Mi "manía" de defender a la Iglesia vasca
El profesor Reyes Mate es una figura de primera magnitud en el ámbito de la reflexión ético-política. En tal sentido escribe hoy, 9 de Abril, en El País, bajo el título Ciudadanía postnacionalista para que fijemos nuestra atención en el inevitable significado político de las víctimas del terrorismo etarra.
Hace muchos años que Reyes Mate viene reflexionando sobre el impacto moral, político, teológico, y hasta metodológico, de las víctimas en relación a una conciencia social honesta y a una convivencia democrática que se quiera digna. Por eso se ha constituido en una voz que hace de su reflexión un grito por la justicia y la libertad, siempre a partir de las víctimas. De uno u otro modo, éste es el lugar común de su reflexión. Y tal primacía cree verificarla, con razón y con gran sentido crítico, en buena parte de la tradición moral ilustrada y, desde luego, en la mejor tradición cristiana, la que se remite a la Víctima en la Cruz de la Salvación, Jesucristo.
En el horizonte de esta intuición moral y política, Reyes Mate vuelve hoy sobre las víctimas del terrorismo etarra, para reclamar desde ellas un significado político que todos los ciudadanos (vascos) deberíamos asumir. Tal significado consiste en entender “los daños personales, políticos y sociales que lleva consigo el acto violento, como injusticias que reclaman una respuesta política, y no sólo económica o sentimental”; y su verificación concreta, comprender que “el soberanismo político es el que queda deslegitimado con cada asesinato”, y afecta a todos los supuestos, “pues todo soberanismo nacionalista está basado en la sangre y en la tierra”, “ya no hay manera de asociar ciudadanía a sangre y tierra porque las pistolas se encargan de demostrar que esa ciudadanía no soporta al diferente”.
(Nota: Como fuera que estoy de acuerdo con Reyes Mate en lo fundamental de su reflexión, me refiero a sus publicaciones, y en sus tesis sobre las víctimas, me permito preguntar si este último supuesto, “todo soberanismo está basado en la tierra y en la sangre”, es así. Yo no soy nacionalista, por tanto la tesis me conviene, pero creo que sí los hay que reclaman un soberanismo que no se basa en la tierra y en la sangre, sino en la voluntad de una población. Éste es el problema, por qué esa población es sujeto de decisión soberana, o por qué no, y si alguna vez o nunca, o todos los días. Tengo mis respuestas, pero ahora sólo quiero citar esta cuestión).
Sigue Reyes Mate con una clara denuncia de que el terrorista de ETA es eso, delincuente terrorista, cosa que comparto, y no un héroe, y dice: “aquí la responsabilidad de la Iglesia vasca es mayúscula. Hemos pasado de un pastor, monseñor Setién, siempre comprensivo con la causa de los pistoleros, a otro, monseñor Uriarte, que la condena, pero en medio está lo que queda a su alcance: enfrentarse a tantos eclesiásticos vascos instalados en la causa de los que matan y fomentando un caldo religioso de cultivo que alimenta espiritualmente la violencia”.
(Nota: Respeto este juicio y como tal lo acojo y valoro, pero no estoy de acuerdo. Yo creo que corresponde a tiempos, gracias a Dios superados y, casi siempre, por no decir siempre, a minorías demasiado destacadas “por los medios”, más que realmente influyentes. En esto de la Iglesia Vasca pasa como en todo, la “estridencia” es noticia y termina por cuajar como “lugar común”. Entiendo que es la hora de afinar mucho más. No me importa asumir el pasado y pedir perdón por lo que sea; incluso callar, si de las víctimas se trata; pero un analista social tiene que afinar poco a poco más, y diferenciar lo que fue de lo que es. Opino).
Y prosigue Reyes Mate con frases tan hermosas como lapidarias, “la víctima cuestiona la figura del nacionalismo etnicista, pero también la de quien piensa que la ciudadanía plena advendrá sencillamente con el final de la violencia… PNV, PP y PSOE, todos coinciden en pensar que la violencia es un obstáculo provisional y que el día que desaparezca, volveremos a la normalidad, pasando página… La víctima… transforma la ciudadanía en responsabilidad por el más vulnerable. Esa es la tarea política en el País Vasco”.
(Nota: El argumento se repite, la víctima del terror anula la legitimidad del etnicismo. El nacionalismo que lo toma por base, cae por su propio peso, sea radical o moderado. Totalmente de acuerdo. ¿Y el nacionalismo democrático, qué hacemos con él, si fuese decididamente sustentado por la población de un “lugar”? Yo puedo pensar, y pienso, que las víctimas y la existencia de ETA proscriben cualquier planteamiento soberanista, hoy, pero, en condiciones de paz, ¿cómo puedo exigir moralmente que ETA los malogró para siempre? ¿Cómo no voy a pensar en los recursos de una democracia para dar salida a los conflictos, o para situarlos en un plano civilizado hasta que tengan solución? Debemos seguir pensando. Y en cuanto a la otra cuestión, creo que en el País Vasco, y buena parte de la Iglesia a la cabeza, a cada uno lo suyo, está plenamente convencida de que el final de ETA es un cosa, la prioritaria y vital, y la reconciliación y el perdón, otra cosa igual de necesaria y más profunda. Hace bien Reyes Mate en denunciarlo, pero debe acoger que ya se está reflexionando y actuando en tal sentido, y como tal, acompañar con sus inteligencia sagaz ese esfuerzo “eclesial” a veces, “laico” otras”. De hecho, y nos es disculpa, sabe mejor que nadie cómo las víctimas de tantas malas historias no han sido tenidas en cuenta en la siguiente centuria y entre los vencedores. ¿Necesito decir en qué países y cuándo, o en qué Iglesias y cómo?).
