No solo información sino más luz para una época gloriosa c Tejer la historia del cristianismo antiguo
A propósito de J. M. Nieto Ibáñez y J. M. Torres Prieto (eds.), Historia de la literatura cristiana en la Antigüedad, Madrid: Editorial Ciudad Nueva, 2024, 681 pp.
"La publicación de este tomo colectivo, denominado 'manual' tanto por sus editores y colaboradores, todos de primera fila, es un hito en el área española, pues viene a llenar una laguna bibliográfica en la misma"
"En estas páginas abigarradas están encerrados no solo datos, figuras, hechos sino unas maravillas culturales narradas con sobriedad y solvencia"
"A los tejedores de este tejido sólido, fuerte y perdurable, nuestros parabienes"
"En estas páginas abigarradas están encerrados no solo datos, figuras, hechos sino unas maravillas culturales narradas con sobriedad y solvencia"
"A los tejedores de este tejido sólido, fuerte y perdurable, nuestros parabienes"
| Macario Ofilada Mina
La publicación de este tomo colectivo, denominado ‘manual’ tanto por sus editores y colaboradores, todos de primera fila, es un hito en el área española, pues viene a llenar una laguna bibliográfica en la misma. No es que falten, en esta región geográfica o lingüística, estudiosos de la patrística y de la historia del cristianismo antiguo, sobre todo en el área denominada ‘teología patrística’ o ‘patrología’ (con el dominio teológico en esta materia) en lengua española. Mas es esta la primera historia de los textos, de la literatura del primer período del cristianismo, escrita por autores de habla hispana.
Aprovechándose de los logros interdisciplinares, sobre todo en el área de la filología y de la historia textual, los autores nos tejen una historia que nunca ha perdido su encanto pese a esfuerzos desmitificadores como el de Harnack con su juicio un tanto negativo, pero ya superado, acerca de la helenización de las raíces semíticas del cristianismo.
Se dan cita en esta tejeduría varias perspectivas y disciplinas, principalmente de historia y teología patrística (sin destacar una disciplina emergente que es la espiritualidad pese a los temas recurrentes como ascesis, vida mística y camino/modo de vida), bajo el patrón o color principal de la filología o el estudio del lenguaje de los textos, la que nos abre horizontes, sobre todo históricos, para que podamos iniciarnos en una aventura con conflictos o tensiones acerca de géneros literarios, historias textuales y autoría de textos. Todo esto gracias a los tejedores en este telar que son artesanos no solo de la palabra sino también del discurso histórico centrado en el textual cuyos nombres figuran en una sección oportuna (pp.673-675).
Tras una introducción general (pp.9-20) que expone el status quaestionis de manera sucinta, amena y sin concesiones a dramatismos tendenciosos, se pasa a la elaboración telar del drama cuyo comienzo data de los primeros escritos cristianos, es decir, las cartas paulinas del siglo I culminando en el tumultuoso pero fructífero siglo VI.
Con sobriedad científica y erudición epistemológica, se divide el gran drama en tres partes, a saber: I. De los orígenes al siglo III (pp.21-281), II. De Constantino al siglo VI (pp.283-504) y III. La época de la separación entre Oriente y Occidente (siglos V-VI o pp. 505-581). Puede percibirse en esta división más bien secular con el eje en la legitimización del cristianismo, término este que debemos a san Ignacio de Antioquía (que fue al parecer el primero en usarlo), con la figura del emperador Constantino en lugar del consabido esquema de la patrística (textos/autores prenicenos y posnicenos). Se cierra la exposición con una antología de textos (pp.583-671) que es más bien un aperitivo para quienes quieren penetrar en el bosque textual y enredarse en el mismo.
En total son diecinueve capítulos, redactados por doce apóstoles o tejedores con un afán de presentar un conjunto bien estructurado bajo el prisma de la historia. No la de la teología ni de la Gran iglesia sino de la producción literaria. Lamentablemente no se haya destacado la espiritualidad subyacente a dicha producción que es la fuente originaria de toda teología, de toda eclesialidad (o si se prefiere, discurso eclesial) pese a que se haya hecho mención, como ya dijimos, de algunas coordenadas de esta misma espiritualidad como la ascesis, la mística y el modo de vivir.
Tal vez este ‘fallo’ se deba al afán de secularizar el discurso para estas calendas posconfesionales. Seguramente tendrá sus ventajas heurísticas, por así decirlo, pero de una manera ya niega o al menos saltarse una clave hermenéutica que potencialmente podría superar las tensiones o los binomios entre lo confesional y lo aconfesional, pues subraya la finalidad de estos escritos y de todos los géneros literarios que es la de encontrar el sentido de la vida humana. Sobre todo en el caso de los autores cuyos textos están reseñados en este vademécum muy importante, y no solo en lengua española (pronto esperemos que sea traducido a otras lenguas), que buscaban el sentido de la vida desde una matriz judía con un contexto helénico y latino en tiempos de grandes cambios y en estado constante de ebullición.
Pese al intento del equipo de tejedores de evitar separaciones artificiales, a mi juicio, la falta de un prisma desde la espiritualidad ha producido en este tejido multicolor unas escisiones y algunas arrugas que son más bien retos para el futuro. Y pueden resumirse estos mismos en un intento más unificador hasta llegar a producir la deseada túnica sin costura para esta disciplina ‘secularizada’ pero con raíces espirituales.
"En estas páginas abigarradas están encerrados no solo datos, figuras, hechos sino unas maravillas culturales narradas con sobriedad y solvencia"
Mas por el momento aquí tenemos, junto a varias otras obras de las disciplinas relacionadas a la historia de la antigüedad cristiana, esta pieza para formar un alcázar de cultura. En estas páginas abigarradas están encerrados no solo datos, figuras, hechos sino unas maravillas culturales narradas con sobriedad y solvencia. En estas narraciones podemos encontrar no solo información sino más luz para una época gloriosa cuyos ecos se oyen entre batir de alas tanto celestiales como mundanales en los vaivenes de nuestra propia historia. A los tejedores de este tejido sólido, fuerte y perdurable, nuestros parabienes.
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