Los Obispos han hablado
En cuanto a la Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, ante las Elecciones Generales de 2008, mil son las opiniones y argumentos que circulan por ahí.
Personalmente, no siento que haya novedad particular en el texto, conocida la Instrucción Pastoral de 2006, en la que se inspira, “Orientaciones morales ante la situación actual de España”. En la misma línea, a mi juicio, se está moviendo el magisterio moral de Benedicto XVI. Yo creo que es así.
En la Nota, hay un cierto vaivén entre su condición de Obispos para la Iglesia española (obligación moral de hablar), y su condición de voz de un grupo muy importante, la Iglesia Católica, en medio de la sociedad civil, (derecho a hablar). Las confusiones son todavía obvias. El catolicismo conservador no terminar de asimilar su condición de miembro de la sociedad civil de los iguales en derechos y deberes.
Los criterios morales elegidos son aquéllos que cabía esperar. En particular el que se refiere a la defensa de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social”, no por repetidos son menos lógico. Así se viene diciendo y casi de la misma manera. Difícilmente a un católico le van a sorprender. A mí no.
Lógicamente, aquí surge una pregunta relativa a si es posible votar siquiera a grupo alguno, pues la llamada ley del aborto está en vigor, todos defienden que va a seguir estándolo, y la diferencia versa sobre la introducción o no del cuarto supuesto, o ley de plazos. Yo sé cuál es la respuesta a esta cuestión, según lo enseña la Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, de 16 de Enero de 2003, y emitida por Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida entonces por el Cardenal Ratzinger y, siendo secretario, el cardenal Bertone, pero me gustaría que los Srs. Obispos españoles la explicaran a los católicos y no hicieran como que con lo dicho en la presente nota, está resuelto el problema para la conducta de los católicos en la vida política.
Luego está el apartado octavo, sobre el terrorismo, y la exigencia de que nunca puede ser tomado como interlocutor político. Yo sabía desde el principio, perdonen la inmodestia, que el secreto de la frase estaba en lo de “interlocutor político”, no en lo de dialogar en algún caso muy condicionado. Pero estas sutilezas son nuestras, de la Iglesia y de los que nos movemos en su jerga; para los ciudadanos, incluidos los católicos, esto se entiende como prohibición de todo diálogo y siempre; lo cual, no hay moral que lo exija, ni catolicismo romano o local, que lo haya cumplido, lo cumpla o lo vaya a cumplir. Yo creo que aquí, sinceramente, la Iglesia Católica ha querido mostrarles a las víctimas del terrorismo todo su afecto, y se le ha ido la mano política del lado del PP. No puedo pensar lo contrario.
Y por fin, está el punto décimo, el de más claro contenido social, o de justicia social en sentido estricto. Aparece demasiado tardío, arrastrando muchas cosas, no muy definido, expresado más en el lenguaje del deseo y la recomendación que de la exigencia, lo cual le da un aspecto bastante pobre y, a estas alturas de los criterios, escasamente convincente. Ya estaba dicho todo.
Por el contrario, siquiera como llamada evangélica y crítica, hubiese sido imprescindible hacer ver cómo lo social, las estructuras que tienen que ver con el uso y propiedad de los bienes, con las posiciones sociales fuera de toda proporción y justicia, son una amenaza gravísima a la dignidad de las personas, especialmente de las más pobres, y una quiebra muy seria de los principios de libertad política, de igualdad de oportunidades en la enseñanza y de libertad en la iniciativa social. Los grupos sociales mejor situados tienen aquí una exigencia de primer orden para purificar su voto en cristiano. Si la Iglesia no se lo dice, o es que no lo ve, y lo siento mucho, o es que siente reparo político, y lo siento más, o es que lo ha olvidado, y es hora de recordárselo.
Lo dejo aquí como opinión. Nuestros Obispos, la Permanente de la CEE, han dicho lo que han querido decir y sabíamos que iban a decir. Yo creo que los criterios, con los matices dichos, son los propios del catolicismo contemporáneo. Su orden o prelación, y su fijación casi exclusiva en la moral personal, por así decirlo, les dan ese tenor neoconservador que supongo no han querido evitar y que, a muchos de nosotros, nos apena.
