Neandertales, otro tipo de mentalidad

El paleoantropólogo español, Juan Luís Arsuaga, en unas declaraciones a la revista muy interesante, hablando de las diferencias entre el hombre de Neandertal y el sapiens, dice: “Mi teoría no es que los neandertales fueran menos inteligentes que nosotros, sino que tenían otro tipo de mentalidad”. A continuación hace unas consideraciones sobre la poca inteligencia de los humanos sapiens: “ir a un campo de futbol a berrear todos los domingos no parece muy inteligente. Pero es muy humano. Inmolarse y suicidarse con una bomba alrededor del cuerpo no es nada inteligente. Eso es lo que creo que tenemos distinto de los neandertales. Lo resumo de esta forma: se me hace difícil creer que ellos tuvieran una bandera. Esa cosa humana de que un trapo de colores solivianta a la gente no sé si es muy inteligente, pero es un hecho. No me imagino a los neandertales con una bandera”.


Resulta interesante esta distinción entre mentalidad e inteligencia. La mentalidad es el conjunto de creencias y costumbres que conforman el modo de pensar, de enjuiciar la realidad y de actuar de un modo u otro. La inteligencia es la capacidad de razonar y de elegir las mejores opciones para resolver una cuestión. Pues bien, siguiendo la idea de Arsuaga, lo que distingue a las distintas especies del género “homo” (sapiens, neandertales, denisovanos) no es la inteligencia (o sea, la capacidad de fabricar herramientas o de enfrentarse a los distintos problemas), sino la mentalidad (o sea, los condicionamientos, que más allá de lo listos que somos, orientan nuestra manera de utilizar las herramientas o de resolver los problemas).


Eso valdría no sólo para las distintas especies de humanos, sino para distinguir a unos humanos de otros dentro de la misma especie. El pecado, por ejemplo, no nos hace menos listos, ni tampoco más; pero condiciona nuestra manera de actuar. Si yo pienso que robar es bueno, o que matar al que me estorba es bueno, pero no lo hago porque tengo miedo a las consecuencias que me puede acarrearme el robar o el matar, en cuanto me convenza de que robar o matar no va a acarrearme ninguna consecuencia negativa, mataré y robaré con toda tranquilidad. Si yo pienso que las banderas son sagradas, o que las fronteras son intocables, o que hay sexos fuertes y débiles, o razas superiores e inferiores, en cuanto pueda actuaré como un dictador que somete a los débiles y a los inferiores.


San Pablo exhortaba a los cristianos a “cambiar de mentalidad” (Rm 12,2; Ef 4,23), haciendo notar que la cristiana es distinta de la del “mundo” (mundo, se entiende aquí como lo opuesto a Dios). El problema humano no es la inteligencia. Con la misma inteligencia podemos hacer lo peor y lo mejor. El problema humano es de mentalidad. Si conformamos nuestra mentalidad a la de Cristo, seguro que siempre haremos el bien, sea cual sea nuestra inteligencia.

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