Comentario al Evangelio del 17º Domingo del Tiempo Ordinario Ojea: “Si todos pudiéramos aportar lo poquito que traemos, lo que somos, qué distinto sería nuestro mundo”

“El Milagro de la multiplicación de los panes ha quedado tan fuertemente grabado en la primera comunidad cristiana que en los evangelios tenemos seis relatos de la multiplicación de los panes”
“Que nuestras manos vacías puedan estar llenas de vos, de tu Misericordia, del derroche de tu gracia para que podamos volcarlo a nuestros hermanos y para que nadie quede sin su alimento”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En el XVII domingo del Tiempo Ordinario, el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Mons. Óscar Ojea, inició su comentario al Evangelio diciendo que “el Milagro de la multiplicación de los panes ha quedado tan fuertemente grabado en la primera comunidad cristiana que en los evangelios tenemos seis relatos de la multiplicación de los panes”.

Cada uno pone lo que puede
En ese sentido, dice haberse preguntado muchas veces “en dónde está esta fuerte impresión de este Milagro de Jesús relatado tantas veces”. En primer lugar, considera que “la razón es porque es una fiesta, es una fiesta humilde hecha con panes y peces, pero es una fiesta y una fiesta siempre llega al corazón; es una fiesta en la que nadie quedó sin comer, alcanzó para todos y esto es tan impresionantemente cristiano: alcanzó para todos. Alcanza para todos, todos están incluidos allí, cada uno pone lo que puede, lo que tiene, y el niño aporta cinco panes, cinco panes y dos peces”.
Del mismo modo ha insistido en que “si todos pudiéramos aportar lo poquito que traemos, lo que somos, qué distinto sería nuestro mundo”. En tercer lugar, ha señalado que “es el Milagro de la desproporción de Dios, como las bodas de Caná, sobra, es el derroche de Dios, es el desborde de Dios, esto es la Misericordia de Dios”. Según Ojea, “Dios tiene una inmensa generosidad y cuando Dios hace notar su generosidad el hombre se conmueve porque el hombre percibe la Misericordia de Dios”.
Un milagro que se hace con las manos
Para el presidente del episcopado argentino, “es un Milagro que se hace con las manos. Las manos de Jesús, que bendicen, que curan, que acarician, son las manos que bendicen el pan, que lo entregan y, de alguna manera, a través de esas manos, está preanunciando su propia entrega en la Eucaristía”.
“El don verdadero es el mismo, la multiplicación de los panes es el anticipo de la Eucaristía. El Señor se entrega totalmente y se da de comer él mismo. Pero lo hace con sus manos, por eso nosotros recibimos la Eucaristía con nuestras manos, y le pedimos al Señor que nuestras manos puedan acoger, puedan contener, puedan bendecir”, afirmó.
Finalmente, pidió al Señor “que nuestras manos vacías puedan estar llenas de vos, de tu Misericordia, del derroche de tu gracia para que podamos volcarlo a nuestros hermanos y para que nadie quede sin su alimento”.