"Soy un refugiado dentro de mi casa", explica el párroco de Gaza Gabriel Romanelli: "Esto es un caos total (...). Hasta tomar un vaso de agua es complicado"
En la única parroquia católica de Gaza hay refugiados 416 cristianos y 50 musulmanes con discapacidad
La minoría cristiana atiende un centro de salud y reparte ayuda humanitaria en el barrio gazatí de Zeitoun
"A pesar de nuestra situación, esto es un oasis. Todo esto es un paraíso en comparación con la situación de Gaza. Hay gente que verdaderamente se está muriendo de hambre"
"A pesar de nuestra situación, esto es un oasis. Todo esto es un paraíso en comparación con la situación de Gaza. Hay gente que verdaderamente se está muriendo de hambre"
| Santiago Riesco Pérez
(RTVE).- La guerra continúa en Gaza. Desde el 7 de octubre Israel ha matado a más de 37.347 palestinos y ha herido, al menos, a 85.299, según el Ministerio de Sanidad de la Franja. Ese fatídico día, Hamás mató a 1.200 personas y secuestró a más de 200.
El asalto de Hamas a Israel sorprendió al párroco de la única iglesia católica de Gaza, Gabriel Romanelli, fuera de la Franja. Había viajado a Roma donde su compatriota argentino, el papa Francisco, nombraba cardenal al patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa.
El padre Gabriel ha vivido los primeros siete meses de la peor guerra jamás vista en la Franja de Gaza desde Belén. No le dejaban volver con su gente. No le permitían regresar a su casa, a la parroquia de la Sagrada Familia en la Ciudad de Gaza.
Siete meses y diez días después del inicio de la guerra, el 18 de mayo, este cura porteño perteneciente al Instituto del Verbo Encarnado (IVE), ha vuelto con su gente. Aprovechando la visita oficial del patriarca latino a los cristianos de Gaza, le han permitido acompañarle y quedarse en la parroquia donde ejerce su ministerio desde 2019.
El padre Gabriel atiende a RTVE Noticias porvideollamada aprovechando que han podido cargar las baterías y, sobre todo, que las telecomunicaciones les dan una tregua. El dron suena de fondo y las bombas siguen cayendo a dos kilómetros de su casa.
-¿Cómo está y cómo ha encontrado a su gente?
-Diciéndolo en argentino: esto es un requilombo. Es un caos total. Cuando era niño mi abuela me enseñó una canción que creo que era de un español y se titulaba "Hoy canto por no llorar".
(El padre Gabriel sonríe y se arranca a cantar la canción de José Vélez).
-Ustedes están en Ciudad de Gaza, en la capital de la Franja.
-Así es, en la zona histórica. Estamos en la zona más antigua que se llama justamente de esa manera, Ciudad Vieja. Es una parte del barrio de Zeitoun que seguro que has escuchado en las noticias.
-¿Han dejado de bombardear y atacar esa zona?
-Es una zona muy grande. Ahora estoy hablando contigo y escucho el dron y los bombardeos. Hoy estarán a unos dos kilómetros de acá. A 400 metros de aquí, había una mezquita muy famosa, la de Al-Shámaa, que ya no existe. También la han bombardeado ayer o antes de ayer. Es algo común.
"Ahora estoy hablando contigo y escucho el dron y los bombardeos. Hoy estarán a unos dos kilómetros de acá. A 400 metros de aquí, había una mezquita muy famosa, la de Al-Shámaa, que ya no existe"
-¿Cuánto tiempo lleva en Gaza?
-Regresé hace cinco semanas. Pero yo comencé mi misión acá hace 19 años, y los cinco últimos viviendo aquí. Pero comenzó la guerra y me agarró afuera, en Belén. Y no me dieron permiso para volver. Aprovechando la visita del patriarca latino me permitieron venir y quedarme, gracias a Dios.
-¿Y cuántos cristianos hay en la Franja?
-Al inicio de la guerra éramos 1.017 cristianos en medio de 2.300.000 musulmanes. No es fácil. Yo ayudo a todos y quiero a todos pero como pastor tengo que velar primero por la comunidad cristiana. La mayor parte de nuestros alumnos son musulmanes.
-¿De cuántos alumnos estamos hablando?
-En nuestros tres colegios católicos, sumados, tenemos unos 2.200 alumnos. El 10% son cristianos y el resto musulmanes.
-Vivir siendo una minoría tan minoritaria no tiene que ser nada fácil.
-Ciertamente que no es fácil. Pero yo no me meto en política, yo soy cura. Aunque a veces parece que molesta el hecho de que sea cura. No en el sentido occidental del término, sino en el sentido de que soy el representante de la religión de las minorías, que eso muchas veces lo identifican con el sionismo, con el judaísmo, con los extranjeros. Todo lo meten en la misma bolsa. Pero los que mandan a sus hijos como alumnos a nuestras escuelas son gente muy abierta, muy culta.