Personalmente, no siento que haya novedad particular en el texto, conocida la Instrucción Pastoral de 2006, en la que se inspira, “Orientaciones morales ante la situación actual de España”. En la misma línea, a mi juicio, se está moviendo el magisterio moral de Benedicto XVI. Yo creo que es así.
En la Nota, hay un cierto vaivén entre su condición de Obispos para la Iglesia española (obligación moral de hablar), y su condición de voz de un grupo muy importante, la Iglesia Católica, en medio de la sociedad civil, (derecho a hablar). Las confusiones son todavía obvias. El catolicismo conservador no terminar de asimilar su condición de miembro de la sociedad civil de los iguales en derechos y deberes.
Los criterios morales elegidos son aquéllos que cabía esperar. En particular el que se refiere a la defensa de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social”, no por repetidos son menos lógico. Así se viene diciendo y casi de la misma manera. Difícilmente a un católico le van a sorprender. A mí no.
Lógicamente, aquí surge una pregunta relativa a si es posible votar siquiera a grupo alguno, pues la llamada ley del aborto está en vigor, todos defienden que va a seguir estándolo, y la diferencia versa sobre la introducción o no del cuarto supuesto, o ley de plazos. Yo sé cuál es la respuesta a esta cuestión, según lo enseña la Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, de 16 de Enero de 2003, y emitida por Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida entonces por el Cardenal Ratzinger y, siendo secretario, el cardenal Bertone, pero me gustaría que los Srs. Obispos españoles la explicaran a los católicos y no hicieran como que con lo dicho en la presente nota, está resuelto el problema para la conducta de los católicos en la vida política.
Luego está el apartado octavo, sobre el terrorismo, y la exigencia de que nunca puede ser tomado como interlocutor político. Yo sabía desde el principio, perdonen la inmodestia, que el secreto de la frase estaba en lo de “interlocutor político”, no en lo de dialogar en algún caso muy condicionado. Pero estas sutilezas son nuestras, de la Iglesia y de los que nos movemos en su jerga; para los ciudadanos, incluidos los católicos, esto se entiende como prohibición de todo diálogo y siempre; lo cual, no hay moral que lo exija, ni catolicismo romano o local, que lo haya cumplido, lo cumpla o lo vaya a cumplir. Yo creo que aquí, sinceramente, la Iglesia Católica ha querido mostrarles a las víctimas del terrorismo todo su afecto, y se le ha ido la mano política del lado del PP. No puedo pensar lo contrario.
Y por fin, está el punto décimo, el de más claro contenido social, o de justicia social en sentido estricto. Aparece demasiado tardío, arrastrando muchas cosas, no muy definido, expresado más en el lenguaje del deseo y la recomendación que de la exigencia, lo cual le da un aspecto bastante pobre y, a estas alturas de los criterios, escasamente convincente. Ya estaba dicho todo.
Por el contrario, siquiera como llamada evangélica y crítica, hubiese sido imprescindible hacer ver cómo lo social, las estructuras que tienen que ver con el uso y propiedad de los bienes, con las posiciones sociales fuera de toda proporción y justicia, son una amenaza gravísima a la dignidad de las personas, especialmente de las más pobres, y una quiebra muy seria de los principios de libertad política, de igualdad de oportunidades en la enseñanza y de libertad en la iniciativa social. Los grupos sociales mejor situados tienen aquí una exigencia de primer orden para purificar su voto en cristiano. Si la Iglesia no se lo dice, o es que no lo ve, y lo siento mucho, o es que siente reparo político, y lo siento más, o es que lo ha olvidado, y es hora de recordárselo.
Lo dejo aquí como opinión. Nuestros Obispos, la Permanente de la CEE, han dicho lo que han querido decir y sabíamos que iban a decir. Yo creo que los criterios, con los matices dichos, son los propios del catolicismo contemporáneo. Su orden o prelación, y su fijación casi exclusiva en la moral personal, por así decirlo, les dan ese tenor neoconservador que supongo no han querido evitar y que, a muchos de nosotros, nos apena.