La profecía totalitaria se está cumpliendo

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Desde hace ya varias décadas, la democracia en España ha ido comportándose en términos de debilidad. Nada nuevo. Desde  la caída del muro de Berlín, la izquierda ha optado por el abandono de ‘la social- democracia’ y el abrazo a ‘las políticas identitarias’. Camino que se ha recorrido merced al nefasto gobierno de Rodríguez Zapatero y al incomprensible entreguismo de Pedro Sánchez al ‘populismo de izquierda’ y a los grupos nacionalistas, que desean acabar con España. Los españoles, en definitiva, hemos apoyado con el gobierno Sánchez lo que, al decir de Douglas Murray (La masa enfurecida), está llevando al mundo a la locura.

Ya el gran Orwell predijo, en su novela  1984, que “el socialismo y la democracia son en la novela las vías por las cuales ha degenerado la sociedad humana hacia el totalitarismo absoluto” (Vargas Llosa).  Felizmente, “eso (todavía) no es verdad”, celebraba el premio nobel. Pero, habría que subrayar el hecho de que, desde 1983 en que realizó tal valoración, las cosas han cambiado, y están cambiando, y mucho, en el mundo occidental. La aparición  con gran fuerza del populismo y el retorno de los  nacionalismos están propiciando que, por desgracia, Orwell acertase en sus predicciones. No hay más que echar una mirada a Latinoamérica para contemplar como la profecía totalitaria se está cumpliendo.

Aquí, en España, aunque parezca mentira e incomprensible, hemos mirado al desorden del otro lado del atlántico y nos hemos apuntado a él. El gobierno Sánchez se olvidó de su promesa de regenerar aspectos concretos del sistema democrático y ha ido derivando de la democracia liberal a un sistema con claros ribetes autoritarios o autocráticos. La concepción de lo público sin excepción, la ‘idea de la justicia social’ y de la ‘liberación del hombre’ son “indisociables del marxismo como filosofía y del comunismo como práctica” (Ibidem). Ésta ha sido, sigue siendo y será en el futuro, si el elector no lo remedia, la única alternativa real que ofrecerá un gobierno de Sánchez, ‘personificación de la mentira’, al pueblo español. 

Y, todo ello, insisto, con el apoyo de una parte del electorado, ya sorprendido por la deriva increíble de la acción de este gobierno en la legislatura que ya finaliza, empeñado y necesitado, por mor de la ambición de su Presidente, en seguir la estela de sus incomprensibles alianzas electorales: Podemos y nacionalismos separatistas, como la totalitaria ERC y Bildu. Los hitos de su gestión no hace falta recordarlos. Están en la memoria de todos, pues todos los hemos soportado y padecido en estos últimos cinco años. La radicalidad más arbitraria (la ley, incluida la Constitución, es un estorbo) se está adueñando  de la geografía real del Estado. La definitoria separación de poderes ha sido borrada, en gran parte, de la gestión gubernamental y los indispensables controles entre los poderes del Estado son prácticamente inexistentes. La diversidad de trato, en todos los órdenes de la vida nacional, es la nota distintiva, impuesta por el autoritarismo más descarado. Sánchez, ahora mismo, ya controla la casi totalidad de las instituciones del Estado  como el Tribunal constitucional,  la Fiscalía general y el Consejo de Estado, además de la notable influencia que ejerce  en el Consejo General del Poder judicial (se niega en redondo a acomodar su composición a la letra de la Constitución y a las exigencias de la UE)   y  en el funcionamiento de los  más altos Tribunales. 

Como dijo en su día el Circulo de empresarios, “un Gobierno no puede pretender que todas las instituciones del Estado están a su servicio. Esta concepción del Gobierno es profundamente antidemocrática. Actuando así, se convierte a nuestro país en una democracia aparente, en una democracia en la que el Parlamento, el Poder judicial y las instituciones del Estado están al servicio del Gobierno, o de su Presidente, y no al servicio de los ciudadanos dando lugar a un régimen autoritario con apariencia democrática·. ¡Impecable! Algo que define a este gobierno presidido por el sanchismo.

