal vez un poco sí. Creo que la Iglesia universal no es idéntica a la Iglesia llena de turbulencias que vivís en la Iglesia Europea. Porque si yo tengo goteras, las historias horribles de pederastia, las apostasías, las críticas despiadadas al Papado, los golpes bajos a los sufridos curas y hermanos consagrados (el 99% de ellos son casi mártires incruentos) o las listas negras de estadísticas negativas, son más que goteras.
También la Iglesia africana tiene goteras (casos terribles de pederastia en el clero y, sobre todo en las sociedades, en las familias, corrupción invasora, odios y pobreza que la Iglesia no ha sabido exterminar, miserias acumuladas…) pero también ves una Iglesia joven, viva, rica de sabores, llena de futuro, seminarios llenos, liturgia alegre y llena de esperanza, frutos del Espíritu Santo por todos lados… Muchos que han querido enterrar a la Iglesia en el pasado ya están muertos y remuertos y algunos que la están enterrando ahora mismo, morirán y se corromperán y la Iglesia seguirá viva por la fuerza del Espíritu Santo. Muchos escritores y presentadores, hombres políticos, hombres y mujeres de la sociedad son buenos en sus facetas, pero en cuanto a un conocimiento mínimo de la Iglesia católica y de su funcionamiento, como dicen en mi tierra, n.p.i.
Aquí en Centroáfrica vivimos ya sabor de Navidad cuando hace dos meses inauguramos el santuario de nuestra Señora de la Compasión, a 20 kilómetros de Bangassou, construido durante el tiempo de guerra contra viento y marea con mil angustias y mortificaciones. Nos pisotearon como a San Pablo. Tiraron contra a los camiones que traían cemento y ferralla, quisieron ametrallar la imagen de Nuestra Señora, la que dijo “se haga en mí según su Palabra” y cambió el curso de la historia. Pero el Señor ganó. El santuario fue inaugurado en noviembre y un cura fue allí ordenado el 8 de diciembre. Sabor de Navidad. Mil gracias a tantos bienhechores...
Tuvimos sabor de Navidad en Zemio, santuario, no de Nuestra Señora, sino de los mercenarios del UPC, de origen nigeriano. Confirmé 154 jóvenes en una zona de alto riesgo, que atravesaron por senderos por la boca del lobo y sólo la fuerza del Espíritu Santo les condujo caminando hasta Zemio. Mis curas y yo, nos metimos en aquel avispero por amor a nuestro pueblo vapuleado por la violencia. Sólo por eso. Porque allí son Iglesia perseguida.
La Iglesia en Bangassou ha crecido a pesar de la inseguridad. Unas 700 confirmaciones este año, jóvenes que prometen sobre la Biblia de entrar en alguna fraternidad para seguir creciendo, hemos ampliado 3 parroquias porque la gente ya no cabía en la iglesia y 200-300 personas se quedaban fuera oyendo la misa por los altavoces. Y hemos construido otras dos cerca del río en la frontera con el Congo, varios colegios nuevos, sesiones de costura y carpintería a pesar de que las navidades pasadas tuvimos que escondernos por el ataque de un grupo de criminales (CPC) que nos aguó las fiestas. A veces “la agenda” de Dios nos es desconocida y nos sorprende.
Incluso tenemos sabor de Navidad, sabor de Niño Dios, cuando los rebeldes no esconden los kalasnikoffs a nuestro paso (hay diversos grupos armados, salteadores de caminos, soldados rusos de la Wagner aborrecidos por la UE, y los sustos de un día para otro no cesan…) Nos recuerdan justamente que aquella noche en Belén las afiladas espadas de los soldados de Herodes ya merodeaban por la gruta de Belén buscando inocentes que matar en la impunidad.
En junio nos reunimos la conferencia episcopal en una diócesis donde nuestros movimientos eran restringidos a causa de la bombas lapa, made in Belgique, sembradas por terroristas de un grupo que se hace llamar 3R que defienden una ideología criminal. Son radicales, pura fotocopia de la maldad. En el último atentado hicieron saltar por los aires una moto, padre, madre y bebé muertos, una imagen cercana de la familia de Nazaret. Los radicales se alimentan, entre otras cosas, con petrodólares, a través de dones a ciertas escuelas coránicas y paraísos fiscales. Me da la impresión de que en España pecamos de pardillos cuando ponemos alfombra roja a ciertos jefes de Estado cuando llegan susurrando cantos de sirenas con olor a dinero abundante. Dinero para fútbol y armamento, negocios suculentos y lo que se ponga a tiro. Dinero que mata a muchos pobres de esta tierra.
Huelo sabor de Navidad cuando veo a algunos jóvenes desesperados por la falta de futuro, dispuestos a cruzar el agujero negro del Sahara para llegar al azul cementerio del Mare Nostrum, (“sin lápidas” dice el Papa Francisco) y pegar el salto a Europa. Un día la familia de Nazaret tuvo que salir huyendo hacia Egipto para evitar una muerte segura frente al poder político de aquellos días. Si África tuviera industrias y trabajo no tendrían por qué salir huyendo. Si las vacunas no se las repartieran solamente entre unos pocos países, habría más salud, más vida, más alegría. Si la repartición de la calidad de vida fuera otra, muchos evitarían ese casi suicidio. Ahora, sin embargo, la avalancha es imparable.
Incluso la muerte de un sacerdote a tiros es sabor de Navidad. Un alfiletazo de hombres malos que Dios permite para que su Iglesia no se duerma. Sangre de mártires es semilla de nuevos cristianos. Eso no nos desanima. Jesús tuvo mil razones para desanimarse pero nunca lo hizo.
Ya veis que digo “sabor a Navidad” y no “sabor a turrón o a marisco fresco” porque aquí, lo que viviremos la noche del 24 de diciembre, acompañados por ángeles que cantan el Adeste Fidelis, no será una cena en familia, sino la Cena del Señor, la Misa de Navidad en la familia de la parroquia, el recuerdo de la celebración de la llegada de Jesús a esta tierra, nuestro Jesús ya juzgado, muerto y resucitado, presente entre nosotros con su Espíritu de fuego que todo renueva y vivifica.
Huelo a Navidad en esta tierra de África negra en donde vivo, donde la esclavitud está al orden del día (también el Papa Francisco ha señalado por ejemplo en Libia), hombres y mujeres escapando de África central vendidos como bestias, como en tiempos de Daniel Comboni… Huelo a ella cuando voces blancas cantan Navidad (aquí es tiempo de mucha calor…) sueños de paz y de pan, navidades cantadas a ritmo de tam-tam, katarsis colectiva de amor, sin logroñesas ni regalos, tan solo llenos de fe.
Feliz Navidad y feliz año nuevo, con covid19 o sin él, navidades del corazón, solos, en pareja o en familia de tamaño reducido, llenando el corazón de algo que lo caliente.