Gracias, Reyes Mate, por hacernos pensar.
Hace muchos años que Reyes Mate viene reflexionando sobre el impacto moral, político, teológico, y hasta metodológico, de las víctimas en relación a una conciencia social honesta y a una convivencia democrática que se quiera digna. Por eso se ha constituido en una voz que hace de su reflexión un grito por la justicia y la libertad, siempre a partir de las víctimas. De uno u otro modo, éste es el lugar común de su reflexión. Y tal primacía cree verificarla, con razón y con gran sentido crítico, en buena parte de la tradición moral ilustrada y, desde luego, en la mejor tradición cristiana, la que se remite a la Víctima en la Cruz de la Salvación, Jesucristo.
En el horizonte de esta intuición moral y política, Reyes Mate vuelve hoy sobre las víctimas del terrorismo etarra, para reclamar desde ellas un significado político que todos los ciudadanos (vascos) deberíamos asumir. Tal significado consiste en entender “los daños personales, políticos y sociales que lleva consigo el acto violento, como injusticias que reclaman una respuesta política, y no sólo económica o sentimental”; y su verificación concreta, comprender que “el soberanismo político es el que queda deslegitimado con cada asesinato”, y afecta a todos los supuestos, “pues todo soberanismo nacionalista está basado en la sangre y en la tierra”, “ya no hay manera de asociar ciudadanía a sangre y tierra porque las pistolas se encargan de demostrar que esa ciudadanía no soporta al diferente”.
(Nota: Como fuera que estoy de acuerdo con Reyes Mate en lo fundamental de su reflexión, me refiero a sus publicaciones, y en sus tesis sobre las víctimas, me permito preguntar si este último supuesto, “todo soberanismo está basado en la tierra y en la sangre”, es así. Yo no soy nacionalista, por tanto la tesis me conviene, pero creo que sí los hay que reclaman un soberanismo que no se basa en la tierra y en la sangre, sino en la voluntad de una población. Éste es el problema, por qué esa población es sujeto de decisión soberana, o por qué no, y si alguna vez o nunca, o todos los días. Tengo mis respuestas, pero ahora sólo quiero citar esta cuestión).
Sigue Reyes Mate con una clara denuncia de que el terrorista de ETA es eso, delincuente terrorista, cosa que comparto, y no un héroe, y dice: “aquí la responsabilidad de la Iglesia vasca es mayúscula. Hemos pasado de un pastor, monseñor Setién, siempre comprensivo con la causa de los pistoleros, a otro, monseñor Uriarte, que la condena, pero en medio está lo que queda a su alcance: enfrentarse a tantos eclesiásticos vascos instalados en la causa de los que matan y fomentando un caldo religioso de cultivo que alimenta espiritualmente la violencia”.
(Nota: Respeto este juicio y como tal lo acojo y valoro, pero no estoy de acuerdo. Yo creo que corresponde a tiempos, gracias a Dios superados y, casi siempre, por no decir siempre, a minorías demasiado destacadas “por los medios”, más que realmente influyentes. En esto de la Iglesia Vasca pasa como en todo, la “estridencia” es noticia y termina por cuajar como “lugar común”. Entiendo que es la hora de afinar mucho más. No me importa asumir el pasado y pedir perdón por lo que sea; incluso callar, si de las víctimas se trata; pero un analista social tiene que afinar poco a poco más, y diferenciar lo que fue de lo que es. Opino).
Y prosigue Reyes Mate con frases tan hermosas como lapidarias, “la víctima cuestiona la figura del nacionalismo etnicista, pero también la de quien piensa que la ciudadanía plena advendrá sencillamente con el final de la violencia… PNV, PP y PSOE, todos coinciden en pensar que la violencia es un obstáculo provisional y que el día que desaparezca, volveremos a la normalidad, pasando página… La víctima… transforma la ciudadanía en responsabilidad por el más vulnerable. Esa es la tarea política en el País Vasco”.
(Nota: El argumento se repite, la víctima del terror anula la legitimidad del etnicismo. El nacionalismo que lo toma por base, cae por su propio peso, sea radical o moderado. Totalmente de acuerdo. ¿Y el nacionalismo democrático, qué hacemos con él, si fuese decididamente sustentado por la población de un “lugar”? Yo puedo pensar, y pienso, que las víctimas y la existencia de ETA proscriben cualquier planteamiento soberanista, hoy, pero, en condiciones de paz, ¿cómo puedo exigir moralmente que ETA los malogró para siempre? ¿Cómo no voy a pensar en los recursos de una democracia para dar salida a los conflictos, o para situarlos en un plano civilizado hasta que tengan solución? Debemos seguir pensando. Y en cuanto a la otra cuestión, creo que en el País Vasco, y buena parte de la Iglesia a la cabeza, a cada uno lo suyo, está plenamente convencida de que el final de ETA es un cosa, la prioritaria y vital, y la reconciliación y el perdón, otra cosa igual de necesaria y más profunda. Hace bien Reyes Mate en denunciarlo, pero debe acoger que ya se está reflexionando y actuando en tal sentido, y como tal, acompañar con sus inteligencia sagaz ese esfuerzo “eclesial” a veces, “laico” otras”. De hecho, y nos es disculpa, sabe mejor que nadie cómo las víctimas de tantas malas historias no han sido tenidas en cuenta en la siguiente centuria y entre los vencedores. ¿Necesito decir en qué países y cuándo, o en qué Iglesias y cómo?).
Gracias, Reyes Mate, por hacernos pensar.