¿Se habrá vuelto sosa la sal? Porque esta Iglesia ni divierte ni convierte

luz

  1. Sal y luz: sabor y color de la vida.

    El evangelio de hoy es la conclusión de las bienaventuranzas, que meditábamos el pasado domingo.

El texto evangélico de hoy ensambla dos símbolos: la sal y la luz. Vosotros sois la luz y la sal de la tierra.

Sal

    La sal conserva los alimentos además de dar sabor a la comida. La sal es un símbolo de cierta viveza: sabor y saber vivir, sabiduría.

(Saber) Sabiduría no es lo mismo que ciencia: Se puede tener conocimientos y carreras universitarias, pero no saber vivir ni saborear la vida. Y al revés, cuántas personas no tienen ciencia, pero saben vivir, tienen sabiduría.

    Los cristianos, la comunidad eclesial es sal de la tierra: Vosotros sois la sal de la tierra. La sabiduría y el sabor cristiano es el de las bienaventuranzas.

    Luz

    El símbolo de la luz está muy presente en la Biblia (y en la vida). La luz es el principio de la creación de la vida (Gn 1,3). El pueblo que vivía en tinieblas, vio una gran luz, (Mt 4,16). Yo soy la luz (Jn 8,12; 9,5).

Solemos emplear este símbolo en los dos momentos más importantes de la vida: las madres “dais a luz”. Cuando muramos, alguien nos deseará y pedirá a Dios Padre que nos “conceda la luz eterna”: lux aeterna luceat eis.

En situaciones difíciles no vemos la luz, la salida. A veces nos encontramos con personas que “no tienen luces” o a nosotros mismos nos “faltan las luces” por debilidad, cansancios, dificultades de la vida etc.

    Como cristianos nos acercamos a quien es la Luz para que Él ilumine nuestra vida y nosotros transmitamos, reflejemos un poco de luz. Los cristianos somos como Juan Bautista, no somos la luz: Cristo es la luz. Yo soy la luz del mundo, (Jn 8,12). Nosotros nos acercamos a la luz.

  1. ¿Hoy el evangelio no ilumina ya la vida?

    Quizás también a vosotros os asalta la cuestión de porqué la Iglesia tiene hoy en día tan poca presencia en la sociedad, apenas tiene relevancia en la vida pública, política, en la Universidad, en el mundo cultural, económico, etc.

¿A qué puede ser debido que en el seno de la misma “tradición del pueblo que ha sido cristiano”, la Iglesia ya no cuente: entre nosotros se bautiza menos de la mitad de los niños que nacen, el número de primeras comuniones ha descendido mucho lo mismo que el de matrimonios, no son pocos los que mueren ya sin sacramentos, sin funeral… La descristianización es grande.

    Una razón –débil, pero razón- pudiera ser que en épocas no lejanas vivíamos un régimen de cristiandad más bien sociológico: “todos éramos cristianos” pero con una “fe”·sociológica, masiva, poco personal. Hoy en día en pasado a un ateísmo / agnosticismo también de sociológico, masivo: hoy en día “todos somos ateos”, está “bien visto” ser anticristiano, agnóstico, etc…

    Pudiera ser.

    Pero me da la impresión de que –quizás- lo que “presentamos” el mundo eclesiástico –al menos entre nosotros- no es el evangelio de JesuCristo, sino más bien una doctrina, un sistema dogmático-moral, que ya no es la buena noticia del Evangelio.

    ¿La sal se habrá vuelto sosa? La doctrina ilumina poco, la levadura ya no fermenta la masa?

    Si esto es así, estamos en lo que decía Jesús: No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente

  1. No es lo mismo evangelio que doctrina (Un inciso)

El evangelio es buena noticia. La doctrina, el dogma, el catecismo son intentos de formulación de la buena noticia, del evangelio.

Un ejemplo (nada más que un ejemplo): cuando un médico trata a un paciente y éste se cura de su enfermedad. Entonces el médico le dice: enhorabuena, estás curado. Eso es evangelio, buena noticia.

Cuando tal médico explica a sus alumnos en el aula de la Facultad de medicina y les dice: las características de tal enfermedad son estas, el diagnóstico es “este”, y la terapia requiere estos pasos… Eso es doctrina; necesaria pero doctrina

Santo Tomás decía aquello de: la fe (el evangelio) no termina en los enunciados (en la doctrina), en las palabras, sino en la realidad, que no la poseemos. Una afirmación, un dogma puede expresar aspectos, parcelas de verdad, pero no son la Verdad. Algo podemos decir y se ha dicho sobre el amor, sobre la libertad, sobre la paz, sobre Dios, pero Dios es mucho más de lo que podemos decir de ´Él.

    Nos podríamos aplicar aquello que decía Antonio Machado:

¿Tu verdad? ¡No!, la verdad y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela.

    La Verdad –probablemente- es una búsqueda continua.

  1. Yo soy el camino, la verdad y la vida, yo soy la luz.

    ¿Y si volviéramos al Evangelio de JesuCristo?

    La doctrina y el dogma son lo que son y dicen lo que dicen, que a duras penas se aproxima a la realidad última. El Evangelio es vida y salvación.

    Por otra parte el mundo clerical no es portavoz de Dios, ni mucho menos. El clero debería ser humilde servidor del pueblo de Dios.

    ¿Y cómo acercarnos al evangelio, a la luz, a ser sal de la tierra?

Termino la homilía pensando que Iglesia recuperará credibilidad si seguimos las palabras de Isaías de la primera lectura de hoy:

Veremos cuando compartamos tu pan con el hambriento, tu oscuridad se tornará mediodía, cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia… Entonces brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.

Volver arriba