Siempre se ha entendido, desde una perspectiva diferente, que el mejor espejo de un sistema autoritario, incompatible con una democracia asentada, lo constituye la censura. Pues bien, el gobierno actual practica aquello del personaje de ficción, Darth Vader: “Si no estás conmigo, entonces eres el enemigo”.  Y, como tal, hay que abatirlo mediante la imposición del pensamiento único, el suyo. A tal efecto, el sistema con que se ha dotado, no precisamente democrático ni pluralista, pone en funcionamiento su poderosa maquinaria de propaganda y te aplica el viejo criterio romano del ‘borrado de la memoria’ junto con la consiguiente limitación de la libertad de opinión  (no se olviden los enormes ataques con que distingue a los grandes medios de comunicación social). No se olvide, por contra, que este gobierno controla todos los medios públicos de comunicación social y gran parte de los privados, a los que riega con apetitosas subvenciones  estatales. 

Tan antidemocrático estado de cosas permite  al gobierno, además de disponer de un alto nivel de propaganda (corruptor e intoxicador  de la habitual convivencia cívica), adulterar, presuntamente, los procesos electorales a su favor. ¿Están seguros de que las fuerzas políticas concurren en igualdad de condiciones a las elecciones del 28-M? ¿Les parece justo y democrático lo que todos sabemos que ocurre en este terreno? ¿Cómo, por ejemplo, los gobiernos regionales que gestiona el PSOE mantienen sus grandes aparatos de propaganda? ¿Cómo se financian? ¿Por qué no se actúa al respecto con la transparencia  prometida y que reclama un estado democrático saneado? Tengan el coraje de responderse a sí mismos.

En esta línea, habría que recordar que el mejor espejo para reflejar la realidad democrática o autoritaria de quienes ostentan el gobierno está en relación directa con su actitud ante los procesos electorales. Pregúntense, por ejemplo, si los medios de comunicación públicos dispensan el mismo trato a todas las fuerzas políticas concurrentes; si las ‘paguitas’ de Sánchez llevan o no, presuntamente, una intencionalidad electoral: dirigir el voto hacia una opción determinada; si el uso o la promesa de fondos públicos y otros bienes patrimoniales del Estado (terrenos y viviendas) para resolver, supuestamente,  problemas ciudadanos que han ignorado sistemáticamente a lo largo de su gestión, no es, presuntamente, un ejercicio partidista del patrimonio estatal. 

Es curioso. Pero, ésta es la realidad. El sectarismo y autoritarismo de este gobierno son de tal calaña que suele acabar por imponer el efecto contrario: desproteger y limitar las libertades y derechos, ya disfrutados, del resto de los ciudadanos. Lo hemos visto muy claro, por poner algunos ejemplos, con la Ley del sí es sí, o lo que se ha impuesto con Ley trans (la propia voluntad del menor) con exclusión de todo derecho paterno, o con la Ley de la vivienda (desprotección del derecho de propiedad y seguir apoyando y facilitando el fenómeno okupa), o en la ley de educación (echar el castellano de las escuelas en Cataluña), entre otras muchas. Pero, ¿qué le pasa a esta izquierda que tan mal se lleva con la libertad de los demás? ¿Por qué ha de ser tan impositiva en aspectos morales e íntimos si la civilización occidental ya estableció, desde Kant, la mayoría  de edad del individuo para decidir su destino? Son tan dogmáticos o más que los grupos religiosos.

A decir verdad, me he limitado a señalar algunos aspectos, ni siquiera los más significativos del creciente autoritarismo que exhibe y práctica  este gobierno y los gobiernos autonómicos regidos por el sanchismo. Ya lo conoces de sobra. El momento es único. Decide en base a lo que has visto y vivido. No te dejes manipular. 

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