Nueva LOS CONVERSOS
Llegan enarbolando certezas inamovibles y látigos amenazantes...
| M: Luis Alfredo Díaz/L: J.M. Rodríguez Olaizola
LOS CONVERSOS
M: Luis Alfredo Díaz, L: José María Rodriguez Olaizola Sj. SGAE
//// Los conversos ////
¿Nunca has oído esa expresión?
Los conversos son aquellos que llegan a la fe después de estar alejados, o de no tenerla. El converso por excelencia sería Saulo de Tarso, que de un momento a otro pasa de perseguidor de los cristianos a Apóstol apasionado. En el mundo cristiano evangélico está todo ese ámbito de los renacidos que, a partir de alguna experiencia espiritual, se sienten llamados a un nuevo bautismo, una nueva vida, una nueva etapa. Y también va habiendo conversos en el mundo católico. Gente que, tras vivir alejados de la fe, por distintos caminos –a menudo tras tocar fondo o sentir el vacío de otros ámbitos– tienen alguna experiencia que les lleva a abrazar la práctica religiosa. Pues bien, a mí algunos de estos conversos me dan más miedo que confianza. No todos, por supuesto, pero es muy frecuente entre estos perfiles encontrarte personas que pasan de un extremo al otro y se sienten como Saulo reencarnado,
//// Los conversos ////
Llegan enarbolando certezas inamovibles y látigos amenazantes
con los que cuestionan la fe del resto.
Ellos son los verdaderos creyentes
y el resto los tibios.
Ellos son los apasionados por Cristo,
y los demás
estamos entregados al mundo.
Ellos son los fieles al magisterio,
y los demás solo contemporizamos
con la sociedad.
Ellos son los libres y tú el prisionero.
//// Los conversos ////
A veces me dan ganas de contestarles que el tiempo es un buen regulador
de las temperaturas de dentro,
y que se den unos años
para ir creciendo en misericordia
y bajando en amenazas.
Que se den un tiempo
para ir comprendiendo que la conversión no es una falsa perfección
que enmascara los pies de barro,
sino la comprensión de que todo el camino será irse dejando tocar y sanar
por el Dios que, en Jesús,
nos invitó a buscar
el Reino de Dios y su justicia,
y en su Espíritu hoy,
nos llama a hacer real
el Padre Nuestro,
vivir las bienaventuranzas
y trabajar por la paz.
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