En una Iglesia en la que Cristo está presente hay paz, alegría y aliento vital. (Gracias, Francisco)

- A la muerte del papa Francisco.
El lunes, 21 de abril, fallecía Jorge Mario Bergoglio, obispo de Roma, papa Francisco.
Creo que ha sido un hombre, un pastor bueno que ha intentado llevar a la iglesia por caminos más evangélicos, una iglesia más sencilla, más de los pobres y humildes, “un hospital de campaña”.
Quizás no ha conseguido, no ha podido llevar a cabo lo que soñaba y hubiese deseado, pero nos deja su idealismo, su espíritu.
Los historiadores y los medios de comunicación dirán muchas cosas sobre Francisco.
Me queda y me brota un sentimiento de agradcimiento hacia su persona, hacia su espíritu eclesial.
Como buen pastor que ha sido, descansa ya en las “verdes praderas del Reino”.
- La Pascua en la Iglesia actual.
Francisco ha vivido y ha muerto en Pascua. Nosotros también vivimos y moriremos en la Pascua del Señor.
Los textos bíblicos son siempre los mismos, también los de Pascua. Pero las situaciones tanto personales como sociales y eclesiales cambian.
El evangelio de hoy es un relato eclesial. JesuCristo no estaba presente en aquella comunidad eclesial (joánica) naciente y, por eso, se encontraban al atardecer (sin luz y sin “luces”), encerrada, con las puertas cerradas, con miedo a la sociedad (a los judíos), sin aliento vital, sin ganas de vivir.
¿No ha sido esta la situación de la iglesia en el largo y tardo postconcilio? Creo que ha sido el papa Francisco el que ha intentado remontar el vuelo en los doce años de su pastoreo como obispo de Roma. Ha intentado abrir puertas y caminos.
- ¿Y si nos remontamos al origen?
Una comunidad cristiana, una iglesia en la que Cristo se hace presente vive en paz, con alegría y con espíritu, aliento vital
El texto de hoy se remonta al origen, al Génesis y a la resurrección: al primer día de la semana: a la luz y a la vida.
Jesús repite sobre los discípulos las mismas palabras que Dios pronunció sobre Adán en el Génesis
Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: recibid Espíritu, Vida. (Y Adán,- el ser humano- llegó a ser viviente, la comunidad cristiana se llenó de alegría, paz e ilusión (Espíritu).
Cuando en la Iglesia no hay paz, cuando escasea o falta el espíritu y la alegría, volvamos al Espíritu del Señor, que se cernía en el caos inicial y en el caos eclesiástico. La presencia de Cristo nos confiere paz, alegría y espíritu, aliento vital y ganas de vivir.
- ¿No hemos intuido una Iglesia que mira al origen?
El contexto eclesial de Francisco ha sido más evangélico que tiempos no lejanos. El paradigma ha cambiado. Lo principal ya no es el miedo, la doctrina y la ultraortodoxia a ultranza y contra quien sea. Hemos vuelto, al menos como mentalidad, al paradigma evangélico: Cristo, los pobres, el diálogo, la sencillez. Estamos en el núcleo central del evangelio del Señor: una iglesia sencilla, pobre, abierta a todos.
Hemos escuchado y visto que lo principal y central en la Iglesia es Cristo, no la Curia, ni el Magisterio. Cristo fundamenta el ministerio eclesial del magisterio, no al revés.
Suena a evangelio en estado puro escuchar que lo principal es la caridad: los pobres: una iglesia pobre y de los pobres. Una iglesia del buen samaritano es creíble y vivible. Una iglesia del Santo Oficio es más problemática.
Los gestos de Francisco han sido de sencillez:
- o las vestimentas cotidianas.
- o la celebración del jueves santo con los presos en una u otra cárcel de Roma. ¡El lavatorio de los doce”!: lava los pies de dos muchachas, una de ellas musulmana!
- o Francisco fue amante de la libertad de conciencia. En una audiencia con periodistas les decía: “muchos de vosotros no seréis creyentes, pero igualmente os bendigo...”
- o Llama la atención que en los doce años de pastoreo de Francisco no se ha condenado a ningún teólogo.
- o Y hemos visto cómo el pastor, Francisco, no impone nada, sino que pide a su iglesia que ore por él.
- o Hemos oído hablar de la periferia y no del “centro”.
- o Hemos oído hablar con afecto de y hacia los curas, hacia los pobres y “cartoneros”, hacia los emigrantes, hacia los marginados.
- Tomás no estaba en el grupo.
Las grandes cuestiones de la vida son comunitarias: la familia, el pueblo, la cultura, el idioma, la fe, los valores.
Tomás no estaba en el grupo. Por eso se marcha y no llega a la fe.
Es muy difícil vivir fuera del grupo, de la familia, del pueblo, de la propia cultura, de la comunidad cristiana.
Tomás vuelve a un grupo que “ha visto al Señor”, es decir un grupo que vive en paz, en alegría e ilusión. Si Tomás vuelve al grupo es porque en ese grupo se puede vivir y convivir en la paz y alegría del Señor. Nadie vuelve a Egipto o a Auswitch.
Por eso dice a Cristo: ¡Señor mío y Dios mío!
¿Por qué se ha marchado tanta gente de la Iglesia y de la fe?
¿Por qué, como Tomás, se ha marchado tanta gente del grupo, de la Iglesia?
Es cierto que la iglesia se había tornado una institución cerrada, que infundía miedo., pero no es menos cierto, que han cambiado los “dioses” y los ídolos del pueblo. Hoy decimos “Señor mío y Dios mío” al dinero, a la patria, a las armas, al placer, etc.
¿Y si la iglesia fuese un remanso de paz, de sosiego, de convivencia, de contento, de vida? ¿Quién no quiere vivir en paz y alegría?
Algo de esto ha intentado sembrar el papa Francisco,
Gracias, Francisco, y descansa en paz. Amén.