Reflexiones alrededor de los libros y de su lectura Antonio Aradillas: Libros para tiempos de “corona-virus”

Leer, una buena ocasión que proporciona este retiro-desierto
Leer, una buena ocasión que proporciona este retiro-desierto

Para quienes "no puedan más", "se aburran", "se desesperen", "estén de mal humor" y, aún en el caso en que lleguen a enjuiciar por su cuenta las normas de poco o nada racionales, culpando a otros de incompetentes

Mis recomendaciones lectoras: Para los varones los temas relacionados con la mujer; los varones saben poco acerca de las mujeres, comenzando por sus propias esposas

Libros de pedagogía, algún ejemplar del diccionario, libros de humor y poesía. No me resigno a dejar de citar algunos de los autores asiduos colaboradores de RD...

Y los santos evangelios sin comentarios porque el analfabetismo católico, apostólico y romano extiende su influencia por esos mundos de Dios, revestido no solamente con hábitos talares “clericalísimos”, también con corbata o pajarita 

En medio de todo, buena ocasión es la que proporciona el retiro-desierto al que leyes y normas propias del “Estado de alarma” obliga a guardar a los ciudadanos dentro del recinto doméstico, en los dramáticos tiempos que vivimos, al dictado imperioso de los “corona-virus”.

Para quienes “no puedan más”, “se aburran”, “se desesperen”, “estén de mal humor” y, aún en el caso en que lleguen a enjuiciar por su cuenta las normas de poco o nada racionales, culpando a otros de incompetentes, no estarían de más unas reflexiones, efectuadas alrededor de los libros y de su lectura.

Y es que hoy se lee poco. Diríase que nada o casi nada, y además se hace “de prisa y corriendo”, alegando para ello falta de tiempo y de humor, con la absurda argumentación de que el “progreso” demanda otras técnicas, superadas ya irremisiblemente las tuteladas por los sucesores del Gutemberg, impresor alemán nacido en Maguncia entre los años 1394 y 1399, cuya famosa “Biblia latina”, llamada de “las cuarenta y dos líneas”, hacia 1465, después del correspondiente proceso inquisitorial.

Sin tener que citar libros y autores concretos, mis recomendaciones lectoras en estos tiempos de retiros familiares, les subrayo para los varones los temas relacionados con la mujer. Pese a confesar que esta asignatura, desde que nacieron, la aprobaron con todas sus consecuencias y títulos universitarios, los varones saben poco acerca de las mujeres, comenzando por sus propias esposas. Por supuesto que se manifiestan superiores a ellas en todo, en estricta conformidad con las enseñanzas que les proporcionara la vida, corroboradas con generosidad con motivaciones hasta de tipo religioso, según enseñan los catecismos. Esta realidad explica en gran parte que la institución familiar, de la que ellos aseguran ser de por sí, los supremos artífices, o no funcione o funcione mal, con consecuencias nefastas para los hijos, su esposa y para él mismo. Más que para hombres, varones, padres y esposos, se les educó para engendradores….

Es posible que de la mujer, todo en femenino, se tenga que aseverar otro tanto. Pero menos. Mucho menos. Las estadísticas son “palabras de Dios”, si alcanzaron tal categoría científica. Fiel y honrosa. Libros de pedagogía son de imprescindible y obligada lectura durante los días “coronavíricos” y otros.

Lo son también algún ejemplar del diccionario. Y algunas novelas, al igual que libros de humor y poesía. Y una síntesis de la doctrina católica, renovada después del Vaticano II y de la ulterior manipulación que de su doctrina se encargaron de hacer algunos, hasta con favorable censura eclesiástica. Los santos evangelios, sin comentarios, habrán de estar a disposición de quienes se profesan cristianos y se preocupan de que sus hijos se eduquen como personas, de verdad religiosas y sin excesivas e inocuas manifestaciones y procedimientos litúrgicos, rituales o ceremoniales.

De interés y provecho les serviría a estos potenciales lectores el aprendizaje parajear en profundidad y discernimiento todas y cada una de las páginas que les ofrecen los gestos, las reacciones, los silencios y, en general, las palabras, que con frecuencia son pronunciadas, o silenciadas, en los recintos domésticos, por parte de quienes componen esta entidad de la que con orgullo y satisfacción se asegura que es la más sagrada y educadora para cualquier convivencia.

"Vivir sin con-vivir, no es realmente vivir, ni contribuir a que otros vivan. Vivir sin con-vivir no llega siquiera a identificarse con verbos tales como subsistir, mantenerse o perdurar"

Con seriedad, es decir, con humildad intelectual y religiosa, es preciso enterarse de una vez para siempre, y en cristiano, que la Iglesia en que fuimos, y en parte, seguimos siendo educados, no tiene mucho que ver con la ideada y vivida por Cristo Jesús. Tiene mucho más de remedo y de frustración, aunque el papa actual felizmente se empeñe en ayudar y contribuir a su reforma… El analfabetismo católico, apostólico y romano extiende su influencia por esos mundos de Dios, revestido con desdichada frecuencia no solamente con hábitos talares “clericalísimos”, sino también con corbata o pajarita en algunos de sus ínclitos movimientos piadosos o aspirantes a serlo…

Sin salirme del guión propuesto, de lecturas para tiempos “anti- corona-virus”, no me resigno a dejar de citar algunos de los autores asiduos colaboradores de RD cuyos libros son porteadores de doctrinas y enseñanzas reformadoras de la Iglesia hoy: Castillo, Pikaza, José Carlos Bermejo, González-Faus, Casaldáliga, Argüello, Pepa Torres, Isabel Gómez Acebo, Lamet, Boff, Tamayo, Masiá, Piñero, Arregi, Espeja, Castellanos, Vidal, Bastante, Aradillas…

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