Desgarro compartido
“Un desgarro compartido entre quienes esperábamos que, al final, el seny, el bien común, el bien mejor, se impondrían. Un déficit importante en las relaciones políticas y sociales”. Así comienza el correo que ayer me envió una persona cercana, amable lectora de este blog. Luego añade algo que me parece muy serio: “sufrimiento innecesario en las familias”. Sí, desde hace un tiempo hay familias divididas por culpa de una bandera. ¿Cómo es posible que la bandera sea más poderosa que el amor? El amor todo lo supera, todo lo soporta llega a decir san Pablo. Igualmente serio me parece que haya insultos entre las personas. Una persona vale más que todas las banderas. En realidad una persona no tiene precio, porque tiene dignidad. Una dignidad inviolable. ¿Cómo es posible que las banderas puedan con la dignidad humana?
La política es el arte de convivir, el arte de lo posible. Y, desde esta perspectiva, la política es lo más digno y razonable que hay. Arte de convivir, de vivir juntos. Para vivir juntos hay que dejar espacio, respetar al otro en lo que tiene de diferente, ver en la diferencia una riqueza. En todo caso, lo diferente no es motivo de separación, sino una invitación a encontrar caminos de encuentro sin renunciar a la propia identidad. Arte de lo posible. Lo posible requiere saber ceder, no querer ocupar todo el espacio, dar al otro su parte de razón. ¡Qué hermoso dar al otro su parte de razón! ¡Qué humano el don de la razón!
Añade mi interlocutor: “hoy se inicia una nueva etapa”. Etapa en la que habrá que curar relaciones y aprender de los errores. Etapa en la que debe predominar la sensatez, el perdón, la búsqueda de espacios en los que quepamos todos. No sería bueno que nos dejásemos llevar por el pesimismo. Es la esperanza la que debe guiarnos. La esperanza es la virtud de los fuertes. La esperanza es posible, porque es realista. Si se apoya en el poder de lo real nunca queda frustrada. Cuando la esperanza busca lo imposible entonces se convierte en desesperanza.
Para el cristiano la esperanza se apoya en el poder de la oración. Oración que se convierte en tarea. Oremos al Dios de la paz, pidiéndole que guíe nuestros pasos. Y con todas las personas de buena voluntad trabajemos por la concordia, evitando palabras y gestos que separan.