Pan repartido y compartido
Domingo 17 ordinario, ciclo B
Jn 6,1-15
El domingo leeremos-escucharemos el «signo» de la multiplicación de los panes y de los peces, narrado en el evangelio de Juan. Este milagro es referido por los cuatro evangelistas, con ligeros matices. En este evangelio se habla de «signo»: «al ver el signo que había hecho…» ¿Signo de qué? El narrador quiere mostrarnos una realidad más profunda que la que nos proporcionaría una lectura superficial del texto: Jesús es el «pan de vida»; es alimento para todos; es pan repartido y compartido; es Pascua definitiva, es Eucaristía.
Curiosamente, como es señalado con frecuencia en todo el evangelio juánico, los discípulos no aciertan en focalizar lo esencial de la situación que están viviendo. Felipe sólo se fija en la cuestión económica: «doscientos denarios de pan no bastan…» Andrés, en la misma línea, se queja de la escasez de medios, cuando un muchacho se presenta con «cinco panes de cebada y un par de peces»: «pero, ¿qué es eso para tantos?» Jesús, por el contrario, ha fijado su atención en la gente, en las personas, en que hay alguien (en este caso, muchos y muchas) que tiene necesidad. Eso es lo prioritario. Si no sabemos detectar lo auténticamente esencial, de nada sirve preocuparnos por los medios.
Quedémonos con esta doble reflexión que hemos señalado: Jesús es la respuesta al «hambre» de sentido en el mundo, es pan eucarístico para todos; y estemos atentos a nuestras prioridades: son más importantes las personas que los medios.
Javier Velasco-Arias