"Hasta tomar un vaso de agua es complicado. Primero hay que ver de dónde sacas un vaso. Y después el agua. ¿Y ver de qué agua estás hablando? La botellita de agua mineral cuesta siete séquels (1,75 euros), algo que antes costaba un séquel y medio (0,38 euros)"
-¿Cuál es la situación de la Franja ahora mismo?
-Todo es complicado. Muy complicado. La situación en la Franja de Gaza ya era complicada antes. No hay que ser ingenuo, antes del 7 de octubre esto era... Pero había todo un sistema de ayuda, sistema social, sistema de comunicaciones, más o menos digamos que funcionaba.
-¿Puede ponernos algún ejemplo de la vida cotidiana?
-Hasta tomar un vaso de agua es complicado. Primero hay que ver de dónde sacas un vaso. Y después el agua. ¿Y ver de qué agua estás hablando? La botellita de agua mineral cuesta siete séquels (1,75 euros), algo que antes costaba un séquel y medio (0,38 euros).
"Todo es complicado; todo, todo"
-¿No hay otro modo de conseguir agua?
-¿Qué agua conseguimos? Agua purificada. Israel está mandando agua pero no es suficiente. Fueron bombardeados todos los sistemas de reserva de agua. A cuentagotas nos llega el agua. Tenemos un pozo aquí para sacarla de un manantial. El sacerdote austríaco que hizo la Iglesia el siglo pasado encontró ese manantial muy profundo. En el pasado yo creo que esa agua sería potable pero ahora no lo es. En otras partes del mundo nadie la tomaría, pero acá nadie se ha muerto aunque no es salubre. Tratamos de purificarla. Pero primero, para extraerla, necesitamos energía y no hay electricidad. Una vez cada dos días encendemos el motor grande. Pero para encenderlo necesitamos diésel. Y el diésel está muy caro cuando se consigue. El galón de 16 litros de diésel lo pagamos la última vez a 1.400 shekels (351 euros). Encender el motor una hora para que carguen las baterías, suba agua a los tanques... a veces consume diez, 15 o más litros. Cuando la gente escucha el motor se alegra. Y ahí no termina porque para purificar el agua usamos unos filtros que son eléctricos. Antes teníamos los paneles solares pero el IDF (cuadro de distribución eléctrica) se nos destruyó. También los tanques de agua que teníamos en el techo. Todo es complicado; todo, todo.
-¿Y la luz?
-Acá tengo luz y podemos estar en contacto y mantener esta entrevista por las baterías. Justamente acabo de pedirle a la directora de una de las escuelas que ha sido bombardeada que por favor nos dejen sacar la batería antes de que se la roben, porque también hay mucho robo. Y porque lo necesitamos, porque somos casi 500 personas aquí.
-¿Cuántas personas viven refugiadas actualmente en la parroquia?
-Llegamos a ser 700, ahora somos 416 cristianos y 50 musulmanes. Los únicos musulmanes que tenemos -a los únicos que podemos recibir- son los niños de la Madre Teresa de Calcuta. Es decir, la gente conocemos y que no es un peligro para la seguridad interna y externa. Israel sabe que lo único que tenemos aquí son niños y ancianos con discapacidad. Todos los demás somos cristianos.
"Llego a la habitación pero no tengo internet. Estamos todos como nómadas itinerantes. Tener tanta gente todos estos meses y todos juntos es verdaderamente caótico"
-¿Y viven todos dentro de las dependencias parroquiales?
-En la misma olla (bromea el padre Gabriel). Te podrás imaginar. Yo acá estoy en el despacho parroquial que es el único lugar más o menos que quedó decente, pero también es multiuso. El sábado me dijeron que lo necesitaban para distribuir a las familias la ayuda humanitaria. Entonces me tengo que ir a mendigar otro lugar. Soy un refugiado dentro de mi casa. Y para seguir el trabajo me tengo que ir a la cocina. Después vienen las monjitas y me dicen: 'padre, perdón' y entonces me tengo que mover a la habitación. Llego a la habitación pero no tengo internet. Estamos todos como nómadas itinerantes. Tener tanta gente todos estos meses y todos juntos es verdaderamente caótico.
-No quiero que suene frívolo, pero ¿no hay ninguna buena noticia en una situación tan dura como la que están viviendo?
-Eso de las buena noticias está muy bien, porque además el bien siempre es más que el mal. Me acuerdo de un voluntario belga que siempre me decía: 'hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece". A decir verdad, y a pesar de nuestra situación, esto es un oasis. Todo esto es un paraíso en comparación con la situación de Gaza. Hay gente que verdaderamente se está muriendo de hambre.
"Hay gente que verdaderamente se está muriendo de hambre … Hay barriadas donde necesitan de todo"
-¿Y qué pueden hacer ustedes por ellos?
-Nosotros trabajamos para todos. Yo lo hago por Cristo, pero a mí no me importa si uno es cristiano, musulmán o ateo. Es un ser humano que necesita ayuda. Es más, mi convicción religiosa me lleva a hacer el bien a todos. Y gracias a Dios la Iglesia, el papa y el patriarca latino han sido muy buenos y generosos desde el principio. Mantener la gente acá a veces cuesta como si estuviesen en un hotel. Todo es caro, todo es costoso. Y todo lo que encontramos, al precio que sea, lo compramos y lo distribuimos para los que están adentro y para las miles de personas que están afuera, para el barrio, que son todos musulmanes. Servimos a todos, pero aún así hay barriadas donde necesitan de todo.
-He visto que, aunque los colegios están cerrados, están dando alguna clase.
-Recomenzamos las lecciones, pero no es la escuela en cuanto tal. Lo que hice fue así. Teniendo acá todos los refugiados cristianos y no pudiendo hacer clases para afuera, entonces junté todos y les dije: 'miren, esto no va a ser en nombre de la escuela, esto se llama clase San José'. Hicimos aulas en la casa de las hermanas que nos la han cedido. La capilla es un aula, el salón también. Con la del balcón y la de la cocina ya son cuatro aulas. La Iglesia es otra aula y otras tres las pusimos en un jardín con unas maderas, sin ventanas, para que no entren los ancianos del barrio a cotillear.
-¿Van a poner en marcha un centro médico?
-Ya funciona un centro de salud que depende del Patriarcado Latino y de Cáritas Jerusalén. El Centro Médico de Cáritas está cerrado desde el comienzo de la guerra porque está en una zona que fue muy bombardeada. El centro sigue en pie, aunque dañado. El director del centro, que es un católico, vino aquí a refugiarse. Fue de las primeras familias que vinieron. Nosotros teníamos un local que era donde hacíamos las hostias y se lo cedimos para este uso a Cáritas. Ese local tiene contacto con el exterior y con el interior. Atienden a miles de personas. Además de eso, el Patriarcado Latino con la Orden de Malta piensa hacer un hospital de campaña en otro barrio y van a comenzar atendiendo emergencias.
-¿Han empezado con el reparto de ayuda humanitaria?
-Sí, sí. Nosotros incluso lo hacemos desde antes. La Orden de Malta todavía no ha comenzado, pero la semana pasada nosotros ya ayudamos a 1.200 familias de las 2.200 que tenemos registradas en esta parte del barrio. Es una gran ayuda, pero la necesidad es tan grande que es como un vaso de agua en el desierto.
-Y durante sus siete meses de ausencia ¿quién se ha hecho cargo?
-Todos estos meses ha estado el padre Yussuf Assad, que es el vicario (sacerdote de origen egipcio). Nosotros nunca dejamos la parroquia sola. Por esta cuestión de que muchas veces nos ha agarrado la guerra por sorpresa. Pero guerras "normales", de tres días, cinco días, tres semanas a lo sumo. Pero esta es una guerra anormal. Esta ha dejado hecha trizas la ciudad.
"A veces he puesto imágenes de destrucción de guerra. Podría poner todos los días acá. Pero por una cuestión pastoral, espiritual -pero también humana- queremos mostrar que acá vive gente civil"
-Sin embargo, en sus redes sociales apenas hay imágenes de muerte y destrucción.
-A veces he puesto imágenes de destrucción de guerra. Podría poner todos los días acá. Pero por una cuestión pastoral, espiritual -pero también humana- queremos mostrar que acá vive gente civil. La mayor parte de los de Gaza son civiles. No les interesa la política, no se meten con las brigadas, no quieren saber nada. Son gente de religión musulmana. La mayor parte muy cultos, muy educados. Gente a la que no se les puede considerar culpables sólo por haber nacido aquí. Por eso pongo imágenes jugando con las hermanas, jugando al dominó o de las excursiones al mar, por ejemplo.
-¿Pueden ir a la playa?
-Ahora no se puede. Pero durante años, todos los domingos alquilaba una playa para llevar a las familias. Porque acá, desgraciadamente, no permiten que las mujeres vayan y si van tienen que ir más cubiertas que una momia. Hacíamos por la mañana casi cuatro horas de oración y después todos a la playa. Y una familia musulmana de beduinos ponían a todos sus hijos a custodiar la zona por el tema de las mujeres sin velo en la playa. Durante años lo hemos hecho.
-A pesar de todo, ¿siguen apostando por hacer el bien sin mirar a quién?
-Tratamos de hacer el bien, y el bien se puede hacer en toda circunstancia. Cuando uno quiere, se puede hacer. No es fácil. A veces lo haces tragándote lágrimas, pero así lo han hecho también nuestras madres y nuestros padres cuando nos han educado. Imagínate en Argentina si no han tenido que tragarse lágrimas.
-Si alguien quiere colaborar con ustedes ¿cómo lo puede hacer?
-Lo más fácil es a través del canal católico del Instituto del Verbo Encarnado, al que pertenezco, donde tenemos un enlace para hacer donaciones de un modo muy sencillo, a través de PayPal. Es claro, es oficial, y al estar en guerra es el mejor medio para que nos llegue.
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