Se retransmitió desde la catedarl de la Almudena, presidida por el cardenal Rouco.
En acción de gracias por la canonización del Hermano Rafael y con presencia de familiares del mismo. Dignísimamente celebrada, excelente el coro y el latín el Gloria, el Sanctus y la bendición final.
La homilía del cardenal, que no la leyó muy breve y muy sencilla. Sumamente adecuada a la misa que se celebraba.
Reaparecía, tras su operación, Andrés Pardo como maestro de ceremonias. Sigue cojeando y me pareció verle envejecido. Pero me alegro de su recuperación. No sé si a su presencia se debió lo que creía desaparecido. Y bien desaparecido. Seguramente sí porque era lo habitual en su etapa anterior. En el altar y en el canon, Rouco, un paso atrás, Pardo, y dos pasos tras el ceremoniero el resto de los obispos cocelebrantes. Cosa que no se ve ni en Roma con el Papa.
El pectoral de los obispos sobre la casulla ha desaparecido. Nadie sabe como ha sido. Pero últimamente ha dejado de verse en muchísimas misas. Repito que no hago cuestión de ello. Me es igual que lleven el pectoral por dentro o por fuera. Pero misteriosamente lo que era una costumbre general ha dejado de serlo.
Y naturalmente concluyó la misa cantándose el himno de la Virgen de la Almudena cuya festividad se celebra mañana. Creo que no habido arzobispo más devoto de la patrona de Madrid que nuestro actual cardenal. Ha conseguido que un himno que no conocía nadie ahora lo sepamos cantar muchísimos fieles. Me parece muy bien. Y seguro que la Señora de tez morena no está disgustada con ello.