Han mandado al obispo de Minas (Uruguay) a hacer puñetas.
El sábado por la tarde el Papa recibía al cardenal Re, prefecto de la Congregación para los Obispos y supuse y dije que para tratar la vergüenza Barbosa. Pues así debió ser. Porque hoy mismo se le ha aceptado la renuncia. O sea, que se le ha dado una patada en su episcopal trasero. Aquí bien que se puede decir que recibió el castigo donde más pecado había.
Se están luciendo los obispos del Cono Sur. En poquísimo tiempo el argentimo Maricone, el paraguayo Lugo, aunque éste fuera por contrario sitio, y el uruguayo Barbosa. Una vergüenza. Demasiado repetida.
Me parece muy bien la decisión del Papa. Estos tipejos son una desgracia episcopal. Pero hay algo que se está haciendo muy mal. Ya está bien de actuar tarde, cuado el escándalo se ha hecho público. No es posible que nadie se entere, en tantos casos, de que hay mucha basura dentro del armario. Pues esa basura hay que limpiarla mucho antes de que el mal olor lo haya percibido ya todo el mundo. Se evitarían muchos disgustos. Y muchos escándalos.
Esperemos que con Barbosa se tengan menos miramientos que con su colega en aficiones Maccarone. Que me dicen figura en el claustro de la Universidad Católica Argentina como profesir emérito. Para vergüenza de la UCA, de su rector Zecca y de su arzobispo Bergoglio. Eso es una indignidad de la Iglesia argentina.
Podría entender que al Maricone argentino se le auxiliase con algunos pesos para que no se muriera de hambre si se viera en ese caso. Como a cualquier otro indigente. Pero que siga en el profesorado de la UCA lo creo intolerable.
Siempre me pareció ridículo lo de aquellas viejecitas que socorrían a un pobre y que le decían: pero no se lo gaste usted en vino. A estos sí que se les debería decir: para chaperos no.