“Sin formación, el discernimiento termina siendo un intercambio de opiniones” Rafael Luciani: “Hay un sentir en los ministros ordenados de que la sinodalidad les da más trabajo”
La sinodalidad “todavía sigue siendo un tema complejo, más allá de la práctica de la conversación en el Espíritu, que es la que ha ido poco a poco poniéndose en práctica a través de algunas parroquias e instituciones”
“Será un proceso que llevará su tiempo, incluso una generación, para que se pueda establecer como un modo de proceder en la Iglesia”
La formación previa, la creación de condiciones previas al discernimiento que se dará en las mesas, es algo que no puede faltar
“Estamos moviéndonos no hacia la cancelación de estructuras episcopales, sino a la inserción del episcopado en estructuras eclesiales”
La formación previa, la creación de condiciones previas al discernimiento que se dará en las mesas, es algo que no puede faltar
“Estamos moviéndonos no hacia la cancelación de estructuras episcopales, sino a la inserción del episcopado en estructuras eclesiales”
Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica
En las últimas semanas se están conociendo nuevos pasos de cara a la segunda sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que será realizada de 2 a 27 de octubre en el Vaticano. Rafael Luciani, qua participó de la Primera Sesión de esa asamblea, destaca que “se van dando dos procesos en este momento, uno a nivel de lo que se hará a través de los grupos de estudio propuestos por la Secretaría del Sínodo y otro que se va dando a nivel de los continentes”.
Sinodalidad, un tema complejo
El teólogo venezolano destaca dos eventos que organizará el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en los próximos meses: “un Congreso en agosto, que busca crear una red de todas las facultades de Teología, institutos de Pastoral y seminarios para promover la sinodalidad en la Teología latinoamericana, y uno en junio sobre el aporte desde los consejos pastorales y la elección de obispos que venimos desarrollando un grupo de estudios desde el año pasado”. Luciani cita además de esos encuentros a nivel de América Latina, un encuentro que será realizado en África y otros procesos en otros continentes.
La sinodalidad “todavía sigue siendo un tema complejo, más allá de la práctica de la conversación en el Espíritu, que es la que ha ido poco a poco poniéndose en práctica a través de algunas parroquias e instituciones”, según el teólogo laico. En ese sentido, afirma que “los temas como tales, consultarlos con las comunidades, sigue siendo algo difícil”. Luciani recuerda que hace poco tuvieron un encuentro con obispos en el CELAM para una actualización teológica en sinodalidad y ministerios, que compartían la dificultad de los presbíteros para entrar en esa dinámica.
Un proceso que llevará su tiempo
Eso le lleva a afirmar que “será un proceso que llevará su tiempo, incluso una generación, para que se pueda establecer como un modo de proceder en la Iglesia”. Sin embargo, insiste en que hay iniciativas importantes, pero a nivel continental, organismos de redes, como la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos), el CELAM, la FABC (Federación de Conferencias Episcopales de Asia, por sus siglas en inglés). “Ese tipo de organizaciones en redes es por donde se está moviendo, más que en lo local de lo que puede ser una parroquia”, afirma.
Una dificultad para asumir la sinodalidad en la base, en las parroquias, que según el teólogo venezolano tiene como causa el hecho de que “hay un sentir en los ministros ordenados de que les da más trabajo, tanto presbíteros como obispos, que lo dicen continuamente”. A ello responde que “no es así, es todo lo contrario, descargaría el trabajo en la medida en que las comunidades asuman la corresponsabilidad”, resaltando que “hay que romper ese hielo de una confusión de que me da más trabajo, tengo que hacer más actividades, tengo que organizar más grupos”.
Necesidad de un cambio de mentalidad
Para Luciani, “el cambio de mentalidad está en la medida en que se hace una comunidad corresponsable, es el gran cambio que hace falta en nivel práctico, como un laico, una laica, un religioso, una religiosa trabajan en conjunto con el presbítero en una comunidad, cada uno desde roles y funciones distintos, en complementariedad”. Ante esta fuerte mentalidad, señala que “tocaría una visión pastoral de conjunto”, recordando que “en América Latina hemos tenido experiencias de eso, pero eso no existe como una experiencia vivida a nivel de Iglesia estructural en los otros continentes”. También recuerda que otro argumento que es dado contra la sinodalidad por parte de los ministros ordenados es que “me quita autoridad”, lo que le lleva a demandar “el cambio hacia un trabajo de corresponsabilidad, en equipo”, algo que llama a fortalecer.
Desde América Latina, la principal aportación a otros continentes es, en palabras del miembro del grupo de teólogos del Sínodo, “el trabajo en red, que desde 1955 tenemos en el CELAM, pero también en la CLAR, y más recientemente en la Conferencia Eclesial de la Amazonía”, lo que ve como “un trabajo natural que sale de la vida eclesial latinoamericana, de las redes de Iglesia locales, o redes de instituciones, o redes de Vida Religiosa, y desde ahí se ha creado un canal para promover proyectos”, que considera la gran diferencia con otros continentes, “donde existen estructuras continentales, pero no trabajan del mismo modo, en red”, que es para Luciani la gran diferencia.
Sin formación no hay discernimiento
Como alguien que participó de la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal, que tuvo sus avances, pero también sus resistencias, de cara a la Segunda Sesión, piensa que la formación previa, la creación de condiciones previas al discernimiento que se dará en las mesas, es algo que no puede faltar. De hecho, “esa es una gran ausencia que hay, y sin esas condiciones previas de formación el discernimiento termina siendo un intercambio de opiniones, pero no es discernimiento”. Ese es en su opinión, “el reto de la reflexión teológica y pastoral de este año”, viendo la dificultad en “cómo hacer que eso llegue a los miembros que tienen voz y voto en las mesas de la Asamblea, y que no se queden en estudios de grupos que luego no tengan voz y voto en el ámbito de la celebración de la Asamblea”.
Con relación a las temáticas a ser estudiadas y que deberían conocer y profundizar los miembros de la Asamblea, señala que “el gran tema es el de la ministerialidad a todo nivel, no sólo la creación de nuevos ministerios, sino también lo que significa la identidad ministerial del presbítero o del obispo”, afirmando que “esa identidad todavía está en un proceso de recepción del Concilio, que no termina de entrar”. Luciani pone como ejemplo el hecho de que “un obispo que va a una asamblea sinodal debería traer la representación de su propia diócesis que le es confiada y a la que se debe, y no ir a la Asamblea Sinodal solamente a intercambiar opiniones propias o una reflexión teológica propia”. Algo importante, que “representa la Teología del episcopado del Concilio Vaticano II”.
Crear ministerios laicales
Sobre la creación de nuevos ministerios, un tema destacado en el actual proceso sinodal, “Francisco retoma lo que Pablo VI inició, creando ministerios laicales”, recuerda Luciani. Desde ahí sostiene que “ministerios laicales no significa el diaconado femenino, porque el diaconado femenino es Sacramento del Orden, y hay toda una discusión que si vamos a la Tradición de la Iglesia, donde existen ritos litúrgicos de ordenación de mujeres diáconos, necesitaríamos entonces hacer un estudio de profundización para que luego en las mesas se haga un discernimiento fundado en la tradición de la Iglesia católica, y no en opiniones contemporáneas sobre el tema de la ministerialidad o el diaconado femenino”.
Otro tema que considera fundamental es “lo que estamos viviendo entre lo que son conferencias episcopales y asambleas eclesiales, que para muchos obispos plantea el tema de la autoridad magisterial, cual es el vínculo que tiene una asamblea eclesial no episcopal para el accionar de proyectos pastorales en sus propias diócesis”. En esa perspectiva, insiste en que “estamos moviéndonos no hacia la cancelación de estructuras episcopales, sino a la inserción del episcopado en estructuras eclesiales”, lo que llama “la figura de la mesa”.
Reflexionando sobre ese aspecto, Luciani dice que “a la figura de la mesa le falta la silla ausente, la silla vacía. Esa silla vacía es importante, porque no hay reforma en la Iglesia si esa silla vacía no tiene rostros concretos, historias concretas y temas concretos a discernir”.
La experiencia de trabajar en conjunto
Para convencer a quienes tienen miedo de perder la autoridad y no entienden que la sinodalidad es un ganar en eclesialidad, considera que el único camino es la experiencia, “ahí no hay teoría que convenza, sino tener la experiencia de trabajar en conjunto”. Luciani pone como ejemplo la diócesis de La Guaira, donde nació, que hace un año hizo una reforma y una parroquia pasó a trabajar en equipo, a través de los consejos pastorales, entre el presbítero y el laicado, que coordina la vida pastoral de la parroquia y el presbítero preside, como aquel que preside la Eucaristía, pero no trabajan aisladamente. El teólogo resalta que “la experiencia es lo que cambia. Si el obispo, el presbítero o el religioso no se lanza a vivir la experiencia primero, va a ser muy difícil, porque seguiremos enganchados en el tema de la autoridad a nivel teórico, o sólo a nivel teológico, sin la experiencia pastoral”.
Luciani destacó nuevamente la importancia del curso celebrado recientemente en el CELAM con obispos de diversas iglesias locales latinoamericanas, donde al final de los cinco días de encuentro, estos resaltaron que es importante esta actualización eclesiológica y pastoral en el episcopado, si queremos un cambio hacia la sinodalidad. Insistiendo en que fue algo muy bonito, el teólogo venezolano señala que “el primer paso es reconocer que estamos en una etapa nueva en la recepción del Concilio, y eso nos involucra a que todos y todas en la Iglesia necesitamos formación”.
Aprender con la experiencia de otros
Como segundo paso coloca “la disponibilidad a trabajar desde experiencias distintas”, señalando que los obispos participantes del curso venían de diócesis diversas y tenían algunas experiencias de diócesis en las que ya había organismos sinodales muy interesantes, que ellos compartieron, y vieron los otros que era posible hacer cosas, porque ya se estaban viviendo”. Desde ahí destaca que “esa interacción entre obispos de diócesis distintas fue fundamental, no sólo la formación teológica”, pues eso muestra que “se puede hacer, es interesante, no me quita autoridad, más bien me ayuda”.
Resumiendo, Rafael Luciani insiste en tres temas que el Sínodo sobre la Sinodalidad no puede dejar de abordar: parroquia, seminario y Teología del ministerio ordenado. El teólogo basa sus palabras en el hecho de que eso es lo que llevo al Concilio de Trento a tener éxito, afirmando que eso mismo es lo que podrá hacer con que el actual Sínodo pueda provocar cambios sustanciales en la Iglesia